Capítulo 3

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Tomé mi mochila con mi blog adentro, después de haberme abrigado exageradamente para salir directo al colegio.

Cuando entre, comencé a caminar hacía mi aula correspondiente de Taller de lectura y redacción.

Entré al aula, tome asiento en mi respectivo lugar y saqué mi libro.

La maestra empezó a hablar sobre la importancia de la lectura en nuestra vida cuando se escucharon unos nudillos golpear la puerta, la maestra paró y miró hacía el lugar de donde prevenía el sonido.

-Buenos días maestra, perdón la interrupción, pero soy un alumno nuevo y creo que me he perdido... -comenzó a decir el chico, rascando su nuca un tanto incomodo.

La maestra solo sonrió y habló...

—Es un problema bastante normal joven, no se preocupe... dado que el colegio es muy inmenso. ¿Podría decirme hacía que aula le correspondiese estar en este momento, por favor? Con gusto le indicó al lugar a donde debe ir —termino la maestra, sonriente hacía el chico.

La maestra Robinson era una persona muy, pero muy... buena persona.
Y creo que eso es bastante bueno. Pero también como gente normal, podía perder el quicio si la hacían enojar o faltarle al respeto.

–Um, claro... Me dirigía hacía la aula de lectura y redacción de la maestra Robinson, me parece... —dijo nervioso.

—Adelante joven, aquí es... Pero me gustaría que antes de tomar asiento, se presentará con sus demás compañeros por favor —la maestra lo invitó a pasar.

Él sólo asintió con la cabeza y se posicionó delante de la pizarra.

—Mi nombre es Sean, tengo dieciséis años, y vengo de New York —termino de decir y la maestra lo miro sonriente.

—Muy bien, adelante, puedes tomar asiento en cualquier lugar disponible.

Él se adentró al aula con la cabeza agachada, y tomó asiento al otro lado de donde yo me encontraba.

(...)

Después del transcurso de las primeras tres clases, dieron el timbre para poder salir a la cafetería y tomarnos un tiempo de descanso.
Yo nunca entraba a la cafetería, Grecia me hacía el desayuno ya que entrar a la cafetería implicaba el hacer la petición a la mujer del mostrador.

Siempre me dirigía hacía las gradas del campo para observar a los demás alumnos jugar ahí mientras comía mi almuerzo.

Era agradable el ver a los demás divertirse y reír.






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De blanco y negro a colorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora