11. Era lo necesario.

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***

Ellos eran un imposible, ella era un imposible y comprender eso dolía, pero ¿por qué tenía que ser todo así de complicado?

¡Maldición

Se sintió tan poca cosa, esa mujer, su madre lo había visto de la peor manera, ni cuando estuvo en la calle lo miraron así y eso era ya decir mucho. Acaso a la vida, el destino le gustaba divertirse con él, no entendía por qué. Pero ¡Dios!, todo iba a darse, por fin le diría lo que sentía pero... no pudo. Y la razón no era nada más que fue interrumpido, sino que él no era lo suficiente para ella y esa mujer con su mirada se lo dejó muy claro. Dicen que las miradas matan y esa fue una clara advertencia.

Después de dejarla camino a la parada de autobuses, sentía que su pecho quemaba, y sabía en su casa no lograría mejorar, y en su desesperación recurrió a la casa de su amigo, Marcos.

—Viejo, ¿qué ta... —Andrés se sentó en la grada de la entrada del jardín de la casa, ignorando el saludo—. ¿Qué te pasa?

— ¿Te ha pasado que te sientes tan poca cosa, que no mereces siquiera que esa persona te vea?, pues así me siento —nunca lo había visto así, ese no era el Andrés de siempre.

— Dime qué te sucede, me estas asustando —le pidió Marcos.

Andrés hizo una mueca, no quería hablar de eso, no ahora. Lo que deseaba era arrancar ese jodido sentimiento que lo martillaba y esa impotencia de no poder hacer nada. Se levantó, quería un trago.

— Vamos donde Tico —comenzó a caminar, su amigo solo lo siguió a una prudente distancia.

Entraron y comenzó a beber el alcohol como si de agua se tratase, el ardor que sentía cuando pasaba por su garganta no se comparaba a el quemar en su pecho.

Andrés iba ya por otra copa cuando Marcos se la quitó.

— Me dirás ya qué demonios te pasa —lo enfrentó serio—. Vamos, confía en mí.

— Bien —suspiró—. Me enamoré de alguien que esta prohibida para mí —Marcos no ocultó su sorpresa, nunca en todo el tiempo de conocerlo lo había visto así, menos por una mujer.

— ¿Y el tipo cómo es? —Andrés negó, si ese fuera el bendito problema se las hubiera ingeniado.

—Ella esta sola. No es ese el problema.

— ¿Entonces?, ¿quién es ella?

—Isabella..., mi jefa —dijo riendo para luego dar un trago a la cerveza de su amigo.

— La amiga de Any —Andrés asintió—. Ya veo... uff, esta jodido.

— Y ese no es el problema, la madre de ella es una bruja, de esas de cuentos de terror. No me quiere cerca de ella, ahora lo dijo.

— Pero si a Isabella no le importa eso, la vieja sale sobrando.

— Ni siquiera le he dicho mis sentimientos. Y no lo haré.

— Rayos —Marcos bebió de su trago, el que le había quitado Andrés—. Sabes bien lo que debes hacer.

— Olvidarla, ya lo sé —Marcos negó.

¿Sin final feliz? © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora