Capítulo 3: Todos deben echar la siesta

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Capítulo 3 

Todos deben echar la siesta

Bajé las escaleras cuando pensé que Niall se habría calmado, pero en el último escalón me encontré a Louis que cubría su boca con el dedo indice para que no hiciera ruido. Niall estaba en el sofá boca arriba y con los ojos cerrados.

- Es su hora de la siesta -susurró.

- ¿Aún se echa la siesta? -pregunté intentando no parecer muy sorprendida.

- Claro, todos lo hacemos, ¿tú no? -me preguntó con la misma expresión; Enseguida oímos a Niall quejarse y moverse un poco, por lo que me hizo señas para que le siguiera.

Me guió hacia la cocina y cruzó los brazos.

- ¿Qué? -me extrañé.

- ¿Cómo te atreves a cuestionar la hora de la siesta? -giré los ojos mientras él mantenía una sonrisa bromista- Es el mejor momento del día. Es cuando puedes vivir un trozo de la noche en el día y entras en tu propio mundo mientras los demás viven en la tierra. Es cuando...

- Está bien, suficiente poesía por hoy -le detuve; Él soltó una risita.

- Está bien recibir a una chica simpática y... normal en esta casa -admitió-. Solo vienen en las fiestas para intentar enrollarse con alguno de nosotros, o ex novias... Y esas no eran ni normales ni simpáticas, sino no serían ex.

Yo reí.

- ¿Sabes? Espero quedarme bastante tiempo, me habeis caído bastante bien.

- ¿Segura que no es por que has visto a alguien que sea muy guapo por aquí? Cuidado con Harry, que es mío.

- ¿Qué? ¡No! Es sólo que no quiero dormir en mi nueva casa inmediatamente, ¿me entiendes?

- Sí, claro.

De pronto oímos un ruido que venía del salón.

- ¡Harry! ¿Te has comido mi sándwich otra vez? -gritó Niall despertando.

- No ha sido precisamente Harry, así que mejor me escaparé -confesó Louis marchándose.

Por la noche decidí darme una ducha, así que me dirigí al baño antes de la cena.

En realidad no sabía si tenían un baño para cada uno, si había un baño para invitados, que se suponía que es el que debería utilizar, así que le pregunté a Niall. Me señaló una puerta del pasillo y abrí la puerta.

Dentro había algo que no me esperaba ver... Un perfecto y musculoso cuerpo cubierto con nada más que una toalla blanca desde la cadera. Al girarse logré reconocer quien era: Liam.

- ¡Oh, por dios, lo siento! -grité cerrando la puerta.

Me quedé pensando... ¿Qué pasa? ¿Qué aquí todos eran unos malditos Adonis extra guapos?

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