5 Al Descubierto

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El viaje de regreso fue silencioso, eso me permitió divagar.Traté de pensar que no todo estaba perdido.Victoria estaría muy asustada como para volver.Creo que una jauría de licántropos y todo un aquelarre serían motivos suficientes como para espantar a cualquiera, o por lo menos por un par de años.Y cuando volviera, tal vez ya no estaríamos en Forks.Sin duda que no se daría por vencida, yo nunca lo haría de estar en su lugar.Pero tendríamos tiempo suficiente.Tiempo para que Bella viviera, tiempo para soñar.Contemple a Bella que miraba por la ventanilla del avión, pensando, soñando con los ojos abiertos.Aun estaban un tanto inflamados a causa de las lágrimas derramadas por la separación de su madre.

—No estés triste—. Le dije cariñosamente.Ella me miró unos momentos pero mantuvo el silencio. Acarició mí brazo en señal de respuesta y volvió a mirar por la ventanilla.Me contuve se preguntar el motivo de su silencio, había motivos de sobra para estar triste sobre todo por los acontecimientos próximos.Quería decirle que no había motivo para estar triste, que podría ver a su madre cuantas veces quisiera, pero creo que comprendía muy bien que si se empeñaba en mantener su decisión tal vez esta fuera la última vez que le viera.Click clock, click clock... el reloj no paraba en su inclemente paso.A cada segundo a cada hora estábamos más cerca.No me sentía estúpido al creer que las cosas podrían cambiar, siempre habría una ventana.La graduación sería en un par de días, luego la universidad... nuestro matrimonio.... Aunque debo admitir que me encantaría alterar el orden de los últimos ítem a discutir.Solo había una cosa que no transaría nunca y esa era su humanidad.Iniciaríamos nuestra nueva vida, esta vez alejados de mí familia.Comenzaríamos nuestra propia historia llena de vivencias humanas para Bella, llena de nuevas sensaciones, de nuevas experiencias.Yo estaría a su lado, oculto en los días, viviendo en la oscuridad pero feliz de estar a su lado por todos los años que ella quisiera.Ya sabría yo como enfrentar mis propios demonios, lucharía sin tregua contra mis necesidades, contra mis deseos.Sueños, sueños, sueños. Sueños de hombre enamorado, esperanzas sin fin.Las interminables horas de vuelo quedaron atrás y nos encaminamos en la carretera rumbo a nuestro hogar, a la realidad.Atrás quedó Seattle, atrás el gris de la ciudad, el ruido, las miles de voces haciendo eco en mí mente y poco a poco todo se fue pintando de verde, pequeños fragmentos en un comienzo para luego transformase en una gran masa de árboles de todas las especies y tonalidades. Árboles de diferentes alturas y formas.Entonces la curiosidad por el extraño mutismo de Bella fue más grande que mis ensoñaciones, que mis tontas esperanzas.

—Llevas mucho tiempo callada—.

Le pregunté. — ¿Te has mareado en el avión?—.

—No, me encuentro bien—.Había pensado que la despida le había entristecido pero dijo que se sentía más aliviada que triste.No comprendí el significado de sus palabras y le miré fijamente mientras trataba de comprender a que se refería.

—Renée es bastante más... perceptiva que Charlie en muchos sentidos. Me estaba poniendo nerviosa—.Reí por su comentario tan acertado.Su madre poseía una mente singular, sin duda muy interesante. Contrastaban en ella la perspicacia e intuición con un marcado toque infantil.Esto le permitía ver las cosas de una forma diferente, cosas que el resto simplemente pasaba por alto.Claro que aquello solo se logra cuando algo le llama profundamente la atención, tal y como lo habíamos hecho nosotros ese fin de semana.

El cielo lentamente fue cubierto por nubes, señal inequívoca que pronto llegaríamos.Apague el motor y estacioné detrás del coche de su padre.Mis dedos se deslizaron por su mejilla acariciando su cálido y suave rostro, sacándola de su ensueño, me miró con los ojos brillantes y me incline levemente sobre ella para besar su frente.

—Hemos llegado a casa, Bella Durmiente—. Le dije suavemente.

—Hora de despertarse—.Su padre esperaba por nosotros, había en él un rastro de impaciencia, nerviosismo.Al parecer algo había sucedido esa mañana, algo que le hacía muy feliz.

Conflicto EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora