capitulo 5

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Te mentí sin querér, querido Diario:

Yo creía que todo había salido perfecto en la fiesta, pero me acabó de enterar de que el poco seso de mi abominable hermanastro Javier " se olvidó" (oh... "Se olvido"...claro...ajjj...) de cargar todos los regalos, y quedaron varios en lo de la abuela.

Alcanzó a meter en el baúl del auto de Rubén algunos paquetes, los bolsos llenos de ropa con que nos vestimos, ¡ y hasta entremezcló bolsas de basura !... que según él encontró preparaditas en la puerta, listas para ser cargadas ( ¡sí por los recolectores de residuos!...pedazo de imbécil...), pero mis regalos, ¡no! Allá quedaron.

Algunos los había alcanzado a ver, como la cadenita de plata que me trajo Marianella, o unas pantuflas de conejo espantosas con orejas de conejo (color fucsia, como si fuese poco... imposibles de pasar desapercibidas) que me entregó con grandes gestos tío Pacho frente a todos ( tiene un gusto podrido, ese...) Y varias chucherías más. Pero faltaban muchísimos que deje que la abuela juntará para verlos luego, por que o abría cada uno, o posaba para las fotos, o bailaba, o saludaba, o me divertía. Todo al unísono, no.

Mamá jura que le repitió tres veces a Javier que los llevará hasta el auto, pero entre tanta gente y emociones ( y el idiota se había tomado hasta el agua de los floreros...¿nadie lo notó? ) a ella se "le pasó" controlar si lo había hecho. ¿Que? ¿Perdon? ¿Alguna vez Javier hace bien lo que le mandan? ¡Jamas! Si yo me hubiese "olvidado" de los regalos de él, la tendría a mamá y a Rubén pegados en mi oreja, dale que dale con sus sermones en frecuencia modulada,machacándome el coco. Pero como es el "nenito de papá" quien se "olvidó"...pobrecito... ¡A mí que me parta un rayo!

No me importa, me voy a lo de Abu y lo resuelvo. Por que lo que yo no solucione en mi vida por cuenta propia, nadie en esta familia lo hará.

                                                                                                 Tuya, Cecilia Zucarías

PD: perdón por el tonito, pero estoy furiosa y no sigo escribiendo por no arruinar más páginas de este diario.

El jamón del sándwichDonde viven las historias. Descúbrelo ahora