Capítulo 9

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Esa misma tarde, al llegar a su departamento, Linda se encontró a sus hermanos sentados en el sillón de la sala de estar mientras veían una película por televisión. Curt estaba echado sobre la alfombra a unos cuantos metros, distraído con sus juguetes.

—Hola —dijo ella, adentrándose más al departamento y colocando las manos en sus caderas como jarra al ver que ninguno de sus hermanos se inmutaba por su presencia—. Bueno, ¿Y es que acaso nadie me extrañó?

Los mellizos se volvieron hacia ella y sonrieron casi al mismo tiempo.

—Hola —se adelantó Chloe a saludar—. ¿Qué tal tu día?

—Uff, agotador —al ver que Curt estiraba sus pequeños brazos hacia ella, se acercó y se agachó para cogerlo entre sus brazos—. Hola, cariño. Es bueno saber que al menos uno sí me echó de menos en este departamento —sonrió y se inclinó para decirle al oído—: No se lo digas a Nolan y Chloe, pero entre ustedes tú eres mi favorito —y le plantó un sonoro beso en la mejilla regordeta.

—Anton estuvo aquí por un rato —comentó Nolan sin despegar los ojos de la pantalla—. Y después se fue a trabajar.

—¿Dijo a qué hora regresaría?

—Tarde, no dijo una hora exacta.

—Bueno, todavía es muy temprano para cenar así que... ¿Les gustaría ir al cine?

—¿En serio? —dos pares de ojos grises se posaron sobre ella, expectantes y animosos.

—Claro, siempre y cuando sea una película apta para todo público para el pequeño Curt —dijo, mirando hacia Curt y sonriéndole con ternura—. Y después pasamos a comer pizza, ¿Les gusta la idea?

—¡Sí! —dijeron los mellizos al unísono, apagando la televisión y poniéndose de pie para dirigirse rápidamente hacia el dormitorio y colocarse zapatos.

Linda se dirigió a su dormitorio también, dejando a Curt sobre la cama y abriendo su armario para elegir algo cómodo para ponerse.

Varias horas después, cerca de las nueve y cuando ya era de noche en la ciudad, lo primero que hizo Linda al llegar al departamento fue atender a Curt. Se había quedado dormido en sus brazos durante el trayecto del taxi al edificio, por lo que lo cambió de ropa colocándole el pijama antes de acostarlo en su cama y retirarse del dormitorio dejando la puerta entreabierta.

Sus hermanos se habían dirigido directo al dormitorio, por lo que cuando volvió a la sala de estar no había nadie y se sentó en el sillón para hacer un poco de zapping en la televisión. Permaneció ahí, con el cuerpo lánguido y a punto de quedarse dormida, cuando sintió su móvil vibrar en el bolsillo de sus pantalones. Era Kate.

—Hola —contestó Linda sonriendo, y en tono más divertido, añadió—: No me digas que el señor McCall te ha llamado para pedirte algo a última hora.

—Ejem, no. Nada de eso —hubo una pausa y luego un suspiro—. Linda... pasó algo.

El tono de su voz la puso en alerta.

—¿Qué?

—Se trata de Max.

Un nudo se formó en la garganta de Linda, y tragó antes de hablar.

—Dime.

—Él... vino a mi departamento recién, hace cinco minutos y se sorprendió al verme, como es evidente. Dijo que quería verte y yo me puse nerviosa, traté de inventar alguna excusa pero no me creyó, y terminé contándole la verdad. Lo siento, Linda. Realmente lo siento, pero no tuve opción.

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