Navidad

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Tras la charla con Hagrid sobre Nicolas Flamel, los chicos intentaron saber toda la información sobre este. Se pasaban el tiempo libre en la biblioteca, buscando sobre él, pero no encontraban nada, y Harry tenía el presentimiento de que lo había visto antes en algún sitio.

Se acercaba la Navidad. Los alumnos tenían la opción de quedarse en Hogwarts, y cuando McGonagall estaba preguntando, firmó de inmediato. Malfoy había insinuado que a Harry no le querían en su casa y por eso se quedaba. Pero a este no le importaba en absoluto. Los señores Weasley se iban con Ginny (su hija menor, que aún no había empezado Hogwarts) a visitar a Charlie a Rumania, con lo que Percy, Fred, George y Ron se quedaban en Hogwarts, y junto con Janet, Harry iba a pasar las mejores Navidades de su vida. 

Hermione, antes de irse, les encargó que siguieran buscando en la Sección Prohibida, la parte de la biblioteca que tenía libros tenebrosos solo aptos para alumnos de último curso que estudiaban Defensa Contra las Artes Oscuras avanzadas. Ron pensó que eran una mala influencia para ella.

El día veintitrés ya estaba todo el castillo casi vacío de alumnos, y tenían la torre de Gryffindor para ellos solos. Se pasaron el día en la sala común (salvo para ir al Gran Comedor para comer, el cuál estaba impresionantemente decorado) viendo como Percy corría por toda la torre persiguiendo a Fred y George, que le habían quitado su insignia de prefecto, mientras Harry, Janet y Ron se desternillaban de risa.

En Nochebuena fueron fuera y jugaron un rato al quidditch, y luego hicieron una gran guerra de bolas de nieve, en la que ninguno se libró. Luego, tras cenar bien, fueron a la sala común y comieron buñuelos con chocolate, ideaban planes para que expulsaran a Malfoy, soltaron bengalas del doctor Filibuster, que se prendían con la humedad. Luego, cansados, se fueron a la cama.

Horas después, por la mañana, un huracán entró en la habitación de Harry y Ron.

-¡AAHH! ¿PERO QUÉ DEM...?-gritó Ron, asustado por el estruendo. Luego vio la niña morena con ojos verdes en la cama de Seamus, con un montón de paquetes.-¡Janet! Yo te mato. ¡Qué susto!

-Gallinas.-se burló la chica.-¡Feliz Navidad! He venido con los regalos para abrirlos juntos. 

-Gracias.-dijo Harry, bostezando. Luego pareció despertar de repente. -Espera...¿¡Tengo regalos?!

-¡Pues claro!-dijo Janet, señalando el montón de paquetes que había al pie de la cama.

-¿Qué esperabas? ¿Rábanos?-dijo Ron. Su montón era mas grande que los de Harry y Janet juntos.

-Nunca había tenido regalos... 

-Se ve que nuestros tíos no son muy detallistas, que se diga. Lo normal es que nos mandaran al menos unos calcetines nuevos.-dijo Janet.

Harry abrió el primero. Era de Hermione, un surtido de ranas de chocolate y grageas Bertie Bott para cada uno. Luego abrió el de Hagrid, que era una flauta tallada a mano. A Janet le dio una igual, y a Ron unos calcetines. Los Dursley, para Harry solo, una moneda de cincuenta peniques, que se la dio a Ron para su padre. Luego cogió un abultado paquete.

-Jersey Weasley.-dijo Ron.

-¿Un qué?-dijo Harry, extrañado.

-La señora Weasley les hace uno a cada miembro de la familia todos los años. Es muy simpática, a mi me hizo uno el año pasado.-dijo Janet.

-Ya, pero el mio siempre es marrón oscuro, que lo odio.-farfulló Ron, sacando su bonito jersey marrón.

Harry y Janet miraron los suyos. Eran rojos escarlata, con un dibujillo de snitch de color amarillo, como los colores de Gryffindor. Se los pusieron inmediatamente. Abrieron el pastel de frutas que le habían hecho la señora Weasley y luego vieron el último regalo. Era muy ligero. Ponía:

Para Harry y Janet:

Vuestro padre puso esto en mi poder antes de morir. Es hora de que os sea devuelto. Usadlo bien.

No ponía nombre.

-¿Qué creéis qué es?-preguntó Harry.

-Si no lo abrís no la sabréis. ¡Vamos!-les instó Ron.

Con las manos temblorosas, Harry y Janet quitaron juntos el papel. Una capa plateada, de un fluido parecido al agua, pero en sólido. Era muy extraña.

-Creo que sé lo que... Pero son muy raras... ¡Probaosla!-balbuceó Ron.

Se pusieron la capa sobre los hombros, cubriéndose el cuerpo. Se miraron al espejo. Su cuerpo había desaparecido.

-¡Es una capa invisible! ¿Quién os la habrá dejado? ¿No pone nada en la nota?-preguntó el pelirrojo.

-No... Sólo "Usadlo bien"...

Escondieron la capa rápidamente, porque Fred y George habían entrado en la habitación, todavía en pijama, pero con el jersey puesto. En los suyos ponían una F y el el otro una G.

-¡Feliz Navidad! ¡Eh, mira! Harry y Janet también han recibido un Jersey Weasley.-dijo Fred, contento.

-Veo que a vosotros no os han puesto vuestras iniciales.-observó George.-Supongo que piensa que vosotros no os olvidariais de vuestros nombres. Pero nosotros no somos estúpidos, sabemos que nos llamamos Gred y Feorge. 

-Eh, Ron, ¿Por qué no llevas el tuyo?-inquirió Fred.-Venga, son bonitos y abrigan.

-Odio el marrón.-protestó Ron.

-Venga, no seas tonto, hasta Harry y Janet llevan el suyo.

-¿Qué es este jaleo?-preguntó Percy. Llevaba pijama, estaba despeinado y tenía su jersey verde bajo el brazo. Ponía una gran "P" roja.

-¡P de Prefecto!-exclamó Fred.-¡Vamos, pontelo!

Fred y George le obligaron a ponerse el jersey, con protestas de Percy.

-Yo... No... Quiero...

-Todos lo vamos a llevar, y tú no vas a ser menos.-replicó George.

El día de Navidad fue fantástico. El banquete especial estaba delicioso, con tubos sorpresa, que no tenían cosas simples de muggles, sino un montón de ratones blancos y vivos (los cuales Harry tuvo el terrible presentimiento de que serian la cena de Navidad de la Señora Norris) y gorros de todos los tipos. Harry y Janet vieron a Dumbledore con una gorra de policía. Luego, jugaron grandes partidas de ajedrez mágico, en el cual las piezas se movían cuando decías las instrucciones. Harry fue vapuleado por Ron y por Fred, Fred por Percy, Percy por George y George por Janet. Janet y Ron hicieron una partida muy interesante, que duró dos horas, y que acabó ganando Ron por un pelo. Luego, Harry, Janet, Fred y George echaron carreras de escobas, la cual Harry y Janet siempre, siempre acababan ganando. La cena fue tan perfecta como la comida. Luego una partida de ajedrez mas, una bengala, una taza de té, un robo mas de insignia de prefecto y se fueron a la cama.

Al rato, Harry sintió de repente una oleada de ganas de probar la capa. Y no era el único.



Harry y Janet Potter y la Piedra Filosofal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora