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Siete primaveras habían pasado desde aquel día y Leire creció hasta convertirse casi en una mujer.

Su pelo blanco llegaba a la altura de sus hombros, junto con su morena piel y verdosos ojos. Su constitución era delicada por su bien trabajado cuerpo, y fuerte en piernas y brazos, debido a la agilidad que había que tener en mitad de la nada.

Y ahora, con casi 18 años, era como una rosa recién abierta.

Esa mañana, su padre le había pedido ir a buscar agua, el único modo que tenía de salir de aquella cueva por un instante.

Corrió por el bosque hasta llegar a un río, y allí llenó el recipiente con agua.

Al terminar vió su propio reflejo en el agua y, con la yema de los dedos, dió una suave caricia sobre el río, lo que causó que unas pequeñas ondas deformaran su imagen.

Suspiró y levántandose dió media vuelta para irse, cuando unos pasos la alertaron.

Se escondió tras un árbol y esperó en silencio por si debía atacar.

Pero en vez de peligro, en su lugar vió a un joven observando algo de sus manos que ella desconocía.

¿Podía tratarse de un arma?

Esperó en silencio a que levantara la vista o al encontrarla atacase. Pero nada de eso sucedió. Parecía más centrado en aquella cosa que en su alrededor, así que igual era inofensivo.

Los humanos son nuestro peor enemigo.

Las palabras de su padre inundaron su mente y supo que no podía dudar. Se posicionó y de un salto se mostró frente a ese ser que, con sorpresa, la miró moviendo un poco las manos como acto reflejo, lo que a su vez hacía mover el extraño objeto.

Al sentirse amenazada no dudó en golpearle con el palo que tenía en sus manos contra su cabeza. Él gimió de dolor.

Leire se preparó para atacar una segunda vez, cuando las fuertes manos del hombre que soltó el objeto, apresaron sus muñecas.

Enseguida gritó y golpeó su estómago con su rodilla. Él la soltó por falta de aire.

-¿¡Acaso estás loca!? -la voz de aquel ser llegó a sus oídos y esta le vió confusa-. ¿Te parece normal aparecer y empezar a atacar a alguien que no conoces de nada?

Leire frunció el ceño y habló:

-Tú has entrado en las tierras de mi padre. Debo evitar que avances más. Estás en el límite de sus tierras.

El ser la vió como si se hubiese vuelto loca.

-¿Desde cuando el medio ambiente es vuestro? ¿Tenéis una licencia que diga eso?

-¿Licencia?-ahora fue ella quien le miró a él como si hubiera dicho la cosa más rara del mundo.

-No me dirás ahora que no sabes lo que es una licencia...

Eso la ofendió y, con un poco de dignidad, dijo:

-¡Pues claro que lo sé!

-¿Ah sí? Pues dímelo a ver si es cierto.

Eso la dejó en blanco. Debió suponerse que le preguntaría eso. ¿Cómo salía ahora de aquella situación cuando no tenía la mas remota idea de lo que era eso?

-Pues...-balbuceó y aquel ser la vió divertido por el suceso. Frunció el ceño y cambió de tema-: No he venido aquí para hablar contigo de esas cosas. Debes irte ahora mismo.

Él, lejos de hacerle caso, se agachó para coger el misterioso objeto que le había caído al suelo. Y no lo dudó. Se abalanzó sobre el tirándole al suelo y lanzó el objeto bien lejos.

-Pero ¿¡qué haces ahora!?

-¿Y aún lo preguntas? ¡Ibas a atacarme!

-¿¡Qué!?- perplejo, la vió encima suya-. Claro, si te parece te ataco lanzándotelo a la cabeza.-rodó los ojos y Leire le apuntó con su arma al no entender que estaba siendo irónico-. Pero vamos a ver, aunque tuviese motivos para atacarte por tonterias como esta, no me interesa realmente hacerte algo malo.

-¡Mentira!-su mano apretó la camisa del joven-. Tú solo quieres atacarme y llevarme con los tuyos. ¡Has venido aquí en lugar de ellos!

-¿¡De qué estás hablando!? ¿¡Por qué iba a querer matarte!?

-Porque vosotros sois todos iguales. Sólo deseais acabar conmigo para luego aprovecharos de mi utilidad. ¡Vuestro plan es acabar conmigo!

-No sé de que me estás hablando, pero si se trata de eso, la que vino atacando primero fuiste tú a mí cuando no te hice nada.

-¿Ah no? ¿Y lo que estaba en tus manos que era, eh?

-¿Un libro, quizás? Tranquila que no muerde, ya lo he educado -dijo él con ironía y, apartándola, consiguió ponerse en pie-. Y si eso era todo, me voy. No porque lo digas tú, sino que a este paso acabarás pegándome tus tonterias. Miedo me da conocer ya a tu padre.

Leire se incorporó molesta por ello y alzó la voz.

-¡Mi padre es una persona mil veces mas fuerte e inteligente que tú!

Aquel ser solo movió su mano, afirmando irónicamente sus palabras.

Seria, le vió marchar mientras guardaba su propio arma. Ahora todo estaba correctamente en su lugar.

No importa qué, protegeré a mi padre a cualquier costo.

Después de todo, era lo único que le quedaba en aquel mundo lleno de humanos peligrosos como aquel. Y sin embargo, una parte dentro de ella, deseaba parar a aquel ser, para conocerle mejor. Una parte suya, no podía evitar hacer un llamado a ese humano, que ya desaparecía en la extensa naturaleza.

Mi Guardián #1 EncuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora