CAPITULO VIII

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Llegué a la cueva, casi sin aliento. Will no estaba.

Tuve una visión.


Recordé el día de la fiesta en el bosque. Los chillidos de la gente, todo ese caos, que aún nadie sabía que había pasado, pues yo me acababa de enterar. Lo que había en esa fiesta era una manada de hombres lobos con sed de sangre.


Will no tardó en llegar. Cuando entró le conté mi visión.

-Ya lo sabía, por eso te rescaté. Buscan a otros subterráneos para matarlos. Solo quieren que haya una especie y es la de los hombres lobos que sean alfas.

-¿Qué son alfas?

-Son los hombres lobos que pueden dominar una manada.

-Ah.- eso era peligroso, si yo de verdad era un subterráneo que había adoptado la forma de lo que realmente soy me estarían buscando.


Seguí la próxima semana en la cueva.


Era la última semana del instituto y tenía que ir, si o si, sino no me darían el graduado. Cogí las cosas, exactamente las pocas cosas que tenía y fui caminando con Will hacía el instituto.


El instituto estaba como siempre, por suerte nadie se había enterado que me había escapado de casa, ni las viejas chismosas que vivían a la entrada del pueblo.

Nos hicieron ir al gimnasio, nos sentamos en las gradas.

-¡Kim!- esa era la voz de Katlyn. Se dio prisa para coger sitio a mi lado.

-Hola- dijimos los dos a unísono. Katlyn se acercó a mi oreja.

-Que "amigos" que os habéis hecho- susurro.

Ya empezaba, porque todo el mundo no entiendan que las chicas podemos tener amigos.


El director empezó el discurso, el mismo de siempre. Por fin acabo el tostón de discurso y empezaron a llamar a todos los alumnos.

-Nathan Adams- salió el chico del pelo rizado tan simpático. Iban diciendo uno por uno, esto se me haría eterno.

-Will Carstairs- aplaudí emocionada.

-Enhorabuena Will- y me sonrió.

-Alisha Jarrett - salió esa rubia creída, como la odiaba.

-Kimberly Odair- esa era yo, me dirigí hacia el escenario con un sonrisa pastada en la cara.


Entre en casa otra vez, necesitaba más ropa y mis cosas. Pensé que no me encontraría a Jake, pero pensé mal.

Estaba tumbado, en el cómodo sofá.

-Sabía que volverías, pero pensaba que te rendirías más pronto.

- Y no me he rendido, no me quedare aquí.

-Va quédate, solo una noche.- su mirada entristeció, me añoraba, lo notaba en sus ojos. Yo también lo añoraba, al fin y al cabo era mi hermano.

-Solo una noche.

-Vale.- me hizo una tímida sonrisa.


Qué bien volver estar en casa, fui directamente a mi habitación y me tumbe en mi querida cama, que bien que se estaba en mi propia cama.

Encendí la radio, hacia una eternidad que no escuchaba música, eso en mí no era normal.


Era la hora de cenar y baje a la cocina. Jake estaba preparando la cena. Mmm...Estaba cocinando mi comida favorita, sus espaguetis a la carbonada.

-Eh, hola. Pensaba que te habías quedado dormida.

-Bueno, he hecho una cabezadita.

Sirvió la cena y nos sentamos a mesa.

-Kim, por favor ¿saldrías solo una noche de caza conmigo?- eso no, eso sí que no. Discutimos por eso y me fui de casa. Y ahora ¿quiere que le acompañe?

-No, para mi es cazar personas.

-Pero muchos subterráneos son malos.

-¿Y qué? Son personas igualmente.- insistió, mucho, hasta que me rendí y acepte, era solo para que se callara.

- Vale, cuando acabemos de cenar bajaremos al sótano y te daré unas cuantas cosas.

-Jake, ¿para qué son todas estas cosas que llevo?- iba como si fuera a la guerra, armilla antibalas, pistola, cuchillo y muchas otras cosas más.

-Kim es necesario por si te ocurre algo.- solté un gruñido, la mochila que llevaba pesaba lo suyo.


Nos adentramos en el espeso bosque. La luna se colaba entre las copas de los árboles. Me daban escalofríos rondar a esas horas de la noche por ese bosque tan solitario.


Llevábamos media hora rondando por ahí, me comenzaba a cansar. De pronto oí unos pasos detrás de mí.

-¡Vigila!- chilló mi hermano.

Caí al suelo, una gran criatura se me lanzó encima. Oí un disparo, la criatura que estaba encima de mí cayó. Me levanté. Esa criatura era un hombre lobo, aparecieron más, había uno detrás de un árbol y dos más encima de una rama.

Los dos de encima la rama parecían gemelos.

Saltaron del árbol y vinieron hacia mí.

Jake disparó a uno, el otro se giró, estaba muy cabreado y daba miedo. Se abalanzo sobre mi hermano y le mordió. Jake no podía salir de debajo del hombre lobo. Otro vino rápido y se enfrontó con él, ese me miro, yo conocía esos ojos. Eran los de Will.

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Diario de una BansheeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora