Uncover

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Arthur notaba raro a Alfred, no que no actuara como siempre, es más, estaba más escandaloso que nunca y eso mismo es lo que lo hacía notar que el rubio menor no estaba bien. Quería preguntarle pero ¿cómo hacerlo? Al contrario del pasado, Alfred y él ya no llevaban una buena relación.

Tan metido estaba en sus pensamientos que no notó como comenzaba a poner nervioso al americano al observarlo tan fijamente.

- Iggy! What the hell is wrong with you? - terminó por preguntarle con el ceño fruncido, azotando sus manos en la mesa.

- Bloddy hell, America! ¿POR QUÉ DIABLOS ME HABLAS ASÍ? - se levantó también mirándolo ceñudo, el americano lo miró y luego rodó los ojos.

- Ah, ya... es la edad - terminó convencido - eso o comiste de tus scones de nuevo ¡que esas cosas son tóxicas, Iggy! - se burló.

- ¡Mis scones saben perfectamente! ¡Tus asquerosas hamburguesas sí que son tóxicas! ¡No me sorprendería que murieras un día de estos por tanta porquería que comes! - le devolvió ofendido ¡nadie insultaba su comida!

- Ya, ya, cálmense los dos ¿quieren? - Francis trató de calmar los ánimos.

- Shut up, frog! Esto no te incumbe - Arthur lo miró mal ¿es que acaso no notaba que Alfred no estaba actuando normal?

- ¿A quién le dices frog, ex vándalo? - Francis le respondió molesto ¡él solo quería terminar de una buena vez con la junta sin estar peleando! Pero claro, el cabezota insensible y traicionero de Inglaterra no lo veía así.

Ambas naciones se envolvieron en una de sus tantas peleas, llegando como casi siempre a los golpes. Antes para el resto de naciones era un poco entretenido verlos (vamos que era más que claro que solo había cierto y muy específico tipo de tensión entre ellos).

Pero todo cambió luego que un tiempo los hermanos de Arthur se presentarán en su lugar. Con Wales y las Irlandas no había problema alguno, pero cuando le tocaba ir a Escocia... esa era harina de otro costal. Si bien Francia ignoraba a los otros tres, cuando veía a Escocia no podía dejar de pelear con él, pero de verdad PELEAR, ya fuera verbal o físicamente, y a veces, ambas.

Nadie entendía por qué del odio entre ambos, nadie excepto ellos mismos, Estados Unidos y Canadá. Claro que a las demás naciones no se les ocurrió preguntar de razones, mientras cumplieran con sus encargos podían desvivirse en golpes y pleitos.

Sin embargo ahora todo era diferente, si bien antes la tensión era soportable, ahora se podía cortar con un cuchillo y ya no solo era tensión, sino rencor.

- Cielos, de nuevo otra junta arruinada, aru - Yao suspiró fastidiado, tomó sus cosas y se levantó - yo me retiro, tengo cosas que hacer y esto no llegará a nada - les avisó a las tres naciones restantes.

- Yo saldré un momento, Kumajiji tiene hambre - Matthew le murmuró a su hermano, quién miraba a los mayores con gesto serio, raro en él - no hagas nada Al... de nada serviría - le pidió antes de tomar a su oso y salir también.

- Si los sigues mirando así, creeré que eres un villano - Iván se acercó a Alfred y soltó el comentario con su sonrisita de siempre. Alfred lo miró de regreso y suspiró.

- No siempre se puede ser el héroe - murmuró caminando fuera de la habitación siendo seguido de cerca por el ruso.

- Da, pero esa no es la actitud que Estados Unidos tiene siempre ¿dónde quedó el fastidioso e idiota que dice ser un héroe? - lo cuestionó mientras ambos entraban en otra habitación, la cual era otra sala de juntas pero más pequeña, desde esta ya no se oían los gritos de Francis y Arthur.

Arthur: La historia de un imperioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora