Capítulo V

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Que jodida mierda. Me dolía todo. Absolutamente todo. Despertar así debía de asemejarse al infierno.

Definitivamente no iría a la universidad por tres razones:

1. Me dolía absolutamente todo

2. Lucía como la mierda

3. Como si fuera poco, tenía la maldita y estúpida regla

Así que apagué el despertador de mi celular y me dispuse a seguir durmiendo un rato mas en la comodidad y el delicioso calor de mi cama. Era algo realmente hermoso dormir cuando el clima afuera estaba tan horrible como aparentaba.

Al cabo de un rato, el sonido de un mensaje me despertó por lo que miré mi teléfono y vi que tengo unos cuantos mensajes de Ana: 

''Vic, te estoy esperando afuera, ya sabes que no puedo tocar la puerta porque a tu padre como que no le agrado''

''Llegaremos tarde ¿Puedes apurarte?''

''Me rindo, ire a la universidad'' 

''Te encuentras bien? Me preocupas Vic''

''VICTORIA SI NO RESPONDES EN ESTE INSTANTE IRE A BUSCARTE Y TE SACARE DE LA CASA DE LOS PELOS''

Reí un poco. Estaba completamente loca. 

Yo:

''Hola bebé. No puedo ir a la universidad esta semana yo... Como que a la bestia se le paso un poco la mano. Esto es horrible An, lo siento. De todas formas estoy bien, te amo hermanita.''

No alcancé a soltar el celular que ella respondió. 

An: 

Dios, matare a ese maldito hijo de puta!!!! Y oye, yo soy tu hermana mayor. Tu eres mi hermanita. Vere si puedo pasar luego, te amo enana. 

Ignoré el hecho de que me haya llamado enana, porque eso era una falacia. Claramente medir 1,63 no me hacía ser una enana, pero a ella siempre le gustó fastidiarme ya que era mas alta que yo. De todas formas me encontraba bien con mi altura, no era como si me importara la altura de la gente en realidad.

Me estiré un poco en la cama y luego de disfrutar un rato mas de mi excesivamente amada cama, decidí levantarme e ir a tomar una ducha.

Antes de ir al baño, cogí mi ropa interior y algo cómodo nada maduro para ponerme ya que no era como si planeara ir a algún lado en corto plazo.

 Al llegar al baño me quité la pequeña venda que había puesto en la herida de mi mejilla que por cierto ya se encontraba mucho menos adolorida y me asusté con solo mirarme al espejo. Dios. Siempre iba a estar así de horrible. 

Lucía mas pálida que lo usual, tenía unas ojeras que difícilmente taparía, tenía una gran herida ya algo cicatrizada en mi mejilla y mi labio partido se encontraba un poco inflamado aun. 

Opté por dejar de mirarme antes de echarme a llorar y me decidí por darme una ducha caliente que me relajara y me ayudara a pensar. Me quité mi ropa y sin mas me metí en el agua cálida y vaporosa. 

Necesitaba una solución urgente o la bestia me iba a terminar matando. Definitiva y jodidamente me iba a matar. 

No se que fue lo que hice para que me odiara tanto pero lo hacía. Me veía como si fuera mierda y dolía porque era mi padre. O al menos es el reflejo de la persona que lo fue en algún momento. De la persona que me cuidaba y me quería. 

Luego de unos, no lo se, 40 minutos quizás, salí de la ducha y me sequé con una toalla enorme para luego ponerme la ropa seleccionada anteriormente. 

Cuando salí del baño, bajé hacia la cocina y fui por algo de desayunar. Estaba tranquila porque la bestia no estaba en la casa. Todo seria tan fácil si simplemente se fuera, o dejara que yo me vaya.

Es decir. Tenía 20 años ya no era una niña, podía irme con Ana y ser feliz de nuevo, pero el me lo impedía, me amenazaba diciendo que iba a contar la verdad de como murió mamá. Todo  el resto de la familia me odiaría. Aunque claro, esa verdad no era la cierta. Solo era la verdad que su retorcida cabeza creo.

La verdad, la real muerte de mi madre es tan dolorosa, y a pesar de que yo no hice nada, no podía dejar de sentir culpa. Porque debí haber sido yo y no ella. 

Debiste haber sido tu. 

No se si realmente era cierto, pero es lo que me decía la bestia una y otra vez cuando me golpea. Lo había dicho tantas veces que ya hasta me lo había comenzado a creer.

Negué con la cabeza, corriendo esos pensamientos de mi cabeza y cogí un tazón para mis cereales y un poco de leche del refrigerador. 

Cuando ya dí por terminado mi insípido desayuno, dejé todo en el fregadero y cuando estaba por lavarlo escuché que alguien golpeó la puerta. Fruncí el ceño, ¿Quién podrá ser? Joder. Sea quien sea no podía abrir con estas fachas. 

Parecía una pordiosera. No me malinterpreten, solo tenía una obsesión insoportable con Bob esponja y como iba a estar en casa me puse mi blusa de Patricio estrella. Lo se, se que es algo infantil, es solo que estoy enamorada de ese maldito dibujo animado. 

—¿Quién es?—pregunto alargando la ultima sílaba.

—Tu príncipe, princesa. Abre —mierda. ¿Que? ES DECIR ¿QUE? ¿Jacob? —Eh... esto es... Abre la puerta, no puedo hablar con una madera de por medio, preciosa—no podía dejar que vea mi rostro. Joder. Comenzaría a preguntar y no era buena idea. 

— ¿Que haces aquí? Vete —digo algo atemorizada.

-No me iré rubia caliente. Lis me dijo que no fuiste a la universidad y quise pasar a ver si, bueno, si estabas ¿Bien? - ¿JACOB PREOCUPADO POR MI? No...

—Estoy bien vete—mi maldita voz, demostraba que no lo estaba. Salia ronca de todo lo que había llorado la noche anterior. 

—Tu voz no suena del todo bien princesa, abre. A lo mejor estas enferma—maldición ¿Ahora se dedicaba a la medicina?

—Mi padre esta por llegar vete—si mi padre llegaba a ver a Jacob ahí me esperaba algo horrible. 

—¿Y? Es un poco gruñón pero puedo con eso—resoplé, que terco. 

—Ok, solo... —respira Vic, respira —Solo no hagas ningún comentario con respecto a mi aspecto. 

—Prometo que no me reiré de ti, preciosa—tomé fuerzas y abrí la puerta esperando cualquier tipo de reacción... 


[CORREGIDO]



VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora