Capítulo 4.

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Hello, peoples! He aquí el cuarto capítulo que me gustaría dedicarle a una personita que me dio su opinión acerca de la historia. Sé que va algo rápida, y este capítulo muy corto, pero les prometo que todo tendrá sentido (espero xD). MiluAcebal, va para tí :) 

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Narrator's POV:

Después de dicha velada, todo entre Rubén y Alejandro se tornó más incómodo de lo que ya era. Primero, porque después de esos días tuvieron que verse casi todos los días en el instituto. Cheeto, Luzu y Rubén van en la misma clase. Frank, Guillermo y Alex - por ser los menores - van en otro grado. Mangel ya no estudia con ellos y Samuel, aunque ya se ha graduado, sigue frecuentando a sus amigos; en especial a Guillermo. 

Respecto a lo sucedido con Alejandro y Rubén, después de encuentros incómodos y miradas, decidieron dejarlo atrás; al menos el pelinegro decidió dejar eso atrás, ya que tanto él como Rubén, estaban pasados de copas. Aunque todavía no podía ver al mayor a la cara sin sentir la suya arder.

Si tú lo dices. Era todo lo que la mente de Alex repetía, como un mantra.

Rubén, por otro lado, lidiaba con todo esto de una manera drásticamente distinta. Todo esto confundió su mente más de lo normal. Se pasó todo estos días pensando, indagando en su mente cómo pudo haber sido capaz de llegar a tal punto con un chico... ¡UN CHICO! Merodeaba por su casa, rascando su cabeza, tratando de digerir tal acontecimiento.

Oh, basta. Ya le has dicho que lo dejarás atrás, ¿no? 

Rubén se dirigía a su habitación y al escuchar esa parte de su mente, se tumba en su cama.

¿De verdad lo dejará atrás? ¡Por supuesto!

Mientes... te ha encantado. Rubén niega con la cabeza frenéticamente. 

No... no le ha gustado. ¿O sí?

[...]

La alarma sonó, despertando a Alex. Este talló sus ojos y prosiguió a estirarse unos segundos, tras sentarse en la orilla de la cama, recordó que es lunes, haciendo que un suspiro pesado salga de entre sus labios.

—Joder, chaval. ¿Por qué existe la escuela?– dice para él mismo mientras que de mala gana se arrastraba hacia el baño. 

Alejandro se estaba cansando de todo esto. Aunque ya han hablado sobre el tema, él sentía cierta inseguridad, aunque Rubén le sonríe cada vez que se miran; Alex no deja de sentir esa inquietud. Aun no tenía las agallas para mirarlo a los ojos todavía. 

—No.– Alex dice mientras se mira al espejo. —Ya basta de gilipolleces.– parece muy decidido en sus palabras. —Estábamos borrachos. Ya lo hablamos. No pasa nada.– mientras se arreglaba, Alex se repetía que hoy era el día en que se iba a aclarar todo con Rubén. Dio un último vistazo a su persona antes de salir.

—Pero que mono te ves hoy, hijo.– Alaga la madre de Alex. —¿Hay algo en especial en la escuela?– Pregunta antes de besar la frente del pelinegro. Este negó con la cabeza.

—Nada, madre. Es solo que hoy me siento diferente. Me siento muy bien.– responde Alex y su madre asiente mientras le brinda una hermosa sonrisa. Hoy sentía que este era el día en que cerraba un capítulo en su corta vida. De verdad se sentía diferente. —Nos vemos luego, ¿vale?

—Pero, ¿y el desayuno?

—Lo siento, he quedado con los chicos y voy tarde. ¡Te quiero!– se despide Alex y cierra la puerta detrás de él. Era cierto, habían quedado para desayunar juntos e iba tarde; como siempre. Sacó el móvil de su pantalón y tocó unos botones hasta dar con el número de Cheeto y este contestó al tercer timbrado.

Mi pequeño Demonio. »[Rulexby]«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora