Capitulo 3 "Sólo eso"

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El barman me sonríe. Sus hermosos ojos cafés brillan un poco, y sus cejas pobladas se arquean. Su cabello se levanta un poco de enfrente y es tan castaño como sus ojos.

—Si no me equivoco, ya van 8 vasos shots que se ha tomado la hermosa señorita —ríe un poco, mostrando su dentadura perfectamente blanca.

—Hermoso mi trasero —respondo. —Y soy la dueña de esta casa, así que sirve.

Mi voz es áspera por tanto alcohol que le he metido a mi cuerpo. Mi vista aún es estable, pero para el décimo shot que me tome, les aseguro que estaré completamente ida. Mía, a mi lado, se come a un chico rubio de ojos azules.

El barman me entrega otro vaso shot. Me lo tomo. Mi vista se comienza a nublar. Me entrega otro. Me lo tomo. Comienzo a reír. Me entrega otro. Me lo tomo. Caigo de la silla. Me levanto y sacudo mi vestido. Me vuelvo a sentar en la silla. Me entrega otro. Me lo tomo. Quiero besar al barman. Me entrega otro. Me lo tomo. Escucho un chistido. Me entrega otro. Me lo tomo. Creo que me están chistando a mí. Me entrega otro. Casi me lo tomo. Siento un piquetito en mi espalda, como si alguien me hubiera aventado una piedra. Fue la última gota del vaso.

—¿Quién se ha atrevido a aventarle algo a la Reina de Narnia? —grito, con el ceño suavemente fruncido y mi voz sonando extraña.

Mía y el chico que se están —aún— comiendo a un lado mío, me miran y ríen.

—¿Se ríen de mi cabello blanco, verdad? —pregunto, poniendo una mano sobre mi corazón. Auch. Eso dolió. Algunas lágrimas caen rodando por mis mejillas lentamente, mientras que mi corazón se marchita.

—No, __, no es eso —me asegura Mía.

—¿No, pinkie-pie?

Me llevo una mano por debajo de mis ojos, limpiando mis lágrimas en manera abrupta.

—No, pinkie-pie —me sonríe.

—Gracias, pinkie-pie —sonrío yo.

Mía vuelve a sonreír. El chico con lengua larga que come Mía me sonríe también, y después vuelven a lo que estaban haciendo. Aunque mi vista es borrosa, puedo notar como Lengua Larga lleva una mano al trasero de Mía y aprieta fuerte. Mía se entrega a él, encorvando su espalda y elevando su pecho, para que sus senos lleguen a la altura de la boca de Lengua Larga.

Mi boca se abre y sollozos escandalosos —que atraen la atención de todos, menos de Mía y Lengua Larga— se escapan sigilosamente por esta.

—¡Tengo el cabello blanco! ¡Estoy vieja!

Estás vieja. Estás vieja. Estás vieja. Estás vieja.

—No, linda —responde el barman de sonrisa bonita. —Estás joven y hermosa.

Me guiña uno de sus hermosos ojos miel y su sonrisa se agranda de manera extraña. ¡Bum!

—¿Eres el gato de “Alicia en el País de las Maravillas”? Yo siempre amé a ese gato. Aunque una vez tuve una pesadilla y le corté el cuello.

Limpio mi nariz con mi brazo y lo dejo con un denso líquido casi transparente.

—Porque si lo eres, me alegrarías el día —respondo, ladeando mi cabeza ligeramente.  

—No, linda, pero puedo ser tu príncipe —me responde—, si lo deseas, claro.

—¡Me estás mintiendo! —aprieto mis manos contra mis orejas. —¡Mientes! ¡Eres un mentiroso! ¡Cruz! ¡Cruz! Eres del diablo —hago señas extrañas con mis manos, las cuales se mueven con un ligero temblor.

Addicted to your poison | R.L.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora