Capitulo 8

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Estoy en los brazos de mi padre, siendo consolada. No pensaba que esa fuera una de sus acciones, sobre todo de él, que siempre fue muy reservado. Me mima de todas las formas posibles y consuela.

- Ay mi hija, siempre supe que era un cabrón hijo de perra.-

- ¡¿tú dijiste cabrón hijo de mierda?!- estoy asombrada. El nunca dice malas palabras.

- Es de perra no de mierda.  aunque también agrégale eso.Se lo merece hija. Se lo merece. Eso es no tener pelotas. – su rostro, desgastado por los factores climáticos y surcado de arrugas, esta fruncido y acompañado de un gesto de molestia total. Muy pocas veces lo he visto así. Bueno, hasta mi perra inexistente, próxima a adoptar, esta también enfurecida.- No quiero que sepas nada de él Kate. ¡Entendido.!

- Papa, créeme, ya lo mande tan lejos, que ni Cristóbal Colon lo encuentra. Así que quédate sin la preocupación.

- Más te vale Kate. Si no, no volverás a ver a tu padre consolando. Una vez es error, pero dos veces ya es idiotez.

- Ya enserio papa, me duele y mucho. Pero valoro demasiado mi dignidad, como para tirarla al suelo por cualquier chanate bueno para nada.

- Oh esa es mi hija. No te dejes caer por ese pendejo. Eres más que eso. Siempre lo has sido.

- Eso mismo espero yo hija- menciona mi madre. Ha estado todo el tiempo atrás de mí, acariciando mi espalda de la forma más tierna posible.- No quiero verte mendigando ni nada. Saca esa chica fuerte que se que está dentro de ti, y que la has demostrado muchas veces. Aprende de esto y punto.

- Lo haré mama, lo haré. No se preocupen.

El haber estado con ellos, me hace sentir reconfortada, recobro las fuerzas necesarias para eliminar todo rastro de debilidad dentro de mí. O al menos aparentemente. Realmente, la familia, siempre va a estar contigo, en las malas y en las peores. Nunca debemos perder ese enlace. Es trágico totalmente.

He recibido miles de llamadas preguntándome como estoy, que paso, donde está el cabrón y creo que hasta salí en el periódico y soy famosa en redes sociales. Esto es una mierda. No he respondido nada, solo a la familia y a amigos más cercanos, he explicado con más detalle los hechos. No quiero que corra la pólvora. Y es aquí cuando extraño mi anonimato, por más pequeño que haya sido mi renombre.

Trato de pensar de forma positiva, y creer que esto pasara pronto. Pero siendo sincera, mientras no hable, estarán los chismes a todo. No necesito eso ahorita. Por más que trate de ser fuerte, es muy reciente todo esto. Están frescas las heridas, y es como el cristal que se rompe. Nunca vuelve a ser el mismo. Queda fracturado para toda la vida.

- Voy a mi cuarto, ¿está bien? – agrego- No me suicidare, créeme. Pueden estar tranquilos.- Ambos ya estaban cargando armas, formulando las palabras para ser vertidas en el próximo sermón regenerador. Ya tuve suficiente con uno.

- Muy bien Kate. Descansa. Te hablo para la cena.

Y los dejo en mi sala. Como buena adivina que soy, Alejandra aviso a mis padres y comenzaron la cancelación de mi súper boda. Para cuando llegué a casa, ambos estaban esperando a mi puerta, con caras de angustia y ya marcando al número de emergencia, pensando que me había suicidado ante tanto dolor, ya que no abría la puerta. Creo que el dramatismo viene de familia. Pero siendo realista, su presencia fue como un bálsamo. Necesitaba de su apoyo.

Y tengo miedo. Porque realmente he manejado la cosa de buena forma, pero creo que todavía no capto la magnitud de todo lo acontecido. Temo que me tome en un momento que este débil. No quiero eso. No tanto por mí, sino por el hecho, que sería como darle la victoria a él.

Decisiones Dificiles (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora