13. Propuestas.

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Lunes, martes y miércoles pasaron rápido. Llegando jueves, ese día que ahora en particular le era de desagrado. ¿Razón?, sencilla, se celebraba una fiesta por el cumpleaños de Carmen.

No era que detestara su madre cumpliera años, no, sea como fuera ella era su madre. Lo malo era esa horrible, aburrida y fingida fiesta. Que año con año su madre organizaba. Derrochando tanto dinero como si fuera su último día en la tierra. Algo muy bobo en verdad. Pero debía ir y dejar su regalo.

— Kelly ahora salgo temprano —su asistente asintió—. ¿No hay nada más que resolver?

— Solo confirmar su asistencia en la conferencia de España.

— Confirma y reserva un boleto, si no hay nada más me voy.

Se despidió de Kelly y se fue a su casa, ahora por esa dicha fiesta no saldría con Andrés. Se alistó y fue en su auto, casi nunca lo usaba, prefería ir con chófer, pero con su nueva relación necesitaban un medio de transporte para andar, sin preguntas y sin inconvenientes. Llego a la casa y tal como había previsto, la fiesta estaba llena de personas adineradas, poderosas. Era claro, gente con dinero, con poder, regalos grandes o costosos.

Se introdujo en su antiguo hogar, saludo a sus conocidos, otros que ni idea de quienes eran pero le hablaban como si la conocieran de toda la vida, una mentira por supuesto. Se introdujo hasta la sala, y se detuvo a ver los cuadros de ella de pequeña, de su madre, no había ninguno de ella juntas.

— Hija querida —Isabella giro sobre sus pies—, me alegra tanto que hayas venido —le sonrió, venía acompañada por eso su amabilidad.

— No podía perdermerla, mamá, tú no lo permitirías —bromeó, aunque era toda una verdad—. Un placer, señor...

— Ronakv —estrecharon sus manos—, las dejo, un placer.

— Toma aquí está tu regalo, feliz...

— Okay, cuando quieras puedes irte —dijo arrebatando el sobre blanco que contenía un cheque—. Un gusto saludarte hija —le sonrió y se fue.

Trato de esconder lo sentimientos que el tan común rechazo de su madre le causaban, si podría haberse acostumbrado, pero eso no quitaba que fuera doloroso. Luego de quince minutos salió, manejo a su casa. Cuando llegó se despojo de su ropa, zapatos. Se enfundo su pijama e intento dormir. Pero este había abandonado su cuerpo, y los pensamientos surgieron sin poder evitarse. Imaginar como hubiera sido su vida si su madre la hubiera tratado distinto, si su padre viviera... pero todo se quedaba en eso, pensamientos que nunca lograría vivir.

Su teléfono sonó, alertando un mensaje de texto, causando una sonrisa se formará en sus labios.

Espero tu velada haya sido ligera, que descanses. Tuyo, Andrés.

Era sorprendente como un sencillo mensaje cambiará su estado de ánimo.

No dure mucho ahí, no formo parte de ese mundo. ¿Mío?, me gusta.

A mi me gustas tú, no formas parte de su mundo, pero si del mío. Si tuyo.

Toco el contacto de Andrés y decidió llamarlo.

— Buenas noches —dijo Andrés con la voz rasposa.

— Te tengo una propuesta —la idea cuando se le ocurrió simplemente le encantó.

¿Sin final feliz? © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora