Protégeme (Draco Malfoy)

En el Expreso de Hogwarts

Desde ese día Záthura se había quedado enganchada con el recuerdo de lo sucedido, aunque el gusanillo de la curiosidad la invadía, preguntándose quien era ese joven, cuál era su nombre, por supuesto que se sentía intrigada por aquel muchacho, claro que pensó que una persona tan perfecta debía ser realmente dulce y sonrió ante ese pensamiento... ¡sonrió! Había sido su primera sonrisa real desde hace año y medio, no como las que le dirigía a Alphonse, su mejor, y único amigo, el cual era como su hermano menor, ella lo quería mucho y él se preocupaba mucho por ella, por lo que Záthura se veía forzada a mostrar una máscara de felicidad ante Al, no quería que se mortificara por ella, pero cuando la comisura de sus labios de elevo de esa manera involuntaria hasta ella se sorprendió, y definitivamente pensó que las cosas iban a mejorar de allí en adelante.

Era 1 de Septiembre y Záthura estaba despierta recostada en su cama, casi no había podido dormir por la mezcla de nervios y emoción que recorrían su cuerpo por el inicio de clases, ya había amanecido y no pudo dormir más de dos horas, se levantó y se vistió, quiso lucir atractiva por lo que recogió su cabello en una coleta alta, quería causar buena impresión a sus nuevos compañeros, por supuesto se maquilló un poco, ella le gustaba mucho ese tipo de cosas, se dio una última mirada al espejo, verificó que todas sus pertenencias estuviesen ya empacadas, en especial el pañuelo, que aunque antes tenían un valor sentimental ahora lo tenía aún más, tenerlo en sus manos la transportaba a aquel momento que recordaba con cariño.

El viaje desde el Caldero Chorreante hasta King's Cross había transcurrido lento, mucho más de lo que realmente fue, probablemente se debía a los nervios que sentía, cuando al fin llegó no pudo evitar dar un pequeño sobresalto y apretar fuertemente sus manos, que ahora se sentían resbalosas y húmedas, bajó del taxi muggle, y posteriormente su equipaje, luego de haber hecho sus exámenes particulares, Hagrid, el encargado de las llaves y terrenos de Hogwats le había explicado que debía hacer, por lo que rápidamente se dirigió a la columna situada entre el andén 9 y 10, y entró velozmente sin que nadie lo notara, una vez en el andén 9 3/4 se quedó algo conmocionada al ver tantos magos jóvenes, paseó la mirada y se sintió algo triste al ver a tantos magos adolescentes despidiéndose de sus familias cariñosamente, ella no tenía desde los 10 años luego de que decidiera no tener que ver nada con su padre y hermana, pero el sentimiento de tristeza no fue muy prolongado, ya que ese era un tema del que ella ya estaba acostumbrada a afrontar.

Lentamente Záthura entró en el tren escarlata, y caminó por el pasillo entre vagón y vagón buscando un lugar donde sentarse, no conocía a nadie, así que asumió que debía soportar el viaje sola en esta ocasión. El tren ya estaba en marcha, cuando volteó y vio el paisaje por la ventana del pasillo, por un momento se distrajo y sintió un duro golpe contra otro cuerpo, rápidamente se incorporó y pidió infinitas disculpas a quien había arrollado en su tonto momento de distracción, miró a quien se había llevado por delante, era una chica, se veía mucho menor que ella, como unos 2 o 3 años quizá, tenía el cabello pelirrojo, aunque no era como el de ella, que casi parecía sangre por el intenso rojo oscuro que poseía sino más bien como un rojo naranjoso, el rostro de la chica tenía pecas por todos lados, lo que le daba un aire de ternura, sus ojos eran marrones, que a Záthura le parecieron amistosos, ayudó a la chica a levantarse.

-Lo siento...- Se disculpó Záthura como por décima vez

-Tranquila, solo ten más cuidado- dijo la chica pecosa con una pequeña sonrisa.

-Vale, lo tendré, es que me distraje y... lo siento

-No te preocupes- Dijo la chica -... ¿Eres nueva? No te había visto por aquí...-

-Eh... si, es mi primer año en Hogwarts-

-¡Oh!- dejó escapar la desconocida con asombro –Vaya, seguro no conoces a nadie, si quieres puedes sentarte conmigo.- ofreció ella comprensiva.