Si no fuese porque su aroma seguía en mi almohada esa mañana, todo habría sido un sueño. Hasta anoche, estaba muy convencido de que me atraían las chicas, pero ahora, claramente ya no estaba seguro, aunque de alguna forma no me importaba. No podía sentir que algo de lo que había pasado estaba mal si me sentía tan bien por dentro, cómodo, como si hubiese estado predestinado a ser durante toda la vida. Jongin era un chico y yo también, y la conciencia de tenerlo claro extrañamente no me asustó. Muchas veces habíamos hablado acerca de cosas como estas, y Jongin había sugerido que él era del tipo de persona a la que el sexo de alguien simplemente no le importaba; incluso lo escuché decir que si llegaba a enamorarse lo haría de la persona, no de lo que hubiese bajo su ropa, y de alguna forma asumí ese pensamiento como mío, porque ¿cómo podría ser de otra forma? Entonces pensé que lo que sentía por Son Naeun se trataba de su personalidad dulce y no del hecho de que fuese chica, y sin querer asumir lo que sentía por Jongin, nunca me sentí atraído por otro chico. Quizás porque no se trataba de que fuese un chico, solo se trataba de que era él, Jongin, mi Jongin.
Al salir para caminar juntos al colegio, le vi llegar con un semblante un tanto perdido, y asumí que todo se trataba efectivamente de su reciente alergia, aún así, yo conocía bien a Jongin y sabía que algo no andaba del todo bien. Por mi cabeza pasaron mil y un hipótesis, como que quizás se había arrepentido, que ya no le gustaba tanto, que había escapado de mi cuarto porque no quería tener que dar cualquier explicación, por eso caminé a su lado sin decir mucho, contando todas y cada una de las hojas que veía sobre el asfalto, hasta que disipó mis dudas con su estupidez e insistencia por confirmar lo que yo sentía. Y lo odiaba, lo odiaba tanto cuando sonreía de medio lado y enarcaba una ceja, como si el maldito no supiera que sus miradas son imposibles de evitar, y que te derriten el corazón de solo verlo. Puto Jongin, tenía muchas ganas de besarlo.
―Tú también me gustas, pedazo de idiota―le dije, y le di el beso más torpe que nadie haya dado en la historia de la humanidad. Genial.
―Mucho mejor―dijo él, y con la sonrisa llegando a sus ojos, continuamos caminando.
El tenerlo a mi lado durante todas las clases se sintió distinto, como si la química estallara de una forma que no lo había hecho antes, sobre todo porque de alguna forma extraña necesitábamos tocarnos constantemente, así que Jongin acariciaba mi rodilla, mis dedos, mis muñecas, y no dejaba de mirarme cada instante en que podía desconcentrarse, desconcentrarme, desconcentrarnos, incluso a Kibum, que en un momento volteó a verme para hacer burla de Jonghyun y sus ojos se hicieron pequeñitos cuando nos escaneó a ambos y acabó levantando una ceja, volteándose luego como si hubiese asumido todo sin preguntarnos.
―Dímelo ahora, quiero saberlo ya―y como era obvio, vino el interrogatorio.
―¿Decirte qué?―respondí, mientras secaba mis manos en el baño.
―"Dicirti quí"... A mí no me ocultes cosas, Taemin, porque yo soy bruja. Algo pasó entre tú y Jongin y quiero saberlo ya.
―Nada ha pasado.
―No te creo.
―Yo tampoco le creo―se le unió Jonghyun.
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La ventana de al lado (en edición)
FanfictionJongin se marchó una tarde de otoño sin despedirse ni mediar explicación, y desde aquel día, los ojos de Taemin se perdían en la oscuridad de su vacía habitación, su cuerpo deslizándose entre el eco de bailes que aminoraban su desencanto. El cuarto...