Capítulo 9 "En las nubes"

114 8 0
                                    

Capítulo 9 

A pesar de que comprar hamburguesas siempre me pone de buenas (realmente, es como entrar a mi paraíso personal), mi cuerpo no tenía energía. Ahora, esto pasa una vez cada mil años, así que si quieren pedir un deseo, háganlo ahorita.

Regresamos a la camioneta, me senté en el asiento del copiloto y por primera vez en hace mucho tiempo, no molesté a Ross, cosa que me aturdió y por la mirada en su rostro, noté que también sentía lo mismo que yo.

Busqué en la guantera algunos discos que me interesaran y aunque encontré más de par que me encantaban, al final opté por el MTV Unplugged in New York de Nirvana. Si estaba decaída, imagínense cómo quedé después de escuchar About a Girl, la primera canción.

Nota Mental: No escuchar Nirvana cuando deprimida.

Nota Mental 2: Al infierno todo, escucha Nirvana todo el tiempo.

Mi barbilla se recargó en la ventana de la furgoneta, mi mirada pasando por las palmeras que se movían al ritmo del viento —como cuerdas de una guitarra siendo tocadas por su dueño—, las personas que caminaban por la acera riendo y sonriendo y los escasos autos pasar a una lenta velocidad a un lado de nosotros.

La voz de Kurt Cobain me llevaba a lo desconocido y hacía que todo se sintiera denso, como la niebla en las madrugadas. La mano de Ross se movió lentamente hasta llegar a mi muslo y lo acarició en un tierno movimiento, sin lujuria ni morbo en el acto, sólo como si buscaras el contacto de tu hermana menor para evitar que llorara. No volteé.

Para cuando llegamos a la playa casi tenía una galleta salada en mi muñeca, flasheando suicidio. Okay, sé que con eso no se juega, pero, vamos, ¿creen que alguna vez me tomaré algo en serio?

Pude sentir la mirada preocupada de Ross un par de veces, pero en realidad no estaba como para dar un pepino. Tomé la bolsa de los refrescos y Ross la de las hamburguesas y después bajamos de la Van.

Su mano libre se apoyó en mi espalda baja; desde que me encontró con la guardia baja, sentí todos los vellos de los pies a la cabeza erizarse. No levanté la mirada, pero escuché su voz melodiosa, preguntándome si me encontraba bien. Mi corazón dio una voltereta hacia atrás y quería decirle que realmente no sabía, quería expresarle lo que sentía en mi interior como, ¿por qué estamos aquí?, ¿qué hemos hecho para merecer una vida?, ¿cómo es que nos conocimos?, pero, en lo más profundo de mi ser, sabía que nunca podría poner en palabras mis pensamientos y si lo lograba, no se los diría a él (ni siquiera sabría si me entendería), así que sólo asentí y caminé más rápido, dirigiéndome a donde los chicos se encontraban.

Riker me vio y corrió hacia mí, se agachó, y, con su hombro derecho golpeando mi barriga, me derribó al suelo, haciéndome caer sobre mi trasero. Una carcajada burbujeó desde mi garganta, mientras agarraba a Riker del borde de su camisa y lo atraía contra mí, haciendo que cayera al suelo, su costado tocando el mío.

--Te extrañé, __ —sus brazos se engancharon en mi cuello.

--Ridículo —murmuré, dejando una pequeña risa salir de mi boca mientras lo apartaba de un manotazo.

Nos pusimos de pie y nos unimos a los demás a comer. Como si lo de mi momento de cortarme-las-venas-con-galletas-saladas no hubiera pasado, bromeé sobre todo lo que sucedía a nuestro alrededor. La verdad es que ellos me subían mucho el ánimo (siempre y cuando no viera los rostros de Destiny y Ross) y aunque no supieran esto, estaba realmente agradecida.

La tarde pasó rápido. Rocky había llevado su guitarra y nunca dejó de tocarla, y, para la tercera hora me daban ganas de quitarle una cuerda y ahorcarlo. Con amor, claro.

Addicted to your poison | R.L.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora