Noche De Confesiones

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CAPITULO 19.

Del cielo a la tierra no hay nada oculto.

Todo tiene un motivo en esta vida, todo se justifica y todo se explica. Hasta el comportamiento de las personas.

Si una persona es fría con los demás, es porque varias personas la han herido anteriormente. Un padre que golpea con dureza a sus hijos es que fue criado de la misma forma. Aquel chiquillo que siempre humilla a los de su salón es porque ya había sido humillado.

Ese recuerdo en específico explica tantas cosas... el terror que le provocaba el volver al karaoke, el dejar de escuchar canciones románticas al igual que dejó de mirar películas, el por qué dejó de leer literatura romántica —cumbres borrascosas no cuenta, esa es una trágica historia —. En fin, eso explica la mayoría de sus acciones.

Los recuerdos...

Para ella es difícil lidiar con ese tipo de anécdotas, ¿Cómo lidiar con aquellos recuerdos que en su momento fueron felices y ahora solo dejan un sabor agridulce en los labios?

Dejo de escuchar música después de la muerte de su familia, porque lo único que lograban era deprimirla aún más.

Ese es el principal motivo por el cual Nadia pidió cantar esa canción, no es ninguna tonta, lo único que quiere es hundirla de nuevo, hasta que intente el suicidio de nuevo. Como dije antes, fue un año difícil para todos ellos.

—No puedes dejarte vencer por algo así —ella brinca al escuchar esa voz. La misma que provoca la mayoría de sus insomnios. Con un esfuerzo descomunal voltea y ve a Gerardo a unos pasos de donde se encuentra ella —. Hola —la saluda una vez que sus miradas se encuentran.

— ¿Cómo sabes que eso me afecta? —le pregunta en un murmullo.

—Tu amiga Rebecca me platicó el recuerdo que va acompañado de esa canción.

—Es gracioso —ríe en medio del dolor —, cada vez que logro dar un paso hacia delante, doy dos para atrás —pasa una mano por su cabello —. No importa cuánto simule ser fuerte, llega una persona o recuerdo que me derrumba como si fuera un castillo de naipes.

—Te diré una anécdota curiosa de hace un año —comienza a narrar mientras mira el lago —. Cuando tú estabas recibiendo esa terrible noticia, yo me encontraba en depresión.

—Pero tengo entendido que ya estabas con Elena —lo mira sin comprender.

—El dolor demanda sentirse —prosigue con una media sonrisa en sus labios. Elena, ese es un tema del que no quiere hablar nunca más —, y ella nunca escuchaba nada de lo que le comentaba. Decía que los malos momentos deben quedar en el pasado.

—Pero a veces es necesario sentir el dolor para poder vivir en paz.

—Exacto.

—Yo dejé de hacer tantas cosas, por miedo a enfrentar el pasado —le confiesa con pena —. Tantas canciones sin escuchar, tantos libros sin querer leer y tantas películas que dejé en el olvido.

—Te entiendo —se miran a los ojos con profundidad —. Yo estaba igual o peor que tú.

—Peor que yo, imposible.

—No me retes —sonríe con franqueza —. Yo conocí a Sara en una excursión a Guadalajara, los dos íbamos en el mismo camión. Yo iba en compañía de unos amigos a Selva Mágica.

—Se conocieron siendo muy jóvenes.

—Yo tendría unos veinte años —ríe al recordar ese viaje —. Debo decir que no me considero hasta la fecha un fanático de los juegos mecánicos. Pero al ver que ella se subía a todos los juegos fuertes, me animé por ella.

Un Nuevo ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora