El visitante

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Me quedé alucinada cuando vi a la persona que se encontraba en la puerta. Hacía tanto tiempo que no lo veía, lo he echado tanto de menos. Veo a mi primo Eric y me sorprendo muchísimo. Vi a Javi saludarle con un cálido abrazo y entonces recordé que estábamos en su casa, con sus padres y su hermano, que también lo recibieron con alegría. Cuando volví a la vida real y salí de mis pensamientos me quedé mirando a ese chico rubio de ojos azules que conozco tan bien.

-¡Primita! Cuánto tiempo, qué grande estas, ¿Qué haces aquí?.

- ¡Eric!- dije gritando y corriendo al darle un abrazo. Ahora era la familia de Javi, él incluido, los que estaban confundidos.

-¿Sois primos?- dijo entonces Javi.

-Sí- respondió Eric.

-¿No se nota?-dije yo bromeando, ya que mi primo y yo nos parecemos muchísimo.

-Ahora que lo dices, sois iguales-contesta Pablo.

-¿Y qué haces en casa de Javi, primita?- me pregunta mi primo

-Pues... es que Javi y yo... pues... que estamos saliendo.-digo nerviosa y con las mejillas ardiendo.

-¿En serio? ¡Es genial! Mi prima favorita y mi mejor amigo juntos.

-¿Sois mejores amigos?- le pregunto a los dos.

-Pues claro, somos como hermanos- dicen los dos a la vez, en total sincronización. Por un momento me han asustado.

-Que guay-digo.-A mis padres y a Amanda les encantará verte de nuevo. ¿Javi, él era uno de los amigos que me querías presentar?- le pregunto

-Sí, me dijo que volvía hoy y tenía que presentarte a mi hermano, jajaja. Aunque me da que ya lo conoces.

Después de este reencuentro, nos sentamos todos en la mesa de nuevo, incluido mi primo, y empezamos a comer. Las charlas de mi primo sobre cuánto jugábamos de pequeños y las de Javi sobre las aventuras que había tenido con Eric amenizaron la comida, que por cierto, estaba buenísima, Alicia es una gran cocinera. Después de ayudar a Alicia a recoger la mesa y los platos, fui al sofá, donde Javi y Eric estaban sentados. Eric parecía parte de esta amable familia, conocía cada punto de la casa, y el lugar exacto de cada cosa. Me sorprendí al verles jugando con muñecos de acción, en sus rostros se veía toda la ilusión que ponían en el juego, y sus ojos brillaban indicando lo felices que estaban. Cuando me vieron pararon enseguida, haciéndose los mayores, pero ya era tarde, los había pillado de lleno.

-Ya os he visto jugando con esos muñequitos, podéis seguir, os he pillado.

-Para empezar, no son muñequitos, son figuras de acción. Y no jugábamos, estaban en sofá y las hemos cogido para sentarnos.-dicen intentando defenderse, pero no les sirve.

-Pues entonces no os importara que se caigan y que alguien los pise por error y los rompa, ¿no?

-¡Ni se te ocurra!-gritan los dos a la vez, y los gritos resuenan por toda la casa.

-¿Veis?, os siguen gustando, fin. Después somos las niñas las que nos quedamos con muñecas.

-No con muñecas, pero seguramente sigues teniendo tu preciado osito de peluche, no me acuerdo que nombre le pusiste ¿o no?-dijo contraatacando Eric.

-No me compares a mi Puchi con esas cosas con espadas y pistolas.- dije gritando bajito.

-No me puedo creer que todavía te guste ese peluche- dice riéndose Eric, acompañado con las risotadas de Javi.

-Callarse los dos ya y dejarme- digo gritando haciéndome la enfadada.

-¿Te has enfadado?- me dicen los dos a la vez con carita de pena. Dios, están tan monos los dos.

La chica que amaba al chico al que no quería amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora