Epílogo

741 54 6
                                    

-Mami. Mami, despierta.

Carol estaba tomando una siesta. Había estado todo el día trabajando en la clínica y cuando regresó a casa, decidió tomar un descanso.

Murmuró algo incomprensible entre sueños y la pequeña niña se rió. – ¡Mami, despierta!

-No estoy durmiendo. –murmuró Carol, abriendo un ojo para encontrar a su hija riendo.

-¿Estabas soñando con ellas? ¡Cuéntame cómo eran, mami! –pidió la niña.

Carol se acomodó un poco en la cama para hacer espacio para que la niña se acostara a su lado. -¿Cómo sabes que soñaba con ellas?

-Estabas sonriendo. Siempre sonríes cuando sueñas con ellas.

-También estaban tu papá y tu hermano ahí... ¡oh! Y una pequeña cosa rubia de ojos azules, estoy segura de que tenía unos 5 años, y creo que se llamaba... Su... Su... oh, no recuerdo.

-¡Suzy, Mamá! –rió la niña. -¡Era yo!

-¡Oh! ¡Es cierto! Eras tú, mi amor.

-¿Cómo eran? En el sueño... ¿me querían? ¿jugaban conmigo?

-Claro que sí. Ellas se peleaban para decidir quién jugaba contigo primero. –aseguró Carol. Suzane no perdía la oportunidad para preguntar sobre sus hermanas, y Carol nunca se negaba, ella quería que su hija supiera que tuvo hermanas que hubieran sido felices de conocerla. Se sentía bien haciéndolo, como si ellas todavía vivieran con cada cosa que le contaba a Suzy.

-¿Y Sammy, mami? ¿Me dejaba jugar con ellas? –Carol alzó las cejas en confusión y la niña explicó: -El otro día Hershel me preguntó si quería ser su novia para que pudiera tomar mi mano y salir a jugar, yo le iba a decir que no, porque yo sé que los novios hacen más que eso, pero Sammy estaba ahí escuchando, se enojó y dijo que no me iba a dejar jugar con nadie de nuevo. –concluyó haciendo un puchero.

Carol se cubrió la boca para evitar reírse de la angustia de su hija. –Sí, mi vida, Sammy te dejaba jugar con ellas. Y te dejará jugar con los demás niños también. Él sólo estaba bromeando. –aseguró, y luego preguntó con cierto temor de la respuesta: -¿Qué más hacen los novios, Suzy?

-Pues... se dan besos como tú y papi –hizo una mueca de disgusto, provocando que Carol riera. -, y salen de casa solos. Y yo sé que no tengo que salir de casa sola.

-Oh, muy bien. Entonces le diré eso a tu hermano para que te deje jugar con los otros niños, ¿está bien?

Suzy asintió. Y después de unos segundos empezó a morderse el dedo, como lo hacía cuando estaba nerviosa por algo... igual que su padre. –Mami...

-¿Qué pasa? –preguntó Carol, un poco preocupada.

-Tía Maggie me invitó a dormir en su casa para jugar con Hershel. ¿Puedo, mami? Te prometo que me portaré bien, y le diré a Hershel que no seré su novia, ¿sí?

-Está bien. Pero pórtate bien, ¿ok? Haz lo que Maggie y Glenn digan.

-¡Sí, mami! –exclamó Suzy, besando la mejilla de su madre antes de pararse y salir corriendo de la habitación.

Carol suspiró y se acostó en su cama, mirando hacia el techo, con una sonrisa dibujada en su rostro.

Si ocho años atrás le hubieran dicho que el mundo se iba a caer a pedazos y que nada quedaría de lo que alguna vez creyó seguro y estable... seguramente Carol no lo hubiera creído.

Ella en realidad ya se había resignado a vivir la miserable vida que tenía junto a Ed. Estaba resignada a despertar cada mañana con un nuevo moretón para adornar su cuerpo.

Just let me talkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora