Capítulo 5

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Linda se despertó con la sensación de que habían pasado más de diez minutos. Fue desperezándose lentamente, primero frotándose los ojos y luego incorporándose para alcanzar a ver el reloj de la mesilla. Abrió los ojos sorprendida y saltó fuera de la cama apresurándose en salir fuera de su habitación, sin preocuparse siquiera en colocarse las zapatillas de descanso. Otra vez, esa pequeña siesta se había extendido por más de una hora.

—¿Nolan? ¿Chloe?

Encontró a su hermano viendo televisión en la sala de estar mientras comía un paquete de patatas fritas. Suspiró y arrastró los pies hacia él hasta sentarse a su lado en el sillón.

—¿Tienes hambre? —preguntó, estirando la mano para sacarle una patata frita.

—Un poco —respondió sin despegar los ojos de la pantalla.

—Ya me pondré a preparar la cena. ¿Tu hermana dónde está?

—En el dormitorio.

—Uhm, ¿Por casualidad nadie llamó a la puerta?

—Sí. Un tipo vino a dejar una caja y se fue —señaló con el dedo una caja apoyada contra la pared del vestíbulo.

—¿Cómo? —se levantó y se acercó hacia la caja—. ¿Y él no te dijo nada respecto a pagar?

—No. Dijo que era una guitarra, ¿Puedo verla?

Linda permaneció en silencio mientras caminaba hacia la cocina para buscar el cúter. Al volver, se arrodilló frente a la caja y cortó la cinta adhesiva. Le abrió las pestañas y soltó un jadeo de sorpresa.

—¿Qué? —dijo Nolan desde el sillón—. ¿Es la guitarra? ¿Puedo verla?

Ella cerró las pestañas para que su hermano no pudiera ver en el interior de la caja cuando se levantó y se acercó.

—Sí, es la guitarra. Pero no la verás hasta el día de tu cumpleaños como habíamos acordado.

—Bueno —refunfuñó—. ¿Me puedes decir por lo menos qué modelo es?

Linda se levantó del suelo y se pasó una mano por la cara.

—Nolan, ¿Por qué no vas al dormitorio y ordenas tus cosas del colegio para mañana? Y de paso dile a Chloe que haga lo mismo.

Él la miró con recelo, pero asintió a regañadientes y se dirigió hacia el dormitorio.

Suspirando, Linda volvió a arrodillarse y abrió las pestañas de la caja lentamente. Se quedó mirando escéptica durante unos segundos el estuche duro de la guitarra, antes de arrancar el pequeño sobre blanco que estaba pegado con cinta adhesiva en él.

Lo inspeccionó por ambos lados. Solamente tenía su nombre escrito a mano en letra imprenta de color púrpura. Lo rompió cuidadosamente y desdobló la hoja que estaba dentro.

"Querida Linda:

Por favor, acepta esta guitarra por parte de mí como un gesto de gratitud. Pero en caso de que a tu hermano no le guste y quiera cambiarla, puedes llamarme al siguiente número y coordinamos:

923-0433.

Max".

Con manos temblorosas, Linda regresó la hoja a la carta y la dejó a un lado. Estiró las manos para coger el estuche y lo sacó fuera de la caja, apoyándolo suavemente contra el piso de madera. El corazón le latió presuroso cuando comenzó a deslizar la cremallera lentamente y al abrir el estuche contuvo la respiración.

Cerró los ojos fuertemente tratando de mantener la calma. Luego, al no conseguir éxito, enterró el rostro entre las manos y se echó a llorar.

Lo Daría TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora