Capitulo X: Empieza la verdadera aventura

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Ahora empezaba mi verdadera aventura, para encontrarme a mí misma y lo que en realidad era.

Mi brillante excusa que le había dicho a mi mejor amiga, Katlyn, era que después del instituto me cogería un año Sabático. En cierto modo era verdad porque hasta que no encontrara a los Clarianos de la Sombras no volvería a mi vida normal, bueno todo lo que en realidad podía ser "normal" en mi vida.

Quería irme de ese pueblucho de mala muerte, y olvidar todos y cada uno de sus malos recuerdos, pero había decidido quedarme para buscar a los Clarianos.

El aire fresco de la mañana me abofeteó la cara, ese tiempo en verano no era demasiado normal. Volví a entrar en casa para coger una chaqueta, cuando volví a salir a fuera Will aún no había llegado. Así que le llame. Primer pitido, segundo, tercero... Maldito no cogía el móvil. Volví a llamarlo. Primer pitido, segundo...

-¿Si?- contestó con voz adormecida.

-¡Eres un maldito impuntual! Tendrías que estar frente de mi casa ahora mismo, así que si no quieres que te pase algo realmente malo, ya puedes mover tu trasero de hombre lobo hasta mi casa.- colgué, estaba furiosa. Y dicen que las mujeres no somos puntuales, eso es que no han conocido a Will.

En diez minutos ya estaba frente mi casa con una bolsa de deporte.

-¡Por fin! Eres la persona más lenta e impuntual que he conocido, ¿ y esa bolsa?

-Vale, vale ya lo he entendido. Yo también te aprecio. Esta mochila es para que te entrenes.

-Jajajaja, es una broma ¿verdad?

-La verdad es que no. Así que vamos.

-Me prometiste que los íbamos a buscar no que tendría que entrenarme para encontrarlos.

- No te lo dije porque si no te echarías atrás.- en eso tenía toda la razón, yo deporte y yo no éramos demasiado amigos.- vayámonos a cambiarnos.

Abrí la puerta por segunda vez y subí las escaleras hasta detenerme delante de mi cuarto.

-¿A qué esperas? Abre ya la puerta que nos tenemos que cambiar.- esa mirada tan perversa no me daba ninguna gracia, algo tramaba. Entre en la habitación y el me siguió, tiró la bolsa al suelo y se quitó la camisa.

-Con que ha eso venia tu mirada... si te pensabas que íbamos a cambiarnos juntos es que ibas muy, pero que muy equivocado, tú te vas al baño y yo me quedo aquí.- cogí la bolsa y la tire escaleras abajo, cerré la puerta. Lo oí refunfuñar y se me escapó una pequeña sonrisa.

Ya cambiada abrí la puerta, me esperaba justo en el rellano de la escalera, bajamos las escaleras y salimos por la puerta principal.

-¿Preparada muñeca para entrenar con tu guapo entrenador?- ¿había oído bien o me había llamado muñeca?

-Vuelve a decirme muñeca y veras la fuerza que tengo creído.- en el colegio de pequeña, era una más de los chicos ya que me peleaba con todos y tenía mucha fuerza y al final los chicos me había cogido respeto. Esto era una de las cosas que Will no se esperaba, mi fuerza.

Me echo una mirada de desafío.

-Vamos entonces que tenemos mucho que hacer. Primero correremos diez kilómetros, después harás cincuenta abdominales, flexiones y...- le interrumpí, ¡estaba loco! era tan solo mi primer entrenamiento.

-Espera, espera, sabrás que tan solo es mi primer entrenamiento y el deporte y yo no es que seamos demasiado amigos. No lo soportare, me moriré en el intento de correr 10 kilómetros. ¿Y no podemos dejarlo con los diez kilómetros?- hice mi mejor cara de pena, para que tuviera lastima y se lo pensara dos veces antes de querer que hiciera todo eso. Pero no funciono al cabo de unos instantes me quitó mi móvil para que lo persiguiera y corriera esos malditos diez kilómetros y como una boba lo perseguí, estaba claro que no quería que hurgase en mi teléfono. Corría lo más rápido que podía pero no me acercaba ni un poco, estaba segura que mi cara estaría muy roja y el sudor me caía por todo el rostro, en cambio él parecía que no se agotaba ni un poco y a veces se giraba para verme y reírse, sería jodido el lobito, le hacía gracia que no aguantase y además estaba horrible y muy cabreada.

Cuando por fin hice los diez kilómetros paremos cerca del río. Me acerque al río y me puse de rodillas, seguidamente introduje mis manos dentro del agua y me refresque la cara. Cuando me puse en pie Will me echo una botella, la botella contenía un líquido verde un poco fluorescente que no pensaba tragarme algo raro como eso.

-¿Que es este repugnante líquido?

- Este líquido lo usamos los subterráneos es para recuperarnos del cansancio, los golpes, nos cura las heridas, diríamos que es como una poción mágica, tiene mala pinta pero en realidad es dulce.

Me puse la botella en los labios y vertí muy poco en los labios y los lamí, era verdad era muy dulzona. Me bebí media botella.

Al cabo de diez segundos me encontraba totalmente recuperada, se podría decir que podía volver a correr esos diez kilómetros sin dificultad.

-Ahora que ya estas recuperada vamos a continuar con el entrenamiento. Primero veinte flexiones y cincuenta abdominales.

Lo hice sin rechistar. Mi fuerza había aumentado también.

Cuando acabamos del entrenamiento lo reté a una carrera para volver a casa. Me sentía aún muy motivada, se notaba el efecto de esa bebida porque de normal ni se me habría pasado por la cabeza.

Corrí lo más que pude para poder ganarle y reírme en su cara, solo quedaba unos pocos metros para llegar a mi casa y salir victoriosa, no le veía en ningún lado. Ya delante de casa subí los brazos para proclamarme ganadora.

-Aún no cantes victoria bonita, llegué antes.- como era posible ni me había adelantado en ningún instante.- Salió de dentro mi casa.

-Has hecho trampa, seguro. No me has adelantado en ningún momento, ¡es imposible!

- He sido más listo y he saltado por los árboles, aunque tampoco habíamos puesto normas, ¿verdad?- maldita sea era verdad, no habíamos especificado las normas.

-Y ¿cuál será mi recompensa?- se acercó, muy cerca casi tocando mi piel. Sentía su aliento y su olor mientras me susurraba en la oreja. No quería jugar a su juego y menos con sus normas, así que lo aparté y entre en casa.

Las dos semanas siguientes solo hacía que entrenar, entrenar y más entrenar. Aunque la verdad se notaba la diferencia que había hecho mi cuerpo, ahora estaba muy tonificado y mi resistencia había aumentado ahora podía hacer más de veinte kilómetros y hacer el entrenamiento sin pararme, pero con un poco de ayuda mágica, la bebida verde. Estaba muy orgullosa de mi misma.

En el pueblo casi no había nadie, todo el mundo estaba veraneando en lugares mejores que Warwickshire.

Ahora nos alojábamos en mi casa, era mucho mejor que la cueva de Will y además tenía cocina, baño, las cosas que tenía que tener una casa.

Eran las dos de la madrugada cuando sentí el peso de un cuerpo tirándose encima el colchón de mi cama, se estiro a mi lado. Me desperté y me voltee hacía quien había encima el colchón.
-Hola muñeca- era Will.- me volví a girarme para intentar dormir, el entrenamiento de hoy me había dejado agotada.
Will con su fuerte brazo me rodeo y me abrazó. Estuve a punto de quitarle el brazo, pero ese abrazo era muy reconfortante y me hacía sentir segura, protegida por alguien.

Me desperté, a mi lado ya no estaba Will. Los rayos de sol entraban por la ventana, se oía la canción de Crossroads de Dead by April, que bien se ponía esta canción al despertarse. Me puse unos pantalones cortos debajo de la gran blusa que usaba para dormir y seguidamente baje las escaleras  hacia la cocina. La situación que estaba viendo me hizo reír mucho, Will haciendo el desayuno sin camiseta y cantando, que mal que cantaba, era peor que yo. Cuando me oyó reír dejo las cosas y comenzó a perseguirme, corríamos alrededor de la mesa de la cocina.

-Vuélvete a reír y dile adiós a las riquísimas tortitas que he preparado.
-Lo siento.- se me escapó una pequeña risa, mis disculpas no eran demasiado convincentes. Así que me persiguió por toda la cocina, hasta que me pilló. Nos quedamos los dos de frente mirándonos fijamente, cada vez estábamos más cerca uno del otro. Mi cuerpo quería pero mi conciencia me decía que no. 

Diario de una BansheeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora