Hoy no tenía para nada ganas de ir al colegio, pero obviamente no podía hacer lo que yo quisiese y tuve que levantarme para ir.
De mala gana, después de haberme duchado y cambiado me dirigí hacía abajo, para tomar mi desayuno e irme.
Cuando entre a la cocina, me encontré a mis padres, cosa que totalmente me sorprendió; ya que me habían mencionado que no regresarían durante me parece un mes. Y siempre que me dicen una fecha fija, es porque tardarían muchísimo más que eso.
Entré a la cocina, mis padres se encontraban en el comedor, junto con la tía Megan.
—Hola cariño, tanto tiempo sin verte. He venido a eso, a verte, ya te extrañaba —me saludo la tía Megan, sin un poco de alegría o un poco de verdad saliendo de su boca.
Yo sólo la miré.
Mi padre se levanto de su lugar, dejando su comida de lado para acercarse a mí.
Me abrazo por los hombros y me sacó de la cocina, llevándome hacía él pasillo.
—Hola mi amor, te he extrañado muchísimo cariño —mi padre me tomó por los hombros y me abrazo. Yo le correspondí el abrazo.
Aunque mi padre más que mi madre no se encontraba casi nunca en casa, era el que verdaderamente me trataba bien, y el que realmente me quería.
—Yo también a ti, papá —me dedicó una dulce sonrisa y deposito un beso en mi frente.
—Me quedaré unos días aquí en casa.
En la noche te tengo una sorpresa cariño —me sonrió ilusionado.
Mi madre y la tía Megan nos dieron privacidad a mi padre y a mí, dejándonos solos para el desayuno.
Mi padre en todo el transcurso del desayuno me habló de sus viajes, de cómo se la pasaba allá, de su trabajo, y demás cosas.
Realmente me gustaba escuchar a mi papa, de cualquier cosa que hablase me gustaba ponerle atención.
Después del desayuno mi padre hoy decidió llevarme él mismo al colegio, cosa que de verdad le agradecí. Ya que por cuál cosa pequeña que hiciera por mi, le agradecía; ya que casi nunca lo tenía a mi lado.
Hoy no tenía la dichosa clase de lectura, así que no mire a Sean ya que es la única clase que compartimos.
En el almuerzo, me dirigí hacía las gradas del colegio, para observar de nuevo jugar a los demás.
Saqué mi móvil, me coloqué mis auriculares y puse a reproducir aleatoriamente mi música recostándome en las gradas.
Gracias a Dios no saldría como una fritura, ya que estábamos en inicio de invierno y pues no había ni un hola del sol.
Pude sentir un gran golpe en mi nariz, haciéndome sollozar por tal gran golpe.
Me levanté y la toque, había empezado a sangrar.
¡Genial!
—Oye, ¿estás bien? Realmente lo siento, fue sin querer... Yo estaba tratando de hacer una jugada y... ¡Eh! Realmente lo siento... Perdón —pude oír una voz charloteando cosas y más cosas que mi cabeza no podía procesar. Ya que estaba totalmente aturdida por tal golpe.
La cabeza me empezó a dar vueltas y vueltas, podía sentir un gran golpe en mi nariz y un dolor aturdiéndome.
Hale de la chaqueta a aquel chico que había mencionado sabe qué cosas segundos antes para mantenme firme y no caer.
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