Parte 2 UNA PROMESA

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Tom odiaba los lunes. Odiaba el sol y el canto de los pájaros y el sonido del reloj de alarma. Odiaba despertarse temprano, hacerce el desayuno e incluso hasta odiaba el café.

De echo, Tom realmente odiaba el café. Tom odiaba hacer café y odiaba a servir café. Definitivamente odiaba su trabajo. El estaba destinado a ser un músico, una estrella de rock, no un maldito mesero en un cafe de mala muerte a una cuadra de Starbucks.

Su jefe le obligaba usar un delantal sobre su ropa holgada y los clientes siempre le hacian mala cara debido a sus rastas. Era una basura de trabajo. Tom sólo estaba trabajando allí mientras lograba convertise en un rockstar.

- Quiero un Sidamo de Etiopía. _ dijo la mujer frente al mostrador, su boca torcida en una mueca de desagrado. El problema era que a Tom le tocaba lidiar con los clientes antes de su primera taza de café del día.

- ... Aqui vendemos café.

- Un Sidamo de Etiopía. _ repitió la mujer.

- Vendemos café, no países de tercer mundo.

- ¡Pero lo tienen que en Starbucks!

A veces los clientes se pierdian. Tom se sintia feliz de reorientarlos si eso significaba que podía sentarse a escuchar su iPod todos los días y cobrar por ello. - Sí, Starbucks esta por esta misma calle a la izquierda, lo encontrara facilmente.

- !Pero tienen mucha fila! _ la mujer se quejó, como si la fila en Starbucks fuera una ofensa personal para ella. - Tengo que llegar pronto al trabajo. ¿Por qué no tienen más personal? !Siempre hay fila!

- Realmente no es mi problema. _ señaló Tom, golpeando sus dedos contra la mesa al ritmo de una canción desconocida.

- ¡Muy bien! Quiero un Mix de Gazebo.

- ... Claro que sí. _ Tom rodó los ojos y se dirijio a la maquina de cafe para prepararle un Espresso.

Ella no sería capaz de notar la diferencia, nunca nadie lo hacia.

El café se sentia caliente contra de sus dedos a través del vaso de plástico aliviando un poco el frio que se sentia en el ambiente. Hacía frío en Los Ángeles en esa epoca del año y el viento soplaba con la fuerza suficiente como para hacer que Tom casi perdiera su gorra dos veces en la corta distancia de su coche a la entrada de Café Cacao's. Tom definitivamente no se preguntaba si el chico que había estado revolviendo su basura la noche anterior, tenia una chaqueta para cubrirse del frio o un lugar para quedarse. Simplemente no le importaba.

De todos modos no hacia tanto frio.

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Tom nunca había sido un tipo muy observador. El no solia preocuparse cuando realmente no habia razon para hacerlo, cuando no había nada que se pudiera hacer. Era algo inútil y Tom no desperdiciaba el tiempo en mierda como esa.

Así que Tom no penso en Bill después de que se fue. Él no tuvo problemas para conciliar el sueño la noche del domingo, tampoco estaba despierto preguntándose si el tipo tenía un lugar donde alojarse o alimentos para comer. Tom no se pregunto por qué revisaba los botes de basura, que era lo que estaba buscando o si lo había encontrado. No era asunto suyo.

El se hubiera olvidado de Bill, totalmente, excepto que Bill nunca le dio la oportunidad. Cuando Tom se detuvo en el aparcadero de su casa despues de trabajar el lunes por la noche, Bill ya estaba allí, de pie delante de su bote de basura con un hueso de manzana en la mano, mirandolo fascinado.

- Tienes que estar bromeando. _ Tom murmuró cerrando la puerta del coche detrás de él.

Nisiquiera eran las seis de la tarde, el sol apenas había comenzado a bajar, entonces Tom pudo ver a su visitante claramente por primera vez.

Bill era joven, más joven de lo que Tom habría esperado, más joven que sus veinte y tres propios, definitivamente. Era alto y demasiado delgad, vestia de forma extraña y su cabello era negro azabache.

- ¡Hey! _ Tom gritó dirigiendose hacia él. - Hey ¿qué diablos?

Bill levantó la vista de la basura de inmediato, su cara se iluminó cuando sus ojos se encontraron con los de Tom como si fuera un viejo amigo. - ¡Buenos días!

Tom se detuvo a unos metros de él, mirando el cielo oscuro, sólo para comprobar. Sí, todavía era de noche. - Bueno, no prescisamente.

Bill parpadeó, mirandolo realmente confundido. ¿No?

- No. _ repitió Tom. - No es de ... mierda ... ¿qué llevas puesto?

Tom definitivamente se equivoco la primera noche que vio a Bill, el en realidad era un mapache. Un mapache con un antifaz negro enorme que cubria la mitad de su cara.

Era eso, o una chica que usaba demasiado maquillaje, o talvez un loco. Tom se inclinaba mas por la tercera opcion.

- ¿Ropa? _ Bill contestó con el ceño fruncido.

Las ropas de Bill era endemoniadamente raras, y... ¿a caso eso eran tirantes?

- Sí ... pero .... _ Ni siquiera valia la pena, de verdad que no.

La manera de vestir de Bill y su maquillaje, en realidad no eran asuntos de Tom, incluso aunque fueran jodidamente extraños.

Tom suspiró, sacudiendo la cabeza. - Pensé que ya habiamos hablado de esto. ¡Vete, dejar de revolver mi basura!

- ... Irme? _ Preguntó Bill lentamente, inclinando la cabeza. - ¿Irme a dónde? ¿Ahora? ¿me puedo quedar? Prefiriria quedarme... creo.

- Mira... no, ¿recuerdas lo que dije anoche?

-Sí. ¿Tu ya lo olvidaste? Puedo repetirtelo si quieres... _ Bill ofrecio, dirigiendole a Tom una mirada de sincera preocupación. - Me dijiste que me fuera, y despues sugeriste que revolviera la basura de tu vecina, que por cierto, no tiene nada de interesante, entonces me dijiste que...

- ¡Espera! ¿Revisaste la basura de mi vecina? _ Tom pregunto con los ojos sumamente abiertos.

Bill sonrió alegremente, asintiendo con la cabeza. Aun sostenia el hueso de manzana en la mano.

- ¿De verdad? _ Preguntó Tom, impresionado. - Por favor, dime que arrojaste la basura de la bruja por todo su jardín. ¡Oh, por favor!

Bill se encogió de hombros, metiendo la mano libre de nuevo en la basura de Tom. - No tiene nada interesante. _ repitió. Tom tomo eso como un "sí ". La Sra. Martin se lo merecía, también.

- ¿Y yo si? ¿Tengo algo interesante? _ Preguntó, estaba un poco curioso por saber por qué había sido elegido por el loco de la basura, o lo que fuera.

- Si, muchas cosas brillantes. ¿Puedo quedarme con esto? _ Bill estaba agitando algo frente a la cara de Tom, la hoja de un cuchillo de cocina que se había roto por el mango.

- ¡No! _ Gritó Tom, arrebatando la hoja del cuchillo de la mano de Bill. Mierda, Tom hiba a tener que empezar a ser cuidadoso con las cosas que tiraba si Bill volvía, podría hacerse daño o algo así. - ¿Por que no revuelves la basura de la señora Martin en lugar de la mia? Estoy seguro de que habrá algo, amm... brillante, Esta noche.

- No, yo no lo creo. _ respondió Bill fácilmente, sus ojos todavía pegados en el filo del cuchillo que Tom sostenia en su mano.

- ¿Por qué no?

- Ella no tiene nada brillante que tirar, es obvio.

¿Qué tan difícil sería encontrar una bombilla rota en la basura de otra persona? ¿Por qué sólo la basura de Tom? - Hablo en serio, tienes que dejar de revolver mi basura ¿ok?

- ¿No? _ Dijo Bill, tal vez preguntó. Pero si era una pregunta, realmente no tenia sentido.

Tom frunció el ceño. - ¿No?

-No. _ repitió Bill, sus manos visiblemente apretando la basura que sostenia en ellas. - Si lo tiras, es por que no lo quieres, y si no lo quieres ¿por qué no puedo yo tenerlo?

Buen punto.

Tom frunció el ceño, moviendo la cabeza con fastidio. - Al menos dime que piensas hacer con eso. _ dijo Tom señalando el hueso de manzana.

Bill sonrió, mirando hacia abajo al hueso de manzana en su mano como si fuera... bueno, como si fuera algo más que basura.

- Voy a plantar un árbol. _ dijo, sus ojos brillando con entusiasmo infantil. - Un árbol de manzana.

- Bueno, sí... no creo crezca otro tipo de arbol si vas a plantar semillas de manzanas. _ Tom no estaba muy seguro de que Bill pudiera hacer crecer un arbol, pero ¿Quien era él para aplastar las esperanzas y los sueños del perturbado joven?

- Bueno, entonces sólo quiero un árbol de manzanas. _ Bill acordo con sensatez.

- Si, genial. _ Tom suspiró. - Bien... si ya tienes tus semillas de manzana. ¿Por qué no... ya sabes... vas y plantas tu arbol? En algún lugar muy muy lejos de aqui. Y entonces pues... solo, ya no vuelvas ¿ok?

Si, Tom aveses podia ser un idiota. Las chicas se lo habian dicho varias veces, de maneras mucho más creativas y en lenguaje mucho mas colorido. Tal vez ellas tenían razón. Aun asi, no quería a este chico extraño revisando su basura, haciendo un desastre y probablemente, haciendose daño con objetos afilados.

Tom sólo quería que Bill se alejara.

Aun cuando hacía frío.

- Tienes una chaqueta ¿cierto? _ Tom preguntó de la nada. Bill estaba apunto de contestar, pero Tom continuó inmediatamente. - No, espera, no me digas, no me importa.

Bill cerró la boca de nuevo y despues de eso... solo se quedo ahi, con la mirada perdida.

Obviamente, lo raro de Bill estaba empezando a impacientar a Tom.

- Bien. _ Tom frunció el ceño, la mirada fija en el desastre que Bill habia echo en su jardín. - Ok, hagamos un trato.

- ¿Un trato? _ Bill pregunto un poco intrigado.

- Sí, ya sabes... yo hago algo por ti, tu haces algo por mí, ¿comprendes?

Bill frunció el ceño, mordiéndose los labios y mirando a Tom ansiosamente. - ¿Quieres que te lo devuelva? _ pregunto mirando el hueso de manzana que aun sostenia en sus manos.

- ¿Qué? no, Bill, no quiero que me lo devuelvas. _ Tom rodo los ojos. - Lo que quiero es que dejes de revolver mi basura... pero no voy a conseguir eso ¿Cierto?

Bill solo sonrio alegre y despreocupadamente.

- Eso es lo que pensé. Asi que... está bien, puedes revisar mi basura, pero siempre y cuando no ensucies mi jardin. _ dijo Tom, señalando una cáscara de plátano que reposaba inocentemente en la acera. Tom no tenia idea cómo había llegado allí, ni siquiera le gustaban plátanos. - Ya sabes lo que dicen... No debemos contaminar, es malo para la vida marina o mierda como esa. Sobre todo es malo el humor de la señora Martin.

- Ballenas. _ Bill dijo. - Ballenas y delfines y sirenas...

- Sí, la sra. Martin definitivamente entra en la categoría de "ballena". _ Tom reflexionó.

Bill frunció el ceño. Tal vez estaba tratando de imaginar la Sra. Martin con aletas y respiradero.

- Entonces ¿ tenemos un trato? _ Preguntó Tom y Bill asintio felizmente. - Bien... ahora limpia este desastre y ve a plantar tu árbol ¿de acuerdo?

Bill asintió de nuevo. - Y mañana voy a volver.

Una advertencia o una promesa... Tom no lo sabía.


THROUGH HIS EYESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora