Linda terminó de comerse lo último que quedaba del Crème brûlée.
—¿Un poco de mousse de chocolate? —sugirió Benjamin, acercándole el preparado servido en una copa.
Los ojos de Linda brillaron y asintió, estirando la mano para tomarla. Dejó en la mesa el pocillo soufflé sucio y cogió la cucharilla para probar el primer bocado del mousse.
—Mmm —cerró los ojos y gimió. Al abrirlos, se encontró con la expresión divertida de Benjamin y le sonrió—. Está delicioso.
—Me alegro. Es bueno saber que alguien disfruta lo que cocino.
—¿No cocinas para tu novia?
—No tengo novia. Aunque a veces preparo comidas para mis sobrinas cuando tengo la oportunidad, pero siempre es agradable cocinar para nuevas personas.
Benjamin no quería decirlo por temor a cohibirla, pero ella era la persona más efusiva que había conocido al momento de probar sus platillos.
Le gustaba la manera en que cerraba los ojos al llevarse una porción a la boca y masticaba lentamente emitiendo pequeños sonidos de satisfacción. Nunca antes alguien había disfrutado tanto de su comida y eso lo hizo sentir feliz. Se encargaría personalmente de cocinar más seguido para ella.
—¿Cuál es tu comida favorita? —preguntó Linda.
Estaban sentados en un rincón de la cocina, apartados en una mesa de todos los cocineros y camareras que entraban y salían apresuradamente cogiendo los pedidos. Era el descanso de Linda y aunque ella había traído para comer una hamburguesa doble con queso de McDonald's, en cuanto Benjamin la vio desenvolverla del papel con los dedos aceitosos, decidió que merecía comer algo más nutritivo que sólo basura y la agasajó con dos crepes dulces con frutas que sobraron al cocinar, seguido de Crème brûlée y mousse de chocolate. Ver sus reacciones al probar cada comida había resultado satisfactorio y Benjamin estaba deseoso por seguir alimentándola con otros aperitivos, pero no creía posible que su estómago aguantara digerir otro bocado más.
Él reflexionó antes de responder.
—La verdad es que no sé. Podría ser pescado al ajillo o filete mignon con salsa bearnesa. ¿La tuya?
—Lasaña boloñesa. Mi tía siempre me la preparaba para mi cumpleaños. Si cierro los ojos, todavía puedo recordar el sabor.
—Algún día la cocinaré para ti —sonrió.
Linda raspó con la cucharilla los restos del mousse.
—Ya acabé —dijo, relamiéndose los labios para no desperdiciar ninguna pizca—. Gracias por alimentarme. Ahora no sé qué voy a hacer con esto —miró la hamburguesa, que yacía sobre la mesa a medio envolver.
—Déjamela a mí. Con unos compañeros juntamos las comidas sobrantes al final del día y se las damos a los indigentes.
—Oh. Eso es realmente dulce —dijo, con el corazón en el puño—. ¿Siempre lo hacen?
—Sí. Todos los sábados y domingos al cerrar la cafetería. Nosotros no botamos la comida así como así.
Linda lo miraba como si fuese lo más hermoso que sus ojos hayan visto alguna vez. Quería levantarse y abrazarlo con todas sus fuerzas, pero no creía que se sintiera demasiado cómodo con eso.
—Uhm, tus cuarenta y cinco minutos de descanso ya van a terminar —dijo Benjamin.
Ella parpadeó varias veces para salir de su ensoñación.
ESTÁS LEYENDO
Lo Daría Todo
عاطفيةLinda Phelps es una adolescente que cumplía los dieciocho cuando su novio, siendo dos años menor que ella, decide darle una sorpresa que la hará darse cuenta del indudable amor que siente por él. A Max Tucker no le importaba que su novia fuese pros...