Capítulo 9

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Capítulo 9

Sin previo aviso viene a mí el recuerdo de aquel hombre con un cuchillo clavado en su costado. Con mi cuchillo. A mí corriendo hacia él y clavándoselo.

Una lagrima rueda por mi mejilla. Concéntrate, es su piel, no aquel hombre. Te está mirando, está esperando a que lo cures.

Respiro hondo, enjugo la lagrima y empiezo a aplicar la pomada sobre la herida. Termino y digo:

-Listo, ahora solo trata de que nadie te ande clavando cuchillos, navajas o lo que sea... -intento que sea una broma, pero no lo logro del todo bien.

-Me recuerdas a alguien -dice mientras se está levantando, acomoda la silla debajo de la mesa y agrega-. Cuidas de todos menos de ti.

-¿Cómo? -pregunto sin entender lo que acaba de decir.

-Curaste los puños de Peter, el brazo de tu hermano, el cuello de tu amiga -enumera con los dedos- y a mí. Cocinaste para todos, pero no se te ocurrió curar esto.

Mientras lo dice presiona con su dedo índice en mi sien. Escuece. Quita su dedo, se da la vuelta y empieza a subir las escaleras. Yo empiezo a buscar el agua oxigenada, que seguramente está delante de mis ojos pero por algún motivo mis nervios no me permiten verlo. Mis manos tiemblan.

-Por cierto, gracias -está parado en el descanso de las escaleras. Me mira por última vez y desaparece en el piso de arriba.

*****

Suena mi despertador y lo apago enseguida. Me pongo un pantalón de grafa y las botas de cuero y salgo. Paso por la cocina, saco una banana y la como a atracones. Miro hacia la ventana para corroborar que nadie esté mirando y deslizo la puerta que hay detrás del armario. Camino por el pasillo y salgo al aire fresco de la mañana.

Pero entonces ya no hay aire fresco. Sencillamente no hay aire. Una mano pesada y firme no me deja respirar. Trato de librarme intentando sacar con mis manos la que me impide respirar. Grito con el poco aire que me queda, pero el grito es ahogado por la mano.

El oxígeno vuelve a mis pulmones y una voz dice:

-Primera lección: estar alerta en todo momento. Segunda lección: no chillar como una cría.

Tobias cruza los brazos sobre su pecho y sonríe. Desgraciado.

-Buen día -sonrío falsamente, me doy la vuelta pero entonces giro hacia el mismo lado con mi puño preparado para golpear...

Y el muy maldito esquiva el golpe y me tira al suelo.

-Nunca creí que podría vencerte -digo con una sonrisa más sincera esta vez.

Tres horas más tarde, me duelen todos los músculos del cuerpo, pero me siento más segura de lo que alguna vez me sentí.

*****

Mikel está hablando con Scott. Liberaremos a mis padres mañana en la madrugada y nos iremos a algún país vecino. Scott llegará dentro de unas horas con un amigo suyo trayéndonos un vehículo más y noticias de nuestra comunidad, ahora proscripta.

Estoy en el suelo de la sala, sobre la alfombra, trenzando el cabello de Cara; ella canta una canción que solíamos escuchar de niñas cuando estábamos tristes. Una parte dice: "No se puede vivir con tanto veneno". Me pregunto qué sentirán todos esos guardias separando familias y destruyéndolas, mejor dicho, como pueden dormir sabiendo lo que hicieron.

Yo no podría.

-¿Sabes lo que me dijo mi madre antes de que se la llevaran? -la pregunta de Cara me saca de mi burbuja de pensamientos y opiniones de moralidad.

-¿Qué?

-Que no importaba qué, no traicione a los que piensan como yo. ¿Sabes qué significa? Es decir, yo no me pasaría al bando de los malos ni nada parecido.

Algo extraño se instala dentro de mi pecho, un presentimiento. Mi madre me dijo algo parecido la noche que se la llevaron: "Recuerda quien eres, a quien amas, y haz lo que creas que es correcto".

Lo que es correcto, no lo mejor para mí. Mi madre me dijo lo mismo que la mamá de Cara le dijo a ella. ¿Pero por qué?

-No, no lo sé -sonrío y ato una de las trenzas con una gomilla.- ¿Pensaste en cortar tu cabello? No sé si a ti te sucede lo mismo, pero cada vez que trenzo tu cabello, me parece que tardo cinco minutos más que la vez anterior.

Parpadea varias veces en muestra de inocencia y niega con la cabeza. Nos miramos fijo por un par de segundos y entonces estallamos en carcajadas.

Mikel pone los ojos en blanco como siempre que, según él, actuamos como niñas. Tobias nos mira extrañado mientras que Peter sonríe. Con Cara le devolvemos la sonrisa, pero entonces noto que Cara sigue con la mirada fija en él, aunque nunca había visto esa mirada en ella.

Me levanto y camino hacia Mikel:

-¿Qué dijo?

-Que están averiguando a donde se llevaron a mamá y papá. Lo raro es que cuando yo le dije que sabía dónde estaban, me cambió de tema, hablando sobre que nosotros debíamos huir porque nos buscaban, y...

-¿Cómo es que él sabe que nos buscan? -termino con la línea de pensamiento de mi hermano.

-Y no quiere que los encontremos a nuestros padres... No quiero pensar eso, pero es que está raro.

-¿A qué hora va a venir? -digo después de un suspiro.

Mira el reloj y anuncia para todos:

-En tres horas tendremos un nuevo vehículo ¿Qué haremos?

-Scott dijo que debíamos huir a las montañas... -empieza Cara pero Tobias la interrumpe.

-Busca a tus padres otra vez y los iremos a buscar -se dirige a Mikel; luego nos mira a Cara y a mí- ustedes preparen las mochilas de todos y pónganlas en los asientos del jeep.

Todos tenemos asignaciones menos él. Mi curiosidad me puede:

-¿Y tú?

-Iré a buscar armas con Peter -empiezo a abrir mi boca para hacer alguna pregunta que aún no sé cuál será cuando aclara-. Cada uno tendrá un arma, excepto Cara. Ella se lastimaría.

No sé si sentirme alagada porque me considere de confianza a llevar un arma, o envidia de Cara que no tendrá que dispararle a nadie. No me detengo a descubrirlo sino que subo a toda máquina al piso de arriba.

*****

Me estoy abrochando los pantalones militares cuando Cara abre la puerta.

-Ups, lo siento -dice al ver que solo llevo pantalones y sujetador.

-Pasa, no hay problema...

Levanto la mirada y ahí lo veo, delgado y con el cabello castaño oscuro despeinado. Pómulos altos y definidos, nariz recta y labios gruesos. Es un poco más alto que yo, solo un poco.

Cara mira por sobre su hombro y cuando lo ve abre grande los ojos. Ella no sabía que él estaba ahí.

-Sabes que no puedes pasar hasta aquí -digo en tono frio. Agarro a Cara por la muñeca y cierro la puerta por detrás de ella.

-Margot...

-Vete Leonard.

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