Capítulo 25, part 1.

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Lean la última nota si gustan.

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Narrator's P.O.V:

—¿Quién es tu dueño?– Gruñía Frank mientras se sentaba a horcajadas sobre Alex, quien se encontraba suspendido en el aire; Alex llegó a pensar que su perversión no tenía comparación.

Qué equivocado estaba.

El pequeño se encontraba boca abajo, atado de manos y pies; para su suerte no estaba muy lejos de la cama, pero aún así sus muñecas y talones dolían de sostener su peso por tanto tiempo. 

—¡¿Quién es tu dueño?!– preguntó de nuevo, ahora tomando una vela roja y tras haberla inclinado un poco, líquido rojo salía de esta y aterrizaba en la espalda del pequeño, haciéndolo sisear de dolor.

—Tú.– dijo frío Alex. En su tono de voz ya no podías distinguir ningún tipo de emoción.

—¿Cómo?– fingió no escuchar Frank.

—Tú eres mi dueño, Frank.– completó el pequeño mientras cerraba los ojos, pues Frank seguía vertiendo aquel líquido ardiendo.

—Así es, ¡me perteneces!– gritó y liberó los talones de Alex para continuar después con sus manos. Alex simplemente se dejó caer en la cama como si fuera un saco de patatas. Frank lo tomó por la cintura y lo atrajo hacia él y comenzó a atacar su cuello.

Frank gemía y Alex lo sentía en su cuello. Alex dejaba salir un falso gemido, solamente para complacer a Frank y no recibir un golpe por parte de su agresor. Tras haber terminado con su cuello, Frank tomó el rostro de Alex por los costados y comenzó a dejar torpes besos alrededor de esta. Alex, resignado, entreabrió sus labios y dio acceso a la intrusa lengua de Frank, quien no tardó en notar el obvio desinterés del pequeño.

—¿No te estás divirtiendo, cariño?– preguntó este con una sonrisa engreída en esos labios ahora hinchados y rojos. Se alejó de Alex por un momento para ir a su clóset, sacó una bolsa y se acercó hacia Alex.

—Vale, veamos si te gusta jugar con estas cositas.– coreaba mientras de la bolsa sacaba todo tipo de juguetes sexuales. Vibradores, butt plugs y anal beads de unas dimensiones descomunales para el pequeño. Frank tomó uno de los vibradores y lo llevó a su boca para comenzar a llenarlo de saliva mientras su lengua recorría el pedazo de goma.

—Ponte como sólo tú sabes, chiqui.– pidió Frank, indicándole con su dedo índice que girara y se pusiera en sus rodillas y manos. Alex simplemente obedeció y aquella lengua volvió a invadir; esta vez fue la entrada del pelinegro.

El asco y desprecio que siente por Frank crece cada vez más, se prometía todas las noches escapar pronto, y esta era una de esas noches. Sus pensamientos fueron disipados al sentir un dolor agonizante en su ano, aquel pedazo de goma enorme había entrado totalmente dentro de él de una estocada. Los ojos del pelinegro se habría desmesuradamente al sentir tal intromisión y mordió su labio inferior hasta que pudo saborear sangre, sentía que en cualquier momento se desmayaría del dolor más en ningún momento derramó una sola lágrima.

Esta definitivamente sería la última noche en este infierno.

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Los ojos de Alex comenzaron a abrirse lentamente, dejando que los rayos del sol que entraban entre las delicadas cortinas de su ventana iluminaran aquella habitación. Seda roja era lo que cubría parte de su pequeña y delicada anatomía. Mientras se sentaba en la cama, trató de descansar su espalda en la cabecera de esta, uno de sus ojos se cerraba en dolor, pues la noche que acaba de pasar con aquel chico moreno fue una de las más brutales que ha vivido.

Mi pequeño Demonio. »[Rulexby]«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora