Capítulo 11

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Max terminó de subir los escalones y se adentró por el angosto pasillo. Incluso desde a esa altura podía escuchar la música y los murmullos provenir del departamento de Linda. Se plantó frente a la puerta y respiró hondo antes de levantar la mano y tocar con los nudillos. Sintió como las voces cesaban, y luego unos pasos acercarse. La puerta se abrió y la figura de un hombre de compostura alta apareció.

—Hola —dijo él, mirándolo de arriba abajo y frunciéndole el ceño—. ¿Quién eres?

Max, que se había quedado perplejo desde un principio mirando al niño que dormía plácidamente entre los brazos del hombre, no fue capaz de reaccionar hasta que lo escuchó hablar otra vez.

—¿Y bien? —insistió él con voz más dura, impaciente.

—Emmm —Max carraspeó—. La verdad es que venía por Linda, ¿Está ella por aquí?

—Sí, pero está ocupada. —dijo receloso, luego le entrecerró los ojos—. ¿Tú eres Max?

Max se tensó.

—Sí.

El semblante de él se endureció.

—Lárgate.

—¿Qué?

—Lo que escuchaste. Linda no quiere volver a verte y si regresas yo mismo me encargaré de...

—¿Anton?

Una voz suave y femenina sonó desde el interior del departamento, que poco a poco fue oyéndose cada vez más cerca.

—¿Anton, por qué tardas tanto?, ¿Quién es la persona que...? —Linda enmudeció de golpe al abrir más la puerta y plantarse a un lado de Anton. Iba vestida sencilla, con unos vaqueros oscuros y tenis gastados. Traía un delantal de cocina amarrado a la cintura y la sudadera arremangada.

—Lo siento, muñeca. Estaba devolviendo a este idiota por donde vino.

—Eh —de pronto Max alzó la voz, frunciéndole el ceño y enderezándose en toda su altura frente a él—. Vigila el tono de tu voz, imbécil.

—¿Cómo me has dicho? —dijo Anton furioso.

Linda se alarmó y rápidamente retuvo a Anton del brazo al ver que hacía ademán de acercarse a Max.

—Bueno, Anton, ¿Por qué no regresas al departamento con los niños mientras me quedo hablando con Max un rato?

—¿Qué? —Anton la miró como si estuviese loca—. Linda, ¿Hablas en serio?

—Sí —dijo seria—. Y hazme el favor de acostar a Curt de una vez por todas, son más de las once y el pobre ya debería de estar en la cama hace rato.

Anton se la quedó mirando, pero asintió a regañadientes.

—Como quieras. Llámame si necesitas cualquier cosa —y tras echarle una última mirada de advertencia a Max, se giró y desapareció dentro del departamento.

Linda suspiró, pasándose una mano por la cara y cruzándose de brazos antes de mirar a Max.

—¿Qué haces aquí? Pensé que había sido clara la última vez que te dije que no quería volverte a ver en mi departamento.

—Linda, por favor. He tratado de comunicarte contigo pero ni caso haces de mis llamadas. Dime, ¿De qué otra forma podría verte?

Ella no dijo nada. Max suspiró y se agachó para recoger algo del suelo.

—He traído algo para tu hermana.

—¿Cómo?

Linda jadeó cuando lo vio alzar una jaula transportable, y al ver mejor a través de la rejilla, pudo apreciar el pequeño cachorro que había en su interior.

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2017 ⏰

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