Capítulo XXV

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P.O.V Jacob

Mierda y mas mierda. Como odiaba tener que dejar a Vic con esa maldita basura.

No puedo creer como puede ser capaz de tan siquiera maltratar a su hija. Me hierve la sangre de solo pensar que mi princesa no está a salvo en esa maldita casa.

No veo la hora de que su mejor amiga termine sus estudios en la universidad así puedo largarme con ellas y proteger a Vic. Amarla y cuidarla lejos de esa maldita bestia.

Juro que si le toca un pelo a mi novia lo mataré. No quiero verla nunca más en la vida sufrir por su propio padre.

¡Es su padre maldita sea! ¿Cómo puede ser tan hijo de puta con su propia hija? No puedo entenderlo. Recuerdo cuando aparentaban ser una familia feliz. No logro comprender que pudo haber pasado para que ese loco mandara todo a la mismísima mierda.

De solo pensar que podía pasarle cualquier cosa no podía estar tranquilo.

Conduje hasta mi casa lentamente ya que se había desatado una leve tormenta. Al llegar guardé mi auto y me apuré a entrar a la casa.

Dejé mi chaqueta en el perchero de la entrada y vi que mis padres me habían dejado una nota

''Jac: Estamos cenando en lo de tus abuelos. Llegaremos tarde así que te deje algo de comida en el microondas. Te amamos pequeñín. Mamá''

Sonreí. Amo a mi familia, quisiera que cuando tenga una familia sea igual de unida que la mía. El recuerdo de Vic se vino inconscientemente a mi mente, así que corrí a mi habitación. Me quité la ropa que traía puesta y luego de dejarla en la silla del escritorio puse a cargar mi celular por si mi pequeña llamaba y me acosté en la cama.

Luego de unos ¿30 minutos? No lo se en realidad porque me estaba quedando dormido, escuché que el timbre sonaba así que me puse la ropa que había dejado anteriormente y bajé las escaleras.

No se me ocurría quien podía ser porque no esperaba a nadie y mis padres no tocarían el timbre porque sería algo absurdo ya que ellos tienen llaves de su propia casa.

Maldición.

Al abrir la puerta me encontré con una Sindy realmente empapada.

-Hola Jac, yo... Mi auto se averió aquí cerca y decidí pasar hasta que la lluvia cesara.-Sonrió. Como una zorra. Maldita zorra.

-¿Y con permiso de quien vienes a mi casa?-Pregunte algo enfadado. Esta mujer no sabe lo que es la dignidad. No puedo creer que esté haciendo esta estupidez de ''Oh mi auto se averió ¿Puedo pasar?'' Idiota.

-Oh, vamos Jac.-Me empujó y entro a mi casa.-No dejarás que me enferme ¿Verdad?-No tenía ganas de discutir así que simplemente me quede en silencio y la seguí hacia la cocina.

-Te traeré una toalla, así al menos no dejarás mi casa hecha un desastre.- Intentaba ser lo más amable posible pero la realidad es que no la soportaba.

-Oh no, espera. Ya se lo que haremos.-Dijo y en unos instantes se estaba sacando su blusa. Esperen ¿Qué?

-¿Qué rayos haces?.-Pregunte anonadado mientras tapaba mis ojos con mis manos. La tipa no tenía sostén. Estaba semidesnuda en la cocina de mi casa.

-Dame tu camiseta.-Dijo riendo.-Oh vamos, no es la primera vez que ves mis senos Jac, no seas absurdo.-Negué.

-Definitivamente no.

-Bien, me quedaré así entonces.-Bufé

-De acuerdo toma.-Me quité mi camiseta y se la tendí a ella.

Necesitaba que esta zorra se fuera de mi casa ahora mismo.

-Haré chocolate caliente ¿Quieres? -Oh maldición. Esto no puede estar pasándome.

-¿Acaso no conoces lo que es la educación? No puedes entrar en mi casa y tocar todas mis cosas como si fuera la tuya.

-No es la primera vez que lo hago Jac-Dijo mientras cogía dos tazas.

Al cabo de unos minutos estaba sentado en la barra de mi cocina delante de una humeante y malditamente deliciosa taza de chocolate caliente. Si no fuera porque olía tan bien hubiese echado a Sindy hace tiempo de mi casa.

Así que comencé a tomarlo, un poco de chocolate no le haría mal a nadie, aunque estaba bastante molesto. No entendía el descaro de esta mujer. Es decir, no es como si yo fuera el ser más centrado y educado del mundo, pero entiendo que hay ciertas cosas que no deben hacerse.

Niveles que no deben propasarse, pero esta muchacha ha hecho lo que quiso toda su vida. Joder.

-Tienes...-Señalo su boca y rió

-¿Qué?-Pregunté no entendiendo. Ella se acercó y lamió su dedo para pasarlo por mi comisura.

-Tenías chocolate ahí.-Dijo y luego metió su dedo en su boca. Joder. Es decir. Amo a Vic. Malditamente la amo. Pero soy humano y si una zorra viene y me hace eso no es como si no fuera a reaccionar. Algo hizo una leve presión en mis pantalones y ella sonrió.

-Para ya-Dije sonando indignado. Pero ella hizo caso omiso a mis palabras y se acercó más a mí.

-Aléjame tu si es que en verdad lo quieres Jac.-Me quede inmóvil. Estúpido, reacciona. -¿No puedes verdad?-Sonrió y me besó. Le devolví el maldito beso. No sentí absolutamente nada, pero no sé porque lo hice. Justo cuando estaba a punto de alejarla de mí, el timbre sonó varias veces. La maldita desgraciada de Sindy sonrió.-Iré a ver quién es.

Me quede inmóvil en la cocina ¿Qué maldita estupidez acababa de hacer?

-Hola. Ew... Te ves mal.-Escuche desde la cocina. Salí para decirle que de una maldita vez se fuera.

-Oh maldita sea Sindy ya...-Mierda y más mierda-Vic. Mierda, princesa ¿Qué ha pasado?

Joder. Mataría a ese infeliz.

-¡ERES UN HIJO DE PUTA! ¿ME HAS ENGAÑANDO JACOB?-Dijo mientras lloraba desconsoladamente. Intenté acercarme para consolarla, pero me apartó.

-Princesa no es lo que tu...-Dije pero ella me interrumpió

-¡CONFIÉ EN TI! ¿COMO PUDISTE? ¡¡PROMETISTE QUE ME PROTEGERIAS, PERO NO ATENDIAS EL JODIDO CELULAR PORQUE ESTABAS CON UNA MALDITA ZORRA!!- Intente acercarme una vez mas

-Vic, no... Escuchame.-Sentí como algo dentro de mí se desgarraba al ver el dolor que reflejaba su mirada. Ella estaba golpeada y venía a buscar ayuda pero se encontraba con la maldita de Sindy en mi casa. Era comprensible que reaccionara así-No es lo que piensas, lo juro pequeña.

-No quiero volver a verte.-Lo sentí como mil cuchillos clavándose en mí.

-Vic no hagas esto. Por favor.-Las lágrimas caían de mis mejillas. No podía perderla.-Déjame explicarte

-¡MIERDA, DEBI DEJAR QUE ME MATARA. TU NO CAMBIARAS NUNCA! ¡SIEMPRE SERAS ASÍ! Yo...-Su voz se quebró-Yo no quiero esto. Nunca más.

Y se fue corriendo.

Junto con ella se fueron absolutamente todas mis fuerzas. Me sentí una completa mierda y me puse a llorar como nunca antes.

La perdí. 




VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora