Capítulo 7

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Abrí mis ojos, encontrándome en lo que parecía una habitación de hospital o algo por el estilo; ya que era totalmente blanca, limpia, y callada.

¿Qué paso? Ni siquiera se la razón del porque me encuentro aquí.

Antes de poder haber colocado mis dos pies sobre el suelo para levantarme, se escuchó la puerta abrirse, dando a paso a un gran hombre de blanco, lo que parecía un doctor algo mayor y experimentado por su postura.

—No creo que eso sea muy buena idea
—me miró ceñudo, tratando de advertirme que el ponerme de pie no ayudaría en nada.

Claramente no respondí o hice alguna pregunta.

—Sé que no hablas más que con tus padres —soltó desinteresado mirando hacia una tabla que sostenía sobre sus manos.

—Ayer, al medio día recibiste un gran golpe en tu nariz, que causó pequeños problemas, pero nada serio —me miró por un segundo y anotó algo en su tabla—. Sufriste un desmayó de algunas horas por el golpe, pero ya estás mejor. Nada de que preocuparse.

—Preguntaras sobre tu estadía aquí, muy bien; me parece que estarás de alta al anochecer para una última radiografía.

—En un momento pasará tu visita, y te traerán el desayuno —dijo serio, para después salir de la habitación.

No podía creer que era tan débil que un solo un golpe en la nariz me llegara a afectar al limite de llegar a una camilla de hospital.

—¿Hola? —se escuchó decir, detrás de la puerta.

—¿Puedo pasar? —asomó parte de su cabeza, para luego adentrarse a la habitación.

No podía creerlo, ¿él por qué demonios estaría aquí?

—Soy Sean, tu vecino —soltó algo incomodo me parecía, ya que rascaba su cabeza algo nervioso.

¡Claro que sabía quién era!

Yo solo estaba ahí, recostada como en un estado de shock.

—Lamento verdaderamente lo ocurrido —dijo para después salir sin más.

¿Qué rayos?

Después de segundos entro de nuevo, pero ahora la diferencia era que en sus brazos sostenía unos cuantos girasoles.

Me quedé de nuevo en shock.

Parezco una imbécil en este momento, lo sé; no hay necesidad de recordármelo.

—Tu padre me dijo que eran tus favoritas —sonrío—. Las he traído para pedirte disculpas y para que en realidad veas que estoy apenado por tal situación.

¿Eh? ¿Él había sido el responsable? Juró no recordar absolutamente nada de lo ocurrido, claro, después del gran golpe.






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De blanco y negro a colorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora