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Leire cerró los ojos mientras se mantenía sentada sobre una rama de un árbol. Su mente se mantenía llena de los recuerdos del día anterior, aquellos que había compartido junto a Kaled. Por primera vez después de tanto tiempo, podía sentir como su corazón se llenaba de completa libertad y alegría. Ya no había nada que pudiera entristecerla. Toda aquella soledad se había ido y era todo gracias a Kaled.

Se incorporó y bajó de un salto en el momento que vió a Kaled irse a casa con el resto de humanos, y como la saludaba y se internaba en el bosque para verla. Cuando ella tocó el suelo, inmediatamente fue recibida por unos brazos rodeándola con fuerza y el calor de un cuerpo acoplándose al suyo. Su mirada se iluminó y enseguida besó aquellos labios que tanto había extrañado, antes de ser saludada también por aquella hermosa mirada color verde.

-Kaled...-susurró ella simplemente antes de que él volviese a abrazarla.

Después de un largo rato en que se abrazaron después de tantos días sin verse, Kaled le contó que había estado ocupado entrenándose a sí mismo para controlar a la bestia que se escondía dentro de él. Leire lo entendió, pues debía ser muy difícil lidiar con dos almas. Una oscura y otra llena de luz. Aquello era muy complicado, puesto que ambas parte se repelían con gran intensidad.

-Entonces, ¿cómo ha ido tu entrenamiento para dominar a tu otra mitad?

Sólo le hizo falta verle para saber la respuesta. Mostraba tristeza y dolor, por lo que ella sólo le abrazó en un intento de aliviar un poco aquella carga que llevaba encima.

Estuvo con Kaled hasta que el sol se posó sobre los árboles, cuando ambos comprendieron que era hora de decir adiós. Se besaron todo lo que el tiempo les dió y se abrazaron una última vez con la promesa de volver a verse pronto. Leire se fue antes de que su corazón le gritase que no se fuera aún.

Llegó a casa más rápido de lo habitual y fue recibida por la oscuridad a la que ya tanto acostumbraba. Caminó hasta su habitación y se cobijó entre las mantas de su cama, donde concilió el sueño y permitió a Kaled hacerle compañía en ellos para aliviar su gran soledad.


Abrió delicadamente los ojos cuando escuchó la voz de su padre en el pasillo. Confusa, se incorporó un poco frotándose los ojos. Lo que la obligó a levantarse y acudir a la puerta fue el grito que soltó su padre a quien quiera que le estuviera hablando. Miró por la pequeña rendija de la puerta y escuchó la conversación que deseó no haber oído jamás.

-Sí, no hay duda de que es él-una pequeña pausa y le escuchó detenerse-. ¡Pues claro que estoy seguro! ¿¡Por quién me tomas!? ¡Es imposible que no reconozca a esa maldita escoria! Por eso te he llamado maldita sea-de nuevo silencio y Leire contuvo la respiración, asustada por la actitud que tenía su padre y que desconocía por completo-. Quiero que acabes con él. No me importa cómo ni de que forma, sólo quiero que acabes con la vida de Kaled cuanto antes.

Esas palabras congelaron totalmente la mente de Leire y no pudo seguir escuchando el resto de la conversación. ¿Su padre quería matar a Kaled? Pero, ¿cómo sabía quién era? Que ella recordase no había sentido la presencia de su padre en ningún momento. Entonces, ¿qué...?

Sus pensamientos fueron interrumpidos con los pasos de su padre acercándose a su habitación y antes de que ella pudiera pensar en nada, agarró el pequeño jarrón que estaba en su habitación y le dió a su padre en la cabeza en cuanto iba a entrar. Se desplomó a sus pies y Leire echó a correr fuera de la cueva para reunirse con Kaled. Si su padre iba totalmente en serio, no esperaría hasta mañana. Kaled podría morir hoy. Perdería la vida hoy. Pues su padre no esperaba nunca al día siguiente, si quería algo tenía que ser para el mismo día que lo pedía. No sabía tampoco a quien se lo había pedido, pero ahora aquello no le importaba lo más mínimo. Sólo quería salvar a Kaled. Quería reunirse con él cuanto antes y evitar la tragedia que estaba a punto de provocarse.

Debía salvar a Kaled aunque aquello le costase la vida.


Mi Guardián #1 EncuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora