- Eh, tú. -dice una voz masculina, haciendo que abra los ojos rápidamente.- ¿Por qué no te has comido la comida?
- No me gusta. -murmuro.
- Genial. -susurra.- Pues esto es lo que hay.
Asiento intentando contener las ganas de llorar y me tapo la cara.
Claro, no quiero que me vea llorar.
Sollozo sin darme cuenta y al instante me tapo la boca. Oigo como mi secuestrador traga saliva y anda lentamente hacia mí. Y ahora es cuando realmente, el miedo me invade.
Suspira y se agacha quedando a mi altura. Me intenta quitar las manos de la cara, pero me niego. Sigue intentándolo hasta que lo consigue, y examina mi rostro detalladamente.
- Megan. -susurra.
¿Cómo es que este tío sabe mi nombre? Oh Megan, es un secuestrador, los secuestradores lo saben todo.
Respiro agitadamente debido al miedo, y se levanta de mi lado.
Jesús.
Salgo de la habitación dejando a mi secuestrada sola de nuevo, y ando hasta el salón, donde se encuentran los demás.
- Tío, deja de ir a verla tantas veces, y siéntate aquí. -dice Toni.
- No. -niego con la cabeza y los cuatro me miran perplejos.- Quiero cambiarla de habitación. -espeto.
- No hay otra habitación, tío. -dice esta vez Dyland sonriendo.
Y entonces es cuando recuerdo la forma en la que sollozaba Megan, y me siento culpable de todo esto.
Joder Jesús, a ti nunca te han dado pena, ¿Por qué ahora?
- Toni. -lo llamo, haciendo que capte su atención en mí.- Tu chica es la que tiene mejor habitación, ¿cierto? -asiente no muy seguro y sonrío.- Perfecto.
Lo cojo del brazo haciendo que se levante y andamos hasta la habitación de su secuestrada.
- Quiero esta habitación. -espeto.- Sácala de ahí, y la llevas a la que actualmente está la mía.
- No podemos hacer eso. -murmura.
- Haz lo que te he dicho, Toni. -le digo con un tono amenazador.
Asiente nervioso y voy hasta la habitación que se encuentra Megan.
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