Capítulo 3

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El viernes, cerca de las cuatro, Linda se perdió al bajarse del autobús después del trabajo, por lo cual tuvo que pedir indicaciones a un transeúnte. Resultó que la tienda Clave de Sol quedaba más cerca de lo que pensaba, y al cruzar las dos siguientes cuadras de la calle N. Highland Ave., se encontró de pie frente a una tienda de grandes ventanas y una puerta de madera donde le colgaba un pequeño letrero que decía "abierto".

Comprobó la dirección en la tarjeta que le había dado Max y su amigo el sábado. Era la misma. No había manera de que esté equivocada de tienda.

Se quedó un momento mirando los instrumentos musicales del escaparate, antes de atreverse a empujar la puerta y entrar.

Caminó lentamente en el interior de la tienda, observando todo a su alrededor. Las secciones estaban divididas por instrumentos de cuerda y viento. Todo parecía ordenado y limpio, con música pop sonando en el ambiente a un volumen moderado.

Al fondo de la tienda, sentada detrás de un mostrador que se extendía a lo largo de la pared, una chica pelirroja tecleaba en un ordenador. Vestía una camiseta roja de manga corta y cuello redondo, con un estampado al medio del logo de la tienda.

Linda se acercó hacia un pequeño mostrador de CDS que tenía colgado un letrero escrito "Sólo a 8 dólares" y cogió uno al azar, volteándolo para leer el nombre de las canciones.

—¿Linda?

Al girarse, se topó con un hombre de tez pálida, que le sonreía de oreja a oreja sosteniendo una caja entre las manos. Tenía el cabello rizado, ojos castaños y vestía la misma camiseta roja de la tienda. Era el chico que acompañaba a Max el día que se encontraron en la cafetería.

—Hola... —frunciendo el ceño, Linda trató de recordar su nombre—. ¿Amigo de Max?

La sonrisa de él se ensanchó.

—Me llamo Eddie, puedes decirme Edd —sostuvo la caja en una mano para tenderle la otra. Tuvieron un apretón de manos y Linda le sonrió—. El otro día Max no nos presentó, soy su mejor amigo. Encantado de conocerte.

—Igualmente.

—¿Vienes para cotizar una guitarra para tu hermano?

—Tienes buena memoria —rió suavemente— y sí, vengo por eso.

—En ese caso, sígueme —dejó la caja sobre una estantería cercana y caminó hacia el sector de guitarras con Linda siguiéndolo por detrás—. ¿Buscas una guitarra acústica, electroacústica o eléctrica?

—Acústica.

Se detuvieron frente a una pared donde le colgaban varias guitarras acústicas en fila. Linda las miró y se preguntó cuál sería la más barata, porque le daba la impresión de que todas eran costosas.

—La marca que más ofrecemos nosotros es la Gibson, aunque igual tenemos otras como Fender, Ibanez o Jackson —alargó el brazo para coger una guitarra del cuello y se la enseñó—. Se puede diferenciar una buena guitarra acústica por el estilo del cuerpo, eso determina la proyección de sonido y énfasis tonal. Ésta es una Gibson Les Paul. Fíjate en su diseño de corte, su forma da acceso a los trastes más altos.

A Eddie le gustó verla acariciar las cuerdas con los dedos, como si estuviese apreciando algo hermoso y delicado.

—Es muy linda, ¿Cuánto cuesta una guitarra como esta?

—El precio de una guitarra acústica aumenta según el tipo de madera con que esté hecha, puede oscilar desde ochocientos hasta tres mil dólares.

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