Epílogo

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Jacob:

Escribo esta carta con el fin de despedirme de ti. No volveremos a vernos.

¿Cuándo me iré? Pronto... O quizás ya lo he hecho. ¿A dónde? Lo siento, no puedo decírtelo. Comenzaré una vida nueva lejos de todo lo anterior.

Para serte franca y totalmente sincera, An me contó la verdadera historia de por qué se encontraba la tal Sindy en tu casa. Y si, quédate tranquilo Jac, le creí.

Te creí. Te creo. Pero la realidad es que no necesariamente dos personas que se aman tienen que estar juntas.

Te amo y estoy segura de que tú también lo haces. Incluso probablemente de la misma forma y con la misma intensidad que yo.

Y si, es real que también voy a extrañarte demasiado y lo más seguro es que tú también lo hagas. Incluso probablemente de la misma forma y con la misma intensidad que yo.

Pero no seamos hipócritas. En algún momento dejaremos de hacerlo. Comenzaré a extrañarte cada vez menos. Cada día un poco menos hasta ya no hacerlo.

Y lo mismo pasará con ese sentimiento que tan feliz me hizo en su momento. En alguna situación de nuestras vidas dejaremos de amarnos. Costará, lo admito, pero llegará ese día. Y solo seremos un bonito recuerdo. Seguramente sea el mejor de los recuerdos. Pero un recuerdo al fin.

Nos enamoraremos de nuevo. Volveremos a encontrar a esa persona que nos complete y nos haga sonreír y ser completamente felices.

Si, Jacob. Me hiciste feliz. Hiciste que mi vida volviera a cobrar sentido. Me diste ánimos, me despertaste de esa vida monótona, aburrida, triste, esa vida que no era vida. Esa etapa de supervivencia.

Me enteré que por 20 años de mi vida había convivido con una mentira a mi alrededor. De la que nunca me había percatado hasta ahora.

Y te agradezco. Te agradezco cada segundo que compartimos. Cada caricia, cada beso, cada sonrisa, cada abrazo, cada palabra de aliento, cada conversación hasta altas horas de la madrugada. Te agradezco mucho haber estado ahí cuando te necesité.

Te pido perdón si te ilusioné o te di falsas esperanzas. Perdón por no despedirme personalmente, pero creía que esta era la forma más cliché. Ya sabes. Odio los clichés, pero debo admitir que funcionan. ¿Recuerdas cuando dije que éramos la típica pareja cliché del mujeriego que quería salvar a la pobre chica? Lo lograste. Me salvaste.

Viví mucho tiempo encarcelada en una realidad que no era la mía. Y hoy, quiero ser libre. Quiero ser feliz.

Las almas repudian todo encierro. Mi alma quiere saltar, gritar y dice ¡NUNCA MÁS! Nunca más a los golpes, nunca más a vivir aterrada, nunca más a los gritos y a llorar hasta dormirme.

Hoy todo es paz. El infierno se acabó y te debo mucho a ti.

No tuvimos final feliz. ¿O sí? Llegaremos a ser totalmente felices en algun momento. Y vivimos nuestro amor con mucha felicidad. Entonces, ¿Quién dice que no tuvimos un final feliz?

Feliz, pero no juntos. Y eso no quiere decir que tengamos un mal final.

Eres mi para siempre y yo soy el tuyo ¿Recuerdas? Eres mi primer amor. Y eso... Dura para siempre. Nada ni nadie ocupará ese lugar porque es solo tuyo. Ese lugar en mi vida solo te pertenece a ti.

Deseo sinceramente que seas muy feliz. La persona más feliz del mundo. Que llegues a encontrar a esa persona que te merezca. Yo no te merezco. Yo quiero ser feliz. Feliz individual. Feliz sola.

No te amaré ni te extrañaré siempre. Pero no podré olvidarte.

Serás mi recuerdo más perfecto.

Te amo, por ahora. Victoria.



VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora