Débil

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Regresó a su país después de haber perdido frente a Alfred, lo intentó, de verdad que sí. Fue dispuesto a someter o matar a esa colonia rebelde de América... pero al verlo frente a sí, no pudo ver a una colonia rebelde. Vio frente a él al pequeño que encontró, educó y quiso como a un hijo. 

Ese pequeño hiperactivo de fuerza descomunal que le tenía miedo a los fantasmas y los buscaba a él y a Francis para dormir en las noches de tormenta, el mismo niño que se quedó con él cuando ambos franceses se alejaron de su lado.

- Yo solo quiero ser feliz... - murmuro para sí, no esperando que alguien más estuviera escuchándolo.

- ¿Tú? ¿Quién a cada oportunidad de ser bueno, tomo las peores decisiones causando todo un desastre destruyendo toda posibilidad de ser feliz?... realmente me sorprende escucharte decir eso, conejo - Scott le respondió en un tono cruel y burlón, esperando alguna reacción del menor pero esta nunca llegó.

Gales, Escocia y las Irlandas se miraron entre sí algo preocupados, la falta de reacción de Inglaterra no era común. Y menos que, al parecer, se olvidara que ellos estaban en la misma habitación que él.

- Sí... tienes razón - su voz y mirada apagada fueron suficiente alarma para los cuatro, Arthur debería de responderles molesto y no tan... resignado.

- Little Arturín ¿qué tus heridas no se han curado? ¿O a qué se debe tú mal estado? - Cian lo tomó de los hombros con una sonrisa nerviosa. Las miradas de Liam, Scott y Dylan sobre ellos le hizo ver que era una estúpida pregunta.

- No me pasa nada... estoy bien - intentó sonar seguro pero su voz se quebró en lo último.

- Oh, Arthur... eres tan débil - murmuró Dylan creyendo que este no lo oiría.

- ¡Repite eso! - le gritó enojado, no estaba de humor para escuchar los reclamos de sus hermanos - ¡Repite eso mientras recuerdas que fue este débil quién los venció a los cuatro! - se soltó del gemelo y los miró enojado - ¡Repite eso mientras recuerdas que fui yo uno de los más sanguinarios, temidos y poderosos imperios!

- Pero sigues siendo débil, y con esto nos muestras que nunca has entendido a qué nos referimos - comenzó Dylan con mirada molesta.

- Sí, pequeño conejo - le siguió Liam - no decimos que seas débil por tu poder militar ni nada de eso...

- Lo decimos por tu gran sentimentalismo - Scott tenía esa mirada fría que él recordaba de los tiempos en que vivía con ellos luego de la muerte de Britania - ¿cómo esperas ser grande y fuerte cuando te sueltas a llorar como un niño pequeño cada que pierdes alguna colonia rebelde? ¿Cómo esperabas derrotar a ese niño malcriado de Alfred cuando apenas verlo te soltaste a llorar?

- ¿Cómo esperas llegar al nivel de nuestra madre si eres tan sentimental? - terminó por decir Cian sin rastro alguno de burla o diversión.

Y Arthur no supo qué responder, ahora entendía todo. Sus hermanos no lo trataban tan mal para que fuera fuerte... lo trataban así para que fuera insensible como ellos. Quiso decirles que lo sería, pero muy dentro de sí sabía que no podría.

Aunque eso no significaba que no pudiera fingirlo, era bueno en ello y muy rara vez sus hermanos notaban esa máscara que utilizaba. Solo Francis había podido ver a través de ella y por un tiempo creyó que Scott también, pero ahora sabía que no.

Se limpió las lágrimas, regulo su respiración y cuando se hubo serenado lo suficiente volteó a mirar a sus hermanos con esa mirada fría copia de la de ellos. Scott y los demás lo miraron sorprendidos, pero pronto se recuperaron.

- Pueden creer eso si quieren... no es que me interese lo que piensen - su voz salió fría, tranquila y controlada - ahora... largo de mí casa y de mí territorio

- Te recuerdo que fuiste tú quien nos llamó - Scott frunció el ceño ante el tono que Arthur usó.

- Bueno, pues ahora les digo que se vayan ¿es tan complicado entenderlo?

- Vamos conejo, no te hagas el herido - Liam se acercó intentando tomarlo del hombro.

- Venimos a apoyarte... o algo así - Cian le siguió.

- Pues ya no lo necesito... largo de aquí - se soltó de su agarre bruscamente.

- Pero qué sensible eres... no se te puede decir nada

- No es ninguna de esas cursilerías Dylan, pero ahora mismo tengo muchas cosas qué hacer, Matthew no tarda en llegar y debo revisar todo el desastre que ese niñato de América causo con su numerito... largo de aquí - su tono fastidiado por tener que explicar las cosas no pasó desapercibido para ninguno.

- Si eso quiere el enano... pues vayámonos - Scott les ordenó a los otros, salieron por la puerta pero se detuvo en la entrada - a la siguiente que llames por nosotros, no esperes que vendremos tan de buena fe a verte - le aseguró molesto.

- Pues esperen sentados, que esto no se volverá a repetir... nunca han sido de ayuda, de todos modos - con un gesto de desdén lo despidió y cuando escuchó que cerraron la puerta su máscara cayó de nuevo - siempre he sabido salir yo solo de todo... solo todo es mejor Arthur... solo es como debes estar - se repitió en murmullos.

Los cuatro mayores caminaban por los pasillos, Liam y Cian detrás de Dylan y Scott. El clima que antes solo estaba nublado auguraba una terrible tormenta... una muestra clara del verdadero estado de Arthur.

- No debimos provocarlo - murmuraron a la par Cian y Liam, siguiendo a los mayores - ahora se cerrará más en sí mismo y eso no le hará bien

- Ustedes dejen de quejarse, es lo que debe hacerse - Scott volteó a mirarlos de reojo.

- Tal vez, nos pasamos un poco Scott - Dylan lo miraba dudoso.

- Tenemos órdenes, no lo olviden y si con esto Arthur se vuelve lo que madre quería y esperaba de él... no debemos intervenir - al decir lo último apretó los puños tan fuerte que sus nudillos quedaron blancos.

Scott y sus hermanos cumplirían con lo que ordenó Britania antes de morir... pero eso nunca significó que estuviesen de acuerdo con ello.


Arthur: La historia de un imperioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora