Prólogo

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Desde los grandes ventanales de la gran sala, se podía contemplar perfectamente los grandes edificios de la hermosa París, y claro, de entre todos ellos resaltaba la enorme torre de hierro que había sido inaugurada unos meses atrás. Se encontraba bellamente iluminada, así como las luces tintineantes de todas las construcciones y farolas en la calle.

La luz de la luna, junto con los candelabros, iluminaban la sala de azulejos y tapices finos. Con ese elegante juego de sillones, y ese comedor tan mono. Los enormes libreros repletos de sabiduría, si que le quitaban espacio, pero seguía siendo una estancia grande. Voyna yacía observando a través de los cristales con su grueso abrigo mientras Noligard preparaba un poco de té.

Habían pasado exactamente setenta y cinco años desde aquella noche en el valle de Bran, y sin embargo, seguían viéndose realmente jóvenes y apuestos. A ambos les había incomodado un poco la lentitud de su envejecimiento, desde los veinticinco años, parecía que maduraban tan lento...que por un momento temieron que fuesen inmortales.

Había sido cuando encontraron a Étex, en Chaville que habían podido ser instruidos con todo lo que sus padres nunca pudieron enseñarles. Y desde hacía bastante tiempo, habían dejado de verse. Voyna y Noligard se habían distanciado demasiado, pensando en sus futuros planes e iniciando un reclutamiento de Elohims por toda Europa. Pero, Étex al final la distancia lo había debilitado, y bajó la guardia cuando había sido encontrado manipulando metales...con la mente.

Voyna lucía realmente triste.

-Él...no...lo merecía-lamentó con los ojos humedecidos en lágrimas.

-Nadie lo merecía-respondió-Pero, de cualquier forma...no hay nada que podamos hacer por el...

-No salvamos a nuestros padres...no salvamos a Étex...es nuestra culpa.

-La culpa fue de Étex...él sabía que tenía que ser cuidadoso...

-Fueron los humanos, malditos bastardos-gruñó la mujer.

Noligard se acercó y la rodeó con sus brazos. La mujer tenía tantas ganas de llorar, pero se resistió. Ella siempre había sido fuerte.

-Podemos devolverlo...-se dijo a sí misma-Podemos...traerlo de vuelta, ¿no?

Noligard titubeó, las posibilidades eran realmente escasas. Además, ¿Quiénes eran ellos para jugar con la delgada línea que existía entre la vida y la muerte? Voyna se dio cuenta de sus pensamientos, era buena descifrando la mente de las personas por su simple expresión.

La mujer arrugó la frente.

-Contéstame.

-Claro que se puede, pero...ya sabes el precio que convendría hacerlo-mencionó Noligard nervioso, Voyna se apartó de sus brazos ofendida y mantuvo la vista hacia la ciudad.

-¿Y qué? Valdrá la pena...

-Necesitas un Nigrum que esté dispuesto a...

La mujer se giró rápidamente y sonrió orgullosa.

-Pero sí tenemos un Nigrum en nuestras filas...

Noligard arqueó las cejas, apretó los puños y dio un paso hacia delante.

-Eso solo un niño...¡no lo obligarás a hacerlo!

-¿Niño? !El muchacho ya tiene dieciocho! Claro que puede hacerlo...

-No lo obligarás a perderlo todo, para que devuelva a alguien que ni siquiera conoce...de cualquier forma, si el chico no sabe controlar sus poderes, menos nosotros.  No tenemos ni idea de exactamente que se necesita, hasta donde sabemos no hay otro Nigrum en la tierra que pueda orientarnos...

Academia Neregunthur II: Nigrum (Suspendida Temporalmente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora