Pasaron tres semanas y Édgar por fin había crecido, y ya podía ir con él en busca de mi hermana. Lo desaté y comenzamos nuestro viaje. Guardé mis pocas pertenencias en una mochila que tenía, para poder llevarlo todo en mi aventura. Abrí la puerta, y me fui, y no anduve mucho asta que me di cuenta de que Édgar no quería venir.
Tras un buen rato intentando hacer que Ed viniese conmigo sin resultados positivos, le dejé en casa para alejarme un poco más de donde había estado últimamente y así explorar algo más antes de irme. Encontré una mina, obviamente abandonada, ya que no quedaba nadie para encargarse de ella. En su interior, había unos baúles con dos nombres: Argonio y Ernesto. Por lo visto, mi padre también trabajaba allí, el bueno de Ernesto siempre procuró que a su familia nunca le faltase de nada.
No encontré mucho en aquel lugar húmedo y oscuro, sólo una espada vieja sin filo y un poco de pólvora, que no se muy bien qué hacía allí. Me quedé bastante tiempo investigando en esa mina, sin darme cuenta de que se hacia de noche, y no había vuelto a casa. Salí corriendo de allí, pero era tarde, para entonces, ya habían salido.
Nunca antes había visto a los monstruos que asesinaron a mi familia, pues sólo salen por la noche y yo siempre me iba temprano a dormir, pero aquella vez me distraje demasiado fuera de casa, y ahora pagaba las consecuencias.
Hasta ahora nunca supe la gravedad de los monstruos de la noche, era mucho peor de lo que me pensaba. Los monstruos eran zombis, caballeros muertos y fantasmas, y no muy amigables, precisamente. Intenté pasar desapercibido, pero me vieron, y vinieron a por mi. Yo salí corriendo lo más rápido que pude, pero justo antes de llegar a casa, me bloquearon mi camino, y de no ser por Sombra, no habría llegado con vida a casa, ya que tuve que matar a algunos para poder sobrevivir.
Ed estaba bien, y yo, muerto de miedo. ¿Qué diablos le pasaba al maldito chucho que no le daba la gana de moverse? Seguro que podría haberme ayudado.
Al día siguiente, decidí investigar todavía más por los alrededores. Llegué a un pino cerca de un lago que tenía unas escaleras por las cuales subí. Cuando llegué arriba, había una superficie de madera que asomaba por el borde de la cima del árbol, y recordé que era el lugar donde mi hermana y yo subíamos en verano a saltar al agua, a mamá le habría dado algo si lo hubiese sabido. Decidí saltar al agua para evocar algún recuerdo, era muy angustioso vivir solo y sin recuerdos.
Estando ya en el agua, conseguí acordarme de algo muy importante y no, no era un recuerdo de cuando mi familia seguía con vida. Me acordé de que no había dado comida a Ed, y tenía que volver para alimentarle.
Mientras volvía, había una tormenta eléctrica, de las que no llueve y sólo hay rayos, y uno cayó en casa, haciéndola arder. Me quedé horrorizado uso instantes, hasta que pensé en que tenía que salvar a mi lobo.
Esquivando las llamas, cogí su correa y se la puse, pero el chucho cabezón seguía sin querer moverse. Estaba en un momento crítico, tenía que elegir entre la mayoría de mis cosas o Édgar, y creo que mi elección fue la correcta.
Debido al peso de la carga, estaba llevándolo a rastras, y de milagro no me quemé yo ni lo que arrastraba. Se hacía de noche, y el único lugar donde podía ir era mi casa del árbol. Lo cogí todo en peso, y con mucha dificultad trepé el árbol. Édgar pesaba mucho más de lo que yo pensaba.
Desde un hueco en la pared de la casa del árbol, pude ver como todo lo que tenía ardía junto a mi casa, excepto algo de comida y Sombra. Aquella noche no pude dormir, con el ruido de las llamas, la tormenta y los monstruos era imposible, y tuve que aguantar viendo como mi casa se iba cayendo a trozos entre las grandes llamas producidas por el maldito rayo.
Al final, me desmayé de sueño, y desperté en la mañana sin posibilidad de salir, ya que por la tormenta, un árbol cayó y me taponó la única salida, y no intenté salir, ya que prefería estar con Ed y pasar tiempo con él, y, a pesar de que no me entiende, hablaba con él.
Pasaron tres días hasta que pude, finalmente, mover el tronco con mucho esfuerzo. Ed y yo por fin éramos amigos, y ya decidió andar. Cerca de donde vivía, había una pequeña montaña de arena por la que decidí subir para ver mejor todo lo que me rodeaba. En la cima de esta pequeña montaña, había una fuente de agua natural en la cual recordé que mi familia solía ir allí a recoger el agua que bebíamos y llené unas cuantas botellas de cristal de pociones con agua para beber, ya que era lo único con lo que podía almacenar agua.
Me senté a descansar, y fue entonces cuando pude ver algo tan bello que nunca podría haber imaginado que fuese tan cercano a mí, ya que la diversidad de paisajes que había a mi alrededor era hermosa. Al norte, las ruinas de mi casa y un amplio mar que se extendía hasta donde la vista no me alcanzaba, con manchas verdes representadas por islas llenas de árboles y animales que no se podían apreciar por la lejanía. En cambio, hacia el sur, una enorme extensión de bosque que te impedía ver el suelo, era aún más bello para mi. Muy al sur, podía apreciar árboles considerablemente más altos que los que tenía mas cercas, con unas pocas montañas levemente más altas que la de arena en la que yo estaba.
Bajé listo para emprender el viaje hacia el sur, cuando vi una valla de madera, y entonces me acordé. Mi padre me avisó de nunca atravesar aquella valla, ya que había múltiples peligros hacia el sur, pero yo ya estaba preparado para emprender ese viaje, con Ed, sería más fácil y más divertido.
Anduve algunas horas, hasta que llegué a lo que parecían las ruinas de un antiguo poblado, y le dediqué una hora para ver si descubría algo interesante, pero no lo hubo, salvo huesos y algunas flechas de los antiguos habitantes de aquellas tierras. Estuve tan entretenido admirando aquel poblado, que no me di cuenta de que ya casi era de noche, y no tenía a donde ir, lo que me produjo un fuerte ataque de pánico.
Me quedé en el suelo, pensando dónde podría esconderme aquella noche para estar a salvo, mientras miraba al sol desaparecer en el oeste, cuando ya empecé a oír los primeros gruñidos y gritos de los monstruos de la noche. Salí de las ruinas de lo que creo que era una casa, y los vi acercándose lentamente hacia mi, estaban por todos lados, allí donde miraba, había seres de esos. Desenvainé a Sombra y me dispuse a abrirme camino matando algunos monstruos, obviamente con la ayuda de Ed.
Sombra estaba tan afilada, que casi ni notaba el impacto cuando los iba matando, pero seguían viniendo y viniendo monstruos, no tenía donde ir, cuando pensé en algo que podría funcionar.
El bosque no quedaba muy lejos de donde yo estaba, y pensé que si trepaba a un árbol podría estar a salvo, así que conseguí salir del círculo de monstruos en el que estaba metido, y llegué al bosque, pero, estando allí, me acordé de Édgar. ¿Qué iba a ser de él? No podía dejarle a merced de los seres de la noche, pero tampoco quería morir. Se acercaban cada vez más y más a mi, y yo no sabía que hacer.
Casi habían llegado a mí, cuando se me ocurrió la mejor idea, y la llevé a cabo. Fui a una cueva cercana, pero los monstruos iban justo detrás de mí y también entraron en ella, y pasó lo que tuvo que pasar.
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Memorias de un viaje inesperado
FantasySebastián es un chico que vive en una pequeña casa cerca de un lago, junto a su familia. Un día despierta con la casa destrozada y sus familiares desaparecidos, y es cuando decide que es oportuno embarcarse en una aventura con su único compañero, Éd...