Cinco días antes.
Tenemos una vela blanca prendida en la casa, mi madre la prendió ayer como símbolo de oración para que te mejores, para que todo esto termine cuando antes y vuelvas a correr como siempre. La vela no se apaga, aunque mi hermana se muere de ganas por soplarla como a una de cumpleaños, pero mi madre le dice que no es lo mismo, que esa es tu velita.
Se comienza a hacer una rutina. Toda la familia sale temprano del hogar y como soy la última en irme me encargo de revisar que estés bien y en dejarte un pocillo lleno de agua. Mientras voy en la micro llamo a mi mamá para avisarle que estas bien y que me avise por cualquier cosa que te ocurra. Durante el día ella se encarga de moverte de sector dependiendo de donde sea más agradable para ti y donde no este húmedo. Te limpia una, dos, tres veces y más, para luego empezar ahacerte masajes en las piernas.
Estas logrando tener más reflejos, la cola la puedes mover de repente y las patas traseras también pero solo ocurre momentos después de haberte hecho su sesión de masajes. Alrededor de las nueve de la noche llega mi abuelo y empezamos con la sesión de apiterapia. Mi madre te limpia la columna y va indicándole a mi abuelo en que vertebra picar, mientras yo te afirmo de la cabeza para que no te desesperes. Te trato de tranquilizar, te digo que todo está bien y que ya falta poco, te lo digo como aun niño pequeño que claramente no le gustan las inyecciones.
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Henry.
AcakTe escribiré todo lo que sucedió antes y lo que sucedió después, como un testimonio de lo que generaste, de lo que dejaste y lo que cambiaste en mí. Quiero que esto trascienda, que no solo permanezca en mi memoria, que cuando el paso de los años se...