· 1 - Martes 13

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Faith Di Constanzo

El aroma a muebles nuevos y a perfume de hombre inunda mis fosas nasales desde hace media hora.

Estoy escribiendo en mi libreta, pero no entiendo qué es lo que me pasa..., desde que me he levantado no he conseguido hacer nada bien. No puedo concentrarme en absoluto, es como si percibiera que algo va a ocurrir. Nunca había creído en las supersticiones, pero en mi defensa, tengo que decir que ha sido el peor martes trece de mi vida:

Al salir del campus alguien ha chocado conmigo y ha tirado todo su café expreso doble sobre el abrigo nuevo que me compré el otro día. Al subir a mi coche, me he dado cuenta de que he perdido un texto argumentativo que me costó casi una semana completar. Y justo al salir de él, ha empezado a llover una barbaridad. Y he de agregar que odio la lluvia, por lo tanto, eso me complica aún más las cosas.

Ahora me encuentro sentada en una cómoda y lujosa silla de un enorme despacho que le pertenece al más prestigioso e importante escritor —y empresario—de la ciudad, Lucas Salvatore, terminando una especie de entrevista que debo entregar la semana que viene en la universidad. 

Por cierto, estudio periodismo.

Lucas es el mejor escritor sobre crímenes y mafias que existe en Seattle, había escrito tantos artículos, y cada uno de ellos era tan bueno, que me seguía sorprendiendo a mí y a cada uno de sus más fieles seguidores. Yo me considero bastante fanática de sus historias, pero resulta que es mi pequeño secreto.

Me revuelvo sobre el asiento mientras muerdo tranquilamente un bolígrafo. Estoy bastante concentrada en lo que he escrito, sin embargo, Lucas capta toda mi atención cuando dice:

—Perdone, Srta. Faith —comenta, apoyando los codos sobre el escritorio de cristal, y yo levanto la vista curiosa—, ¿no tiene más preguntas?

Es interesante la manera en la que dice cada frase, como si le importara demasiado guardar la compostura en cada momento.

En su lugar, me fijo en cada una de sus facciones. Es un hombre bastante atractivo a pesar de que ya roce los cuarenta y cinco años aproximadamente..., pero, aún así, se conserva demasiado bien.

Lucas me mira con una sonrisa de lado, sé que piensa que soy una chica insegura sólo por el hecho de tener diecinueve años y estar en frente de un hombre como él, pero no es así. Me siento ofendida por la forma en la que me trata, como si él tuviera que tener tacto conmigo sólo por la diferencia de edad. Se siente superior a mí. Aun así, decido morderme la lengua:

—Sí, una última pregunta y me marcho —le aseguro, y él asiente levemente con la cabeza. En realidad no le importa en absoluto todo esta mierda de entrevista, él es un hombre con dinero y solo muestra esta faceta de hombre educado para conseguir más provecho. Estoy segura de que está deseando que la hora acabe para poder hacer cosas más productivas, pero es su trabajo hacer como que disfruta respondiendo preguntas para un periódico de pacotilla.

—Adelante.

De repente, hay algo que se me viene a la cabeza, y observo sus ojos. Cuando la luz le da directamente a los ojos, estos se tornan a un color verdoso claro. Sin embargo, al natural, sus ojos adoptan un color miel verdoso con motas marrones. Tiene una mirada impactante, pero tampoco causa confianza.

Dejo de observarlos y mi vista se centra en sus manos mientras pienso la pregunta que voy a formular:

—Tengo una pregunta para usted —consigo decir, pero para mi desgracia, en un tono demasiado débil que por lo visto, le satisface por como sonríe levemente de lado. Me aclaro la garganta y le miro de reojo totalmente avergonzada por lo débil que suena mi tono de voz, pero me armo de valor y prosigo: —. Me gustaría saber como consigue darle ese toque realista a las escenas que describe de asesinatos, ¿cómo consigue hacer que suene tan frío y sin escrúpulos?

Black Roses ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora