· Prólogo

772 32 11
                                    

·  Gángster: criminal de carrera que en cierto momento se convierte casi invariablemente en miembro de una violenta y persistente organización criminal, lo que en inglés se conoce como gang («pandilla»). Los gánsteres a menudo llevan sus actividades como un negocio en la medida en que ofrecen un producto o servicio, no obstante ilegal, o en ocasiones emplean negocios reales legítimos como tapadera de una actividad criminal.

· · ·   

''No sé muy bien cómo empezar pero supongo que lo haré por el epicentro de toda esta historia: tus ojos. Las pestañas de un castaño oscuro que envuelven la mirada felina más hiriente y cálida que mis pupilas han tenido la oportunidad de contemplar. Miel, o marrón mediterráneo, que a veces es miel y a veces es marrón y que me hace sospechar que los colores no son más que un reflejo de tu interior. Cuando llueve, tus ojos son grises y estás triste, y si estás feliz las nubes despliegan tus alas hacia otro hemisferio para que tus ojos puedan iluminarme.

 Cuando llueve, tus ojos son grises y estás triste, y si estás feliz las nubes despliegan tus alas hacia otro hemisferio para que tus ojos puedan iluminarme

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Y en tu mirada, guardas todo lo bueno que hay en mí. Cuando miras siempre lo haces directamente a los ojos, clavas tus pupilas en las mías como si fuese capaz de ver lo que tienes dentro; como si pudiese descifrar entre un parpadeo y el siguiente la mediocridad de tus sentimientos y lo mala persona que eres en el fondo. Porque cuando me miras así, sin fingir el más mínimo interés en lo que puedas descubrir en mí, me siento la persona con menos suerte del mundo, como si todas las desgracias naturales del planeta fuesen culpa del contoneo de tus caderas y aun así, yo, fuese la peor persona del mundo... de hecho, lo soy.

No me hagas mucho caso, pero yo siempre creí en ti. Fuiste la única persona del mundo que decidió venirse a mi infierno y estaba dispuesta a quedarse conmigo sin ponerme límites y sin reprocharme ni pedirme nada a cambio; con tus ojos brillantes, tus labios rosados, tus anchas piernas y tus dudas infinitas. 

En la niebla tras la que escondías los miles de miedos que llevabas dentro y en las ganas —que no necesidad—, que tenías de que yo te salvase. 

¿Pero cómo iba a salvarte si ni yo estaba a cubierto?

Dicen que hay soledades que son voluntarias. La mía era el mejor ejemplo, pero sólo porque no sabía lo bien se siente cuando te quieren...

Aquella noche decidí ajustar las cuentas con todas las luces que querían mostrarme el camino para acabar con todo mi infierno, bueno, conseguí que se convirtiera en nuestro infierno. En el fondo había algo que me advertía que me arriesgaba a perderte. Y tus ojos no podían guiarme hacia ninguna parte porque no estaban mirando los míos como solías hacer. Descansabas entre mi pecho con la respiración más tranquila del mundo, y por un momento pensé que era el mejor sonido que había oído nunca.

Si había algo que no quería hacer era volver a esa oscuridad que consideraba hogar hacía unos meses atrás, pero tenía que poner fin a todo aquello.

Jamás hubiera vuelto sin ti, Faith. Y ahora sé que jamás debería haberte dejado sola ni un solo segundo. Ya no sé si inconscientemente me alejé de ti o si a lo mejor todo hubiera sido igual aunque hubiese dado mi vida por quedarme. Y ahora todo esto. Toda esta mierda de golpe y contra mí, recordando..., y cuánto me duele.

Me sentí satisfecho al acabar con todo, pero al volver ya te habías marchado. No sabía si seguirte porque no sabía si serviría de algo. Te había dejado como un perro desnutrido en el medio de la carretera más transitada de la ciudad en hora punta. Quizá volver a remover la mierda fuese una especie de auto-homicidio y la solución estuviera en salir corriendo, pero en dirección contraria. Y las ganas no siempre nos dicen qué es lo correcto, solo nos ayudan a hacernos más daño. Como las canciones que son recuerdos, pero también personas, y las escuchamos cuando menos falta nos hace recordar porque en el fondo nos gusta revolcarnos en nuestro propio dolor y compadecernos como si así fuésemos a sentirnos menos solos. Como creando una especie de bucle de compasión, desgracias y todas las mierdas que nos pasan en forma de recuerdos y alcohol. Qué absurdo. La peor forma de soledad que he conocido hasta el momento es la compasión.

Joder..., ya he vuelto a echarte de menos'' — Brave







Black Roses ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora