Capítulo 14°

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Cumplidos.

El tiempo se fue volando conforme nuestros estómagos se iban llenando. Estando complacidos con el buffet y prometiendo volver en otra ocación, abandonamos el establecimiento. Emprendimos una tranquila caminata sin rumbo, simplemente disfrutando la compañía mutua. 

Seguimos en lo nuestro hasta que algo detrás de una vitrina llamó mi atención.

—Aguarda... —me detuve en seco apenas divisé aquello que se había robado mi atención.

—¿Qué pasa? —se acercó hacia donde estaba y miró lo mismo que yo—. ¿Te gusta la literatura de Allan Poe? 

—Me encanta —confesé.

Él hizo un movimiento de cabeza que me hizo girar el rostro para mirarle, quedé impactada al ver el desagrado plasmado en su faz, acompañado de un gesto muy gracioso.

—¿Qué? —pregunté con una sonrisa en mi rostro.

—¿Cómo te pueden gustar sus obras tan sosas?

—Ay por favor, no tiene nada de soso, su redacción es muy pulcra y atrapante... pero entiendo que no todos podemos tener buen gusto —bromee con él.

Ángel abrió la boca con un fingido gesto de ofendido, poniéndose la mano en el pecho. Solté a reír en ese instante y el mantuvo la misma pose aún después de cortar con mi risa.

—Mejor acompáñame —le tomé de la muñeca y me adentré al local—, hace tiempo que ando buscando la versión física de "La caída de la casa Usher" y al parecer aquí la tienen.

Él se dejó guiar, aún en su pose de indignado y añadió.

—Te lo dejaré pasar solo porque esa es la única obra que me gusta de ese hombre tan soso...

Volví a reír sin dejar de caminar y de tirar de su muñeca.



-Espera ¿Qué haces?- dije al ver que sacaba su billetera.

-Saco mi billetera- contestó divertido.

-Pues vuelve a guardarla que yo me pago el libro- omitió lo que dije y sacó el dinero entregándoselo a la cajera.

-Demasiado tarde, ya pagué- me miró con una media sonrisa y me entregó el libro.

-Gracias- devolví el gesto -Pero eso no era necesario- le dije aún sonriendo.

-Hoy por ti, mañana por mí- me hizo sonreír aún más y afirmé con la cabeza.

Saliendo de allí, pasamos por un helado y nos sentamos en las mesitas de la heladería, era un espacio muy agradable y acogedor.

El verlo comportarse de esa manera conmigo, me haría pensar que busca algo más en mí, si no fuera porque tiene novia.

Ahora que reacciono, ¿Porque no invitó a su novia a comer y me dijo mejor a mí?
La curiosidad me carcomia por dentro y sin más rodeos, decidí preguntar por ella.

-Oye ¿Y Jocelyne?- fijó la mirada en su helado.

-En España- dio un suspiro.

-Wow ¿Qué hace allá?- su semblante estaba tranquilo.

-Arregla algunos asuntos de trabajo, volverá para las vacaciones- me miró sereno.

-Qué bien- sonreí, el me imitó.

-Samantha ¿Tu no tienes novio?- soltó de repente.

-Noup- contesté casi antes de que terminara de hacer su pregunta.

-¿De verdad?- me miró incrédulo y yo me limité a asentir -Pero si eres muy guapa- sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo y escuchaba los profundos latidos de mi corazón acelerarse, mis mejillas tomaron un color rosa, él lo noto y rió - Si te incomode disculpa-

-¡No! Tranquilo, es que hacía mucho que no me decían algo así- nunca, para ser exactos.

-Es que en éstos tiempos es raro que una chica tan guapa no esté con alguien- mis mejillas ardían.

-Qué va, si tengo la piel más blanca que la de un muerto- se echó a reír -Quizá en California me sienta la chica bonita de la ciudad, pero aquí en Argentina todas tienen la piel pálida y ojos verdes, siento que todas son más guapas que yo- volvió a reír, cosa que me contagió.

-Es verdad, tus ojos son verdes, igual que muchas chicas de aquí, pero los tuyos tienen un brillo especial que los hace únicos- acarició mi mejilla y me miró directo a los ojos, me puse un poco nerviosa, pero logré disimularlo.

-Quizá te confundes y no ves bien que el el brillo viene de las enormes ojeras que tengo, parecieran abismos tenebrosos de dónde salen monstruos grandes, huesudos y con las órbitas de los ojos vacías- volvió a reír a carcajadas.

-A lo guapa que eres sumale que también eres muy simpática ¿Qué clase de ciego no se fijaría en ti?- tomó la cuchara de su helado y se la llevó a la boca.

-La verdad es que nunca eh tenido suerte con esas cosas- me agradaban los cumplidos que Ángel me hacía.

-¿Y eso porque?-

-Pues no sé, pero en lo único en lo que realmente me ha ido bien es en los estudios, en todo lo demás no tengo buenas historias que contar- suspiré.

-La vida aún no ha querido sonreírte- se puso de pie y yo le imite.

-Y creo que no piensa hacerlo nunca por lo que veo- soltó un risa contagiosa.

-Ya te llegará el momento, sólo se paciente- me miró simpático.

Después de aquello pasamos por un 'Moy' dónde había todo tipo de juegos de arcade, me llamó la atención, pues recordé que de niña, solía pasar el rato con mi hermano, jugando esas cosas, decidí entrar y él me siguió.

-¿Te gustan los juegos?-

-MI hermano y yo solíamos jugar de pequeños, el quería un hermanito y a cambio nací yo y el crecer con un hermano mayor hombre, es increíble, gracias a él sé muchas cosas que la mayoría de las chicas no saben- alrdee levantando ambas cejas.

-Veamos si tu hermano fue un buen mentor- sonrió malicioso.

Fuimos a comprar fichas y jugamos en todos los que había, a veces ganaba yo, a veces él y a veces me dejaba ganar, sin duda alguna el momento más divertido de toda la tarde, reímos como nunca.

-Gracias por acompañarme- mencionó al llegar a las puertas de nuestras casas.

-Gracias por la invitación- abrí mi departamento.

-Hay que repetirlo-

-Cuando quieras-

-Por cierto, ¿Me das tu número?- dijo sacando su teléfono.

-Por supuesto- sonreí.

Terminé de dictarle mi número y se acercó a mí lentamente y con paso firme, se agachó un poco pues es más alto que yo, acercó su rostro al mío, entonces besó lenta y delicadamente mi mejilla, dejándome en completa parálisis tanto del cuerpo, como de corazón, nos despedimos con un Hasta mañana y entramos a nuestras respectivas casas.

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Capítulo editado.

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Amor Perturbador. [Dross]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora