Una vez que he terminado de hablar con Megan, voy hacia el salón, donde se encuentra Rick mirando la pantalla del móvil con una sonrisa.
Me acerco por detrás sin que llegue a verme, y miro.
Es una foto de su secuestrada, ¿pero qué..?
-¿Te gusta?-pregunto de repente, haciendo que ahogue un grito y se sobresalte.
Me mira con una mano en su pecho y respirando agitadamente.
-Hijo de puta.-murmura respecto al susto que le he dado.
-No me has contestado.-digo sentándome a su lado.
Suspira y vuelve a mirar la pantalla.
-Es preciosa.-la acaricia con una sonrisa tonta en su cara.
-¿Cómo es que has conseguido una foto suya?-frunzo el ceño y me mira nervioso.
-Le dije que..-susurra.-Nada, déjalo.
-Dilo.-le ordeno.
-Le dije que no la iba a matar.-dice al fin.
-Maricón.-bromeo dándole un pequeño golpe en el hombro.
Lo entiendo. Joder que si lo entiendo.
Megan.
Me encuentro mirando fijamente a la puerta, que se encuentra entrecerrada.
No sé cómo ha terminado así, estaba dormida y no he visto quién ha entrado.
Ando lentamente hacia esta y miro por la fina rejilla que deja ver el gran pasillo por el que me ha llevado mi secuestrador antes.
Puedo oír unos pasos acercarse a mi habitación, por lo que rápidamente vuelvo a donde estaba anteriormente.
-Hola.-saluda mi secuestrador con una sonrisa.
-Hola.-susurro.
-Megan, yo..-se toca el pelo nervioso y me mira.
Asiento para que siga hablando pero aparta la mirada y la fija en la pared.
Suelta un sonoro suspiro y hunde su cabeza entre sus manos.
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