Había tardado más de lo que esperaba en llegar, pero por fin estaba ahí. Delante de la puerta, con la maleta en una mano y las llaves en la otra. Se quitó uno de los auriculares y tras respirar hondo extendió la mano con las llaves hasta la cerradura, escuchando un áspero sonido conforme giraba la muñeca.
Después de forcejear con ella, el tercer empujón sirvió para que la madera cediera de pronto, provocando un tropezón que casi acaba en accidente. Cuando se recompuso, miró a su alrededor sorprendida y con cierto ápice de disgusto. Era igual que su tío. No podía negarse que había vivido ahí, hasta el olor era inconfundible.
"Esto va a necesitar más que una mano de pintura" Pensó, dejando la maleta a un lado y cerrando la puerta con cuidado. No había pasado apenas un mes desde que le habían hecho saber que su tío, cuya muerte no había pillado por sorpresa a nadie tras años de alcoholismo y una edad de ochenta y tres, le había dejado en la herencia su piso en Durham. No era grandioso precisamente, pero le venía de perlas para atajar la búsqueda de la universidad a la que iría aquel año. Tener un piso ahí le ahorraba muchas molestias, y para ser honestos, tampoco le quedaba demasiado tiempo como para seguir mirando.
La luz del sol entraba por los pequeños agujeros que había en las persianas rotas, reflejándose en las pequeñas motas de polvo que flotaban por toda la estancia. Eso y el olor a siglo pasado conseguían dar la sensación de que el tiempo no pasara en aquel sitio.
Echó un vistazo a la casa, con la misma expresión amarga con la que había entrado y chascó la lengua cuando volvió a la entrada. No estaba mal: dos habitaciones, un cuarto de baño y un aseo, una cocina comedor, un saloncito y una habitación que no había llegado a identificar y a la cual había decido no entrar por temor a encontrarse un nido de ratas, o algo peor. El estilo anticuado y desgastado se hallaba en todos los rincones, ninguna habitación quedaba a salvo del papel hortera y la moqueta vieja.
- Va a tocar ir de compras. - dijo, asintiendo. Aún no había comenzado el curso, y quedaban un par de semanas hasta que acabaran las vacaciones de verano, el tiempo ideal para devolverle la vida a aquel cochambroso lugar. Evelyn era una chica decidida y previsora, por lo que ya tenía algunas ideas desde el momento que le dieron la noticia.
Sacó el portátil de su maleta y quitó el polvo de la mesita al lado de la ventana antes de colocarlo encima. La luz y el agua estaban en funcionamiento, gracias a su madre, así que tenía una cosa menos de la que preocuparse. El WiFi, sin embargo, brillaba por su ausencia de momento en la casa, así que rezó por que algún vecino amable tuviera una conexión abierta.
Le dio gracias a la cafetería "Blue Raven" por su red sin contraseña y comenzó a repasar la lista que había hecho, comprando online todo aquello que le hacía falta, además de unas pocas más que no había tenido en cuenta. Su madre le había prestado como presupuesto para redecorar lo que podría haber sido su primer alquiler y, aunque no era mucho, se había hecho una idea para repartirlo por toda la casa.
Al poco tiempo, los paquetes se amontonaban en la puerta mientras Evelyn se encargaba de limpiarlo todo a fondo y de tirar todo lo que no pertenecía a aquel siglo. Las capas de pintura iban una detrás de otra y aquel color beige claro o "Suspiro" (como indicaba el bote) le daba un aspecto mucho más joven a todo el espacio. Se apartó el pelo de la cara y se limpió el sudor de la frente mientras observaba satisfecha como por fin la ratonera se convertía, poco a poco, en un sitio habitable.
El tiempo volaba, y de pronto ya no se le hacía tan extraño estar allí. El salón parecía realmente un salón e incluso tenía su televisión, que aunque no era nada moderna, seguía cumpliendo su cometido y le permitía ver Anatomía de Grey cada jueves por la noche.
Se acercó a la nevera y se sorprendió al encontrarse las baldas prácticamente vacías. Con todo el trajín que había soportado las últimas semanas, se había olvidado por completo de hacer la compra. Suspiró resignada y trató de mentalizarse para un viaje al supermercado.
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Fading Lights
RomantizmEl destino es muy caprichoso, sobre todo en temas de amor. Y sino que se lo digan a Evelyn.