Capítulo IV Al ponerse el sol
Muchas veces la muerte no marca el final de las cosas, sino el inicio de otras. Muchos creen que en realidad uno no muere más bien que regresa a un punto de partida; es decir, se vuelve a experimentar de nuevo la misma vida una y otra vez envueltos en una espiral eterna.
6 de la tarde y esa mujer no ha regresado, estoy comenzando a preocuparme un poco; no es hora para que una mujer ande a solas en la llanura.
-¡¿Dónde está ella?!- Pregunte a todo mundo, pero ninguno de los presentes sabía dónde estaba, esto me daba muy mala espina sobretodo porque supe que Bruin la acompañaba...Sin embargo lo vi venir a lo lejos, y a decir por su expresión algo no anda bien
-¡BRUIN! ¿Qué paso. ¿Por qué vienes así??
-¡Cell!, ven rápido la doctora...
-¿Qué ocurrió con Anicora?
Bruin rápidamente me jalo del brazo, para mostrarme el camino; pero preferí que se montara en mi espalda y me indicara por donde debía ir.
El miedo; por primera vez experimentaba el miedo, ese terror al desastre el pavor que causa pensar que estas a punto de perder algo valioso. Mientras Bruin me daba instrucciones para no errar, vino repentinamente a mi mente un recuerdo muy apacible sobre ella <<¿Por qué ahora? Hay algo muy malo que presiento pero me niego a aceptar que la muerte siquiera se tome el atrevimiento de asomar las narices por aquí>>
Una leve reminiscencia
Había pasado apenas un mes desde que me quede a vivir en casa de Anicora, a modo de recordatorio ella y Roz prepararon una especie de fiesta <<rituales bastante curiosos de los seres humanos para celebrar lo contentos que están, o para no olvidarse de alguna fecha importante>>, por nuestra parte Bruin y yo salimos a recoger algunas zarzamoras, admito que los alimentos consumidos por los seres humanos no son del todo mi agrado culinario...Excepto las zarzamoras, podría comerlas con lo que sea.
Al caer la tarde todos estábamos reunidos afuera de la casa, comiendo y riendo. Era bastante irónico que apenas hace un mes las personas de este condado pedían que me marchara, y ahora todo era muy diferente e incluso me hacen sentir como uno de ellos; estar acompañado comienza a ser una cuestión tratada con menos indiferencia de mi parte
En eso pude notar que Anicora hizo una seña para que la siguiera y...
-Espera deseo mostrarte algo, pero hazme un favor ¿quieres?
-¿Qué cosa?, mujer estas muy misteriosa.
-Te pondré esto en los ojos – fue algo muy extraño, ella me cubrió los ojos con uno de sus pañuelos y me hizo prometerle que no me retiraría la prenda bajo ninguna circunstancia - quiero mostrarte algo, un lugar muy especial.
En cuanto llegamos me percate del sonido de un nacimiento de agua, una especie de cascada o algo así y de verdad no estaba errado, una pequeña cascada fue lo primero que vi al quitarme el pañuelo de los ojos.
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La canción de Un Ángel (PRE-EDICIÓN FINAL)
FanfictionEn una realidad alterna y un futuro devastado, Cell conoce a una persona que lo hace cambiar su perspectiva de las cosas, por desgracia algo sale mal y se ve en la necesidad de viajar al pasado donde por obra del destino se reencuentra con esta muj...