Capítulo 6°

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Descubierta.

Ángel David. 

Samantha tenía frente a ella a su profesor de Filosofía y no era capaz de reconocerlo por el sombrero y las gafas oscuras. Me seguía pareciendo surrealista a estas alturas de la situación, aunque igual no estaba en posición de juzgarla, a mí también me tomó tiempo ubicar que mi vecina era mi estudiante, pero eso fue al segundo día de clases, no al segundo mes de convivencia. Como sea, no seré yo quien le diga. 

—Ahora le encuentro más sentido a sus acciones —respondió sinceramente.

—¿Qué creías que hacía con los videos?

—Quizá algún fetiche raro, no lo sé —soltó una risita que me hizo sonreír a medias—. Lamento si le ofendo con mis suposiciones —se disculpó preocupada.

—No tranquila, igual entiendo lo raro que puede ser esto, pero es parte del personaje y el entretenimiento que ofrezco a mi audiencia. 

—Ah, ¿entonces usted es alguien conocido? —preguntó sentándose en el escalón. Me invitó a hacer lo mismo con un gesto, pero lo rechacé amablemente y me mantuve de pie.

—Un poco quizá, nada muy importante la verdad.

—Uh la la, lamento si no lo reconocí, es que no soy de por aquí. De hecho me mude hace poco a la ciudad y al edificio.

—Sí, se puede notar. 

No continué la conversación diciendo indirectamente que ya debía irme, pero ella era demasiado parlanchina, curiosa y honesta como para irse al primer silencio un tanto incómodo.

—Soy de San Diego California, con padres mexicanos y abuelos colombianos, es una mezcla un poco curiosa —mantuvo en su rostro una pequeña y simpática sonrisa.

—¿Y tú naciste en California o solo te mudaste allí?

Hice mi gran aporte a la conversación para no verme grosero.

—No, no. Californiana al cien por ciento. Hablo el español fluído porque desde pequeña me hicieron aprender ambos idiomas y poco después el portugués. Justo ahora estoy llevando clases de japonés en línea, por negocios y pasatiempo.

—¿Japonés? —levanté las cejas instintivamente. Ella asintió con una sonrisa y las mejillas rosadas—. ¡Vaya! Me parece estupendo que seas tan dada al aprendizaje de varios idiomas, no cualquiera eh.

—Domo arigato —me dio las gracias en japonés, arrancando de mi garganta una risita sincera—. Bueno, bueno, no quiero seguir importunando, que debo ir ya a dormir —se puso de pie—, me dio gusto conocer al fin a mi cuenta cuentos favorito —bromeó—, y saber que no fui una molestia al hacer de espectadora.

—En absoluto, un placer tener audiencia que disfruta de las historias en vivo —me uní a los comentarios jocosos.

—Genial. Que pase linda noche y que todo salga bien.

—Igualmente, te deseo buenas noches... 

Subí a terminar con lo mío, mi repertorio estaba por completarse, así que, pronto dejaría de subir a grabar las historias, esa era una buena noticia, ya me estaba empezando a fastidiar esta rutina. No tuve ningún otro contratiempo en el desenlace de mi trabajo, por lo que al bajar acomodé las cosas y me acosté a dormir. 

Por lo general casi no me cuesta trabajo despertar por las mañanas pese a los desvelos. Mi ciclo de sueño ha estado un poco extraño estos días. Cuando entré al aula la mañana siguiente Samantha estaba puntual en su sitio sin rastros de desvelo, me pareció chistoso y no me di cuenta que sonreí al verle.

Las clases terminaron tanto para los estudiantes como para mí, me fui a casa para cambiarme, tenía una cita. Después de la cita volví a casa para descansar apropiadamente. 


Los días transcurrieron en un abrir y cerrar de ojos, Samantha no volvió a subir por las historias y yo terminé mi repertorio, se sintió extraño no volver a tenerla de espectadora pero así era mejor. Para salir a ejercitarme dejé de frecuentar el parque donde me la topaba, quería poner una distancia para evitar cualquier malentendido o habladuría, ya demasiado podía surgir del hecho de vivir en el mismo edificio y ser vecinos.

Un día que volvía de la nueva zona donde iba a correr, el destino la puso en mi camino. Al principio no le presté atención, había pensado en fingir no haberla visto, pero conforme me acercaba más me percaté de lo que sucedía. Irremediablemente tuve que intervenir.

—Carolina —le llamé adrede por otro nombre y llegué a su lado—, me cansé de esperarte y tuve que venir por ti —coloqué mi brazo sobre sus hombros y traté de darle mi mejor sonrisa fingida, afortunadamente me siguió el juego enseguida.

—Sí, estaba por llegar pero el caballero se acercó para ofrecerme sus productos y me estaba comentando todo acerca de... emmm... su producto —sonrió tratando de sonar amigable.

El tipejo frente a ella le había soltado el brazo desde que yo llegué a su lado y guardó lo que tenía en la mano dentro del bolsillo de la sudadera. Mi presencia no había sido suficiente para hacerlo marcharse, debía presionarlo más.

—¿Ah sí? —giré el rostro y lo miré con mi mejor cara de maldito, el pelmazo retrocedió instintivamente—. ¿Qué le estás ofreciendo a mi esposa? ¿Ehhh?

Me miró directamente a los ojos y después a Samantha de forma desdeñosa.

—Nada —respondió a secas—, y relajáte un poco viejo, que ya me voy.

Inmediatamente se dio la vuelta y caminó hacia un pasillo entre unos edificios.

—¿Qué pretendías viniendo por aquí tú sola? —aquella pregunta sonó más agresiva de lo que esperaba.

—Buscaba otro parque para correr y me dijeron de uno por esta zona pero nunca lo hallé y realmente creo que me perdí.

—¿Y no te dijeron lo peligroso que es por aquí cuando está oscuro? Bueno, es que ni siquiera puedes fiarte de esta zona aún cuando ya salió el sol y la gente transita un poco más. A cualquier hora y momento es peligroso.

—Algo así me dijeron pero no creí que fuera tan malo. Tendré más cuidado la próxima vez, lo prometo.

—Anda, te voy a enviar en un taxi —le dijo estoico y empezamos a caminar—. No te pongas a querer explorar la ciudad tú sola, ponte de acuerdo con tus amigos, ellos sabrán guiarte y te enseñarán cómo moverte por las calles de aquí.

—Lo haré, hablaré con ellos. Gracias por... salvarme.

Le hice la seña a un taxi cercano y paró frente a nosotros.

—No te preocupes y solo... sé más precavida.

Ella asintió y con la misma ingresó al auto. La vi partir y seguí mi camino pensando en todas las posibles cosas que pudieran sucederle a Samantha de no haber estado cerca para ayudarle.


...

Amor Perturbador. [Dross]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora