Brave
Dante Di Santis está mirándome como si fuera a abalanzarse sobre mí de un momento a otro. En realidad no le culpo... yo también querría arrancarme la cabeza después de todo. Soy un completo capullo.
Miro a Faith, está incrédula pero quieta en su sitio, como pidiéndome que le explique qué es lo que está pasando aquí. Luego miro a Dante.
Yo tampoco entiendo ciertas cosas. No entiendo qué cojones hace este tipo en mi nuevo apartamento, ¿cómo ha sabido dónde estaba escondiéndome?
Estoy asimilando que Dante Di Santis está delante de mí y que conoce a mi compañera de piso, y estoy asimilando que si no abro la boca y aclaro las cosas esto va a acabar muy mal, pero no sé qué decir ni cómo reaccionar. En su lugar, Faith se me adelanta cuando dice:
—¿Alguien me explica que está pasando aquí? —suplica y se interpone entre los dos. Mira a Dante y luego a mí... entonces puedo notar por como frunce el ceño que está enfadada y algo confundida.
—Le conozco —escupe él, mientras yo intento ocultar mi sorpresa.
—¿En serio?, ¿de qué? —pregunta inocentemente.
Dante me mira y sonríe falsamente para después acercarse a mí y darme un abrazo:
—Si no fuera porque mi prima está en la misma habitación que nosotros ya te habría metido un balazo en la sien, hijo de puta —murmura en mi oído de manera que Faith no se dé cuenta de la verdadera situación, y me pega una palmadita en la espalda mientras me dedica una de las sonrisas más falsas que he visto. Sin soltarme, deja de abrazarme y sigue hablando: —Brave y yo nos conocimos en el instituto, ¿verdad? —pone cierta rabia en su tono de voz, pero lo disimula con un entusiasmo fingido. Yo asiento levemente con la cabeza y Dante sigue inventándose cosas.
Faith escucha todo con atención mientras este tipo sigue mintiéndole en la cara; inventa que éramos mejores amigos y que compartíamos el fútbol americano como hobbie en el instituto, que tuvimos que separarnos porque él se fue de intercambio a Irlanda durante la Universidad y yo seguí mi propio camino. Me dan ganas de escupirle y pegarle un puñetazo, pero me contengo porque sé que no me conviene hacerlo.
Dante jamás ha ido a Irlanda. Dante jamás ha ido al mismo instituto que yo, y Dante jamás ha sido mi amigo, ni siquiera mi mejor amigo. Ha sido justo todo lo contrario.
Él me odia a mí y a toda mi familia, y yo voy a explotar de un momento a otro de la rabia que tengo acumulada y de las inmensas ganas que tengo de romperle la nariz. Esa es la realidad.
—Eh, Brave, ¿qué tal si intercambiamos los números de teléfono? —propone Dante y le fulmino con la mirada. ¿Qué coño está diciendo?: —. Y así quedamos un día de estos y nos ponemos al día, tío.
—Claro... guay —no me queda de otra que seguirle el royo. No quiere que Faith sepa la verdad y a mí no me conviene que ella sepa más de lo que ha visto por sí misma.
Durante media hora Dante actúa con normalidad y Faith está bastante cómoda con su presencia, a diferencia de mí. Así que me marcho a mi habitación excusándome con que he tenido un día duro y estoy demasiado cansado. Una vez entro me aguanto las ganas de pegar un estruendo portazo y romper todos los muebles de esta maldita casa, ¿es que las cosas no pueden ir a peor?
Mi móvil vibra en la mesita de noche y lo cojo de manera brusca, estoy muy tenso. Reviso la pantalla y es un mensaje de Oliver, lo abro y dice:
''He conseguido unas ruedas de repuesto para tu moto. Estará lista para mañana, pásate por la tarde y podrás recogerla - Oliver''
ESTÁS LEYENDO
Black Roses ©
General FictionNo le temo al infierno... nací jugando con fuego, vivo jugando con fuego y moriré jugando con fuego. No siento absolutamente nada, no siento compasión por nadie y mucho menos por mí. He hecho cosas horribles, tantas, que ya ni siquiera me arrepiento...