Al fin nos hallaremos
Al fin nos hallaremos. Las temblorosas manos
Apretarán la dicha conseguida,
Por un sendero solo, muy lejos de los vanos
Cuidados que ahora inquietan la fe de nuestra vida.Las ramas de los sauces mojados y amarillos
Nos rozarán las frentes. En la arena perlada,
Verbenas llenas de agua, de cálices sencillos,
Ornarán la indolente paz de nuestra pisada.Mi brazo rodeará tu mimosa cintura,
Tú dejarás caer en mi hombro tu cabeza,
¡y el ideal vendrá, entre la tarde pura,
a envolver nuestro amor en su eterna belleza!Juan Ramón Jiménez.
Parte I
Despedidas y Cambios de RutaEl tren había llegado a la estación y el paisaje entero parecía ajetreado y caótico. Hombres descargando pertrechos, personal médico llevando a los heridos en camillas sucias, suministros regados por el suelo, confusión, gritos e irritación reflejado en muchas caras. Un grupo de soldados jóvenes con vendas en los ojos y uniformes en mal estado caminaban en fila, uno detrás el otro, entre las cajas con municiones y ametralladoras nuevas. Cada hombre llevaba el brazo derecho sobre el hombro de su compañero con el fin de guiar sus pasos hacia el tren. Un hombre que no había sido cegado por el gas de iperita conducía el grupo a lo largo de la plataforma.
Yves no podía observar el cuadro pero percibía la atmósfera de fastidio y expectación que se filtraba en el aire. Un par de enfermeros lo habían ayudado abordar el tren y estaba ya instalado en uno de los asientos, esperando la salida de la tren. Con las yemas de los dedos palpó el vidrio de la ventana y pensó que era irónico estar sentado cerca de ella, cuando no podría ver el paisaje y el clima era ya demasiado frío para que él disfrutara de la brisa con la ventana abierta. El viaje a Paris sería largo y aburrido, sobre todo con la pierna herida y la imposibilidad leer en el camino.
Yves, - llamó la voz de Terri detrás él y el joven doctor volvió el rostro en la misma dirección de donde había venido la voz, - pensé que no lo lograría- el actor dijo jadeando mientras respiraba pesadamente como si hubiese estado corriendo.
¡No sabía que me ibas a extrañar tanto!- Yves bromeó al escuchar las palabras de Terri.
Eso quisieras francesillo, - repuso el otro joven con una sonrisa socarrona - sólo vine hasta aquí para hacerte un favor.
Qué amable de tu parte, - replicó Yves aún en tono de guasa. - ¿De qué se trata?
El correo acaba de llegar y hay una carta para ti. Aparentemente viajó a diferentes destinos antes de llegar hasta aquí finalmente - explicó Terri poniendo la misiva en las manos del joven médico.
¿De quién es? - preguntó el hombre curioso y un poco frustrado por no poder leer la carta por sí mismo.
No lo vas a creer, - se rió Terri entre dientes muy divertido con la situación - ¡Nunca me imaginé que ustedes dos fueran tan buenos amigos!
¿Qué quieres decir? Vamos Grandchester, sólo dime de quién es la carta.
Terri puso una mano sobre el asiento e inclinó su cuerpo para susurrar al oído de Yves en un tono travieso.¡Una dama! - dijo juguetonamente.
¿Quién? ¡Nada más dime y deja de jugar como un niñito estúpido! - exigió Yves perdiendo lo que le quedaba de paciencia.
La Señorita Ceño Fruncido en persona ¡Quién lo diría! - Terri se carcajeó muy divertido.
¿La Señorita Ceño Fruncido?
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Reencuentro en el Vortice (Fanfic de Candy Candy)
FanfikceEsta obra fue escrita por Alys Avalos (Mercurio).