Rachel no supo nada más que hacer que abrazar a Marco y llorar. No podía contener sus lágrimas, quería salir de ahí lo más pronto posible; Marco la abrazo mientras acariciaba su espalda, él tampoco pudo contener sus lágrimas.
—sácame de aquí— dijo Rachel una vez que se había separado de Marco. —ya no quiero estar aquí, por favor Marco— la respiración de Rachel comenzaba a acelerarse.
—Rach, tranquila— Marco tomó su rostro en sus manos. —yo te sacaré de aquí— Rachel asintió y lo abrazo sin querer soltarse de él.
Marco no quería dejarla ahí pero sabía que este no era el momento. Debía esperarse un poco más para planear muy bien todo sin ser descubierto ni mucho menos levantar sospechas. Ambos entraron a la recámara de Rachel y ella lo primero que hizo fue a asegurar la puerta para que Kevin no entrara. Ella no quería que Marco se fuera porque sabía que no le iría nada bien si seguía ahí.
—¿es cierto que Kevin abusa.... de ti cada vez que quiere?—Marco no sabía ni cómo decirlo. Rachel se quedó callada por un momento y lo que respondió por ella fueron sus lágrimas.
Sus lágrimas descubrieron los moretones que tenía en su rostro. Marco limpió cuidadosamente las lágrimas de Rachel para descubrir los golpes y el ojo hinchado. El rubio sintió que la sangre le hirvió al ver lo mal que Rachel estaba; si era posible ahorita mismo iría y lo mataría a golpes pero solo arruinaría todo.
Rachel trató de sonreírle pero falló, porque lo único que tenía en ella era tristeza y miedo.
—¿te quedarías conmigo esta noche?— preguntó Rachel al acurrucarse en el pecho de Marco.
Él pasó su brazo por los hombros de Rachel para confirmarle que si se quedaría. Quería complacerla en todo al menos en lo que podía, arriesgaría su vida por hacerla feliz y sentirse segura. Marco jugaba el cabello de Rachel mientras entonaba una pequeña canción. Él seguía reprochándose por no haberla amado como ella lo amaba porque nada de esto hubiese pasado. Si tan solo pudiera regresar el tiempo lo primero que haría sería amarla intensamente. Pero era obvio que eso no pasaría.
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—¡abre la maldita puerta!
Kevin estaba enfurecido porque Rachel había cerrado muy bien la puerta. Ella se levantó rápido al recordar que Marco estaba en su recámara pero no fue así. Ella estaba sola, abrazada a su almohada y una gran sensación de soledad la abrazo. Quería llorar porque solo había sido su imaginación pero los golpes de Kevin a la puerta la hicieron reaccionar nuevamente.
Se levantó de la cama y corrió a abrir la puerta. Al abrir la puerta lo primero que recibió fue una bofetada por parte de Kevin que la hizo caer al suelo. Ella no hizo nada por levantarse, se quedó allí mirando espejo que estaba a su mismo nivel. Todo pasaba por su cabeza, desde la vez que abuso de ella hasta la última golpiza que le proporcionó anoche. Se miró en el reflejo del espejo y encontró a una Rachel diferente.
—¿porque carajos le pones seguro a la puerta?
—p...porque quiero un poco de privacidad—contestó Rachel aún mirándose en el espejo.
—aquí jamás tendrás privacidad ¿entendiste?— Rachel miró hacia la puerta donde la hermana de Kevin estaba observando la escena pero después salió corriendo para no ser vista por Kevin.
—es...está bien.
—ahora levántate y metete a bañar porque cenarás en la mesa con nosotros—Kevin se dio la media vuelta. —pobre de ti si dices algo— advirtió.
Rachel se levantó del suelo y se metió al baño. Después de hacer sus necesidades y tomar un baño rápido salió para cambiarse de ropa. Se vistió con un pantalón de mezclilla negra, una blusa rosa de manga corta y unas sandalias rosas. Cepilló su cabello para dejarlo suelto y con un poco de maquillaje cubrió los golpes. Bajó las escaleras con miedo, la hermana de Kevin miro a Rachel y sus ojos se le llenaron de lágrimas de saber todo el dolor que guardaba dentro de esa sonrisa.
Todos se sentaron en la mesa para comer de la deliciosa comida que Anica había preparado para la hermosa novia de su hijo. Ella se había encariñado con Rachel pero no sabía la razón por la cual Rachel estaba ahí o al menos sabía que Kevin le había propuesto matrimonio.
—¿ya te siente mejor, Rachel?— preguntó Anica.
—si, Anica, gracias por preguntar—respondió Rachel haciendo una mueca al sentir la mano de Kevin tocando su pierna lastimada.
—pero te notas triste— comentó Jackie, la hermana de Kevin para hacerla hablar. Rachel miró a Kevin y él solo le sonrió.
—es que, aveces extraño a mi familia.
—qué difícil es tener una relación así— Jackie quería hacer hablar a Rachel pero la mano de Kevin debajo de la mesa impedía que lo hiciera.
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Rachel salió del baño de su recámara. Estaba lista para irse a dormir pero un sonido extraño en la puerta que daba al balcón la detuvo. Rachel recordó que la noche anterior Marco había venido pero en sus sueños y pensó que tal vez su sueño se hizo realidad. Abrió la puerta y se encontró a Marco al otro lado de la puerta. La rubia no pudo con poca felicidad que le quedaba y lo abrazó, sabía que Marco la sacaría de esta casa.
Marco se adentró a la recámara de Rachel por petición de ella.
—sabes, la noche anterior tuve un sueño donde tú venías y se hizo realidad—comentó Rachel con cierta alegría en su voz.
—es que no fue un sueño, Rachel, en realidad estuve aquí— Marco le sonrió como de costumbre y quito el mechón que Rachel tenía sobre su rostro.
La rubia no dijo nada y dejó que el silencio hablara por los dos. Todo estaba en gran silencio hasta que escucharon unos gritos fuera de la recámara.
—¡Kevin! Alguien está dentro de la casa y está con Rachel porque la puerta está muy cerrada— al parecer los gritos era de la mamá de Kevin.
—¿estás segura mamá?— preguntó Kevin.
—si, puedo escuchar otra voz en la recámara— confirmó la vieja.
Rachel comenzó a sentir miedo, su corazón latía al mil por hora. Marco miró el miedo que Rachel tenía y tomó su rostro en ambas manos.
—Rach, juro que saldremos de aquí— Marco obligó a Rachel a mirarlo a los ojos. —te sacaré de aquí—
Kevin logró abrir la puerta para toparse con lo que más temía.
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Vendetta | Marco Reus | | EDITANDO |
FanfictionSe arrepentirá de todos sus desprecios porque así como me estoy sintiendo yo en estos momentos así lo haré que se sienta. No descansaré hasta que me diga que me necesita, pondré en juego todas mis cartas y si salgo perdiendo no me iré con las manos...