Parte 24 PREGUNTAS DIRECTAS

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Escuchar la voz de Bill se sentía como estar en casa. Cuando cantaba a tono con la guitarra de Tom, o cuando le decía a Tom palabras que no tenían mucho sentido, o que tenían demasiado, era cómodo, reconfortante. Bill tarareaba cuando estaba contento y murmuraba molesto cuando estaba enojado.

Después de que Bill estuviera callado por tantos días, después de reusarse a hablar una sola palabra, el sólo escuchar su voz le hacía sentir a Tom que todo estaría bien. A Tom le gustaba la voz de Bill.

Aún se encontraba en la cama, con los ojos cerrados, medio dormido pero atento a los sonidos. Podía escuchar la voz de Bill, hubo una pausa y después un murmullo.

El sonido no era un susurro en la oreja de Tom como usualmente pasaba cuando compartían la cama. No era la melodiosa voz de Bill cuando se ponía a cantar. Mientras más escuchaba, Tom se dio cuenta de que tampoco era el tono familiar en que Bill le hablaba a las pinturas con las que solía charlar.

Tom abrió los ojos repentinamente y se sentó en la cama de un brinco. A través de la abertura de la puerta de su habitación, Tom podía escuchar a Bill hablando. No podía entender las palabras, pero había algo extraño en el tono de su voz.

- ¿Bill? -Tom llamó, levantándose de la cama. Bill no respondió, ni apareció sonriendo en la puerta de Tom, y Tom se vistió rápidamente para ir a buscarlo.

Para alivio de Tom, Bill no había invitado a un extraño a entrar en la casa. Estaba sentado en la cocina, con su cabello peinado en su esponjada melena y una gruesa cadena adornando su cuello.

Él estaba hablando por teléfono.

- Si. -Bill decía. -Tenemos dos árboles de guitarra, por supuesto. ¿Tienen árboles donde tú vives?... Eso debe ser muy triste.

Tom se quedó con la boca abierta.

El rostro de Bill se iluminó inmediatamente al ver a Tom. - ¡Buenos días, Tomi!

Tom se quedó de pie sin saber que decir, mirando a Bill mientras respondía a algo que le decían por teléfono. Bill frunció las cejas, luciendo un poco confundido.

Después de un momento, extendió el brazo ofreciéndole el teléfono a Tom. - El teléfono quiere hablar contigo.

Lentamente, Tom tomó el teléfono de la mano de Bill. El identificador de llamadas mostraba el nombre de su madre.

- ¡Tom! -podía escuchar a su madre diciendo, sin siquiera acercar el teléfono a su oreja. - ¡¿Pero que le pasa a ese muchacho?!

Tom colgó.

- El teléfono no debería meterse en lo que no le importa. - Tom dijo, ante la mirada curiosa de Bill. - ¿Te estaba molestando?

Donna había estado llamando odiosamente muy seguido en la última semana, después de que conociera a Bill. Siempre llamaba para preguntar sobre él, o para saber qué estaba haciendo Tom con él, como si Tom tuviera algún control sobre lo que Bill quisiera hacer.

- Creo que no le caigo muy bien. -Bill dijo. Su tono era observador y no sonaba muy afectado al respecto.

A su madre no le caía bien Bill, no es que eso importara mucho. Pero ella seguía preguntando qué le había pasado a Bill, quién era, por qué estaba ahí, como era, preguntas y mas preguntas.

Tom no tenía respuestas. Y en realidad, ni siquiera entendía las preguntas.

De dónde venía Bill, cómo llegó ahí. Ella creía que ellos (mas bien ella) necesitaban saber todo. Tom no necesitaba saber nada. Lo único que le importaba era que Bill había llegado ahí y que se quedaría.

THROUGH HIS EYESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora